18 de julio.

                                                 

Me pregunto si la democracia es una premisa indiscutible, o si es un instrumento. Para ciertos círculos de poder, me da la impresión de que la democracia es algo así como un "tonto útil": lo dejamos estar mientras nos conviene, y lo mandamos fuera cuando ya no nos sirve.

Hace 76 años había serios problemas de organización social en España. La democracia no tenía pies para llegar a todas partes. Pulsiones sociales acometieron por acá y por allá, arrinconando a un gobierno constitucional. Algunos decidieron que en vez de entrar en el juego democrático para proponer sus soluciones, era "necesario" arreglar las cosas imponiendo su voluntad sin someterse al escrutinio de lo que la gente quería. Proponían una España determinada, estaban seguros de sus convicciones y de sus intereses, y rompieron las reglas del juego. Les costó tres años de guerra tomar el poder sin obstáculos, y durante 40 años mantuvieron una dictadura "nacionalista": digo nacionalista porque el criterio para decidir no era el pueblo (que puede equivocarse) sino la Nación en la que creían. Eso forma parte de nuestra historia, y en días como hoy es bueno recordarlo. 

¿Sigue teniendo hoy la democracia prestigio para resistir a las prisas salvadoras de algunos? Afortunadamente hay en España ahora una derecha y una izquierda democráticas que son hegemónicas respecto de la derecha y la izquierda populistas. Pero hay que tener cuidado con el deterioro del método democrático. Me parece muy necesario repensar algunas formas que están gastadas y viciadas. Para salvar la democracia, ha llegado el momento de reformas audaces. Es importante que la gente vuelva a identificarse con unas instituciones que habrían de estar a su servicio. El déficit democrático también requiere ajustes, y estamos esperando buenas noticias. ¿Nos hemos olvidado ya, por ejemplo, de las listas abiertas y de la reforma de la ley electoral? ¿Y del Senado? ¿Y de la autonomía de los municipios?

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