No, el país no ha sonreido, como
algunos esperaban, sino que ha apretado los dientes. Las interpretaciones son
libres (miedo a un Podemos crecido en absolutamente todas las encuentas,
Brexit, vértigo por la inestabilidad política), pero el hecho objetivo es que una
parte significativa del electorado de centro derecha ha decidido optar por una
determinada concepción de la estabilidad política, abandonando a C’s o la
abstención y yendo a votar al Partido Popular, y lo han hecho callandito, en
uno de los casos más evidentes de “voto oculto” que se recuerda. Por otro lado,
una parte significativa del electorado de izquierdas no se ha sentido motivado
a ir a votar, además de los que han decidido “volver” al PSOE tras un fugaz
paso por Podemos. Tanto en número de escaños como en porcentaje de voto, el
26-J puede resumirse como un leve pero suficiente ajuste a favor del bipartidismo
y hacia la derecha.
algunos esperaban, sino que ha apretado los dientes. Las interpretaciones son
libres (miedo a un Podemos crecido en absolutamente todas las encuentas,
Brexit, vértigo por la inestabilidad política), pero el hecho objetivo es que una
parte significativa del electorado de centro derecha ha decidido optar por una
determinada concepción de la estabilidad política, abandonando a C’s o la
abstención y yendo a votar al Partido Popular, y lo han hecho callandito, en
uno de los casos más evidentes de “voto oculto” que se recuerda. Por otro lado,
una parte significativa del electorado de izquierdas no se ha sentido motivado
a ir a votar, además de los que han decidido “volver” al PSOE tras un fugaz
paso por Podemos. Tanto en número de escaños como en porcentaje de voto, el
26-J puede resumirse como un leve pero suficiente ajuste a favor del bipartidismo
y hacia la derecha.
El ajuste es leve, pero parece
mucho mayor porque la referencia con la que comparamos los resultados no es
tanto el suelo del 20-D como la hojarasca de los sondeos electorales: en
particular, el carísimo sondeo de Sigma-Dos para RTVE, que otorgaba más de 90
escaños a UP y menos de 120 a PP, y que vaticinaba una posible mayoría absoluta
de la izquierda, que sería incluso holgada si se incluía a ERC. El desplome de
Podemos respecto de ese último sondeo ha sido (¿deliberadamente?) cruel, y esa
ha sido la sensación que ha dejado marcada la noche electoral, junto a la
fiesta de un Partido Popular con el Gobierno de nuevo a su alcance, y un PSOE
aliviado por haber superado lo que más pánico le causaba: pasar a ser la
tercera fuerza política por primera vez en la democracia.
mucho mayor porque la referencia con la que comparamos los resultados no es
tanto el suelo del 20-D como la hojarasca de los sondeos electorales: en
particular, el carísimo sondeo de Sigma-Dos para RTVE, que otorgaba más de 90
escaños a UP y menos de 120 a PP, y que vaticinaba una posible mayoría absoluta
de la izquierda, que sería incluso holgada si se incluía a ERC. El desplome de
Podemos respecto de ese último sondeo ha sido (¿deliberadamente?) cruel, y esa
ha sido la sensación que ha dejado marcada la noche electoral, junto a la
fiesta de un Partido Popular con el Gobierno de nuevo a su alcance, y un PSOE
aliviado por haber superado lo que más pánico le causaba: pasar a ser la
tercera fuerza política por primera vez en la democracia.
Si, en cambio, hacemos un lógico
ejercicio intelectual e imaginamos que éstos hubiesen sido los resultados de
este largo proceso electoral del que el 20-D fue un primer acto y el 26-J su
culminación (al fin y al cabo, en seis meses es difícil provocar verdaderos
vuelcos sociológicos y electorales), puede recuperarse un discurso de largo
recorrido: el PP ha perdido por mucho tiempo el horizonte de la mayoría
absoluta, C’s puede aspirar apenas a hacer de bisagra, Podemos ha descubierto
que sus expectativas tienen un techo que empieza a ser sólido (sobre todo si no
renuncia a la identificación con la izquierda más dogmática), y el PSOE no está
muerto, pero sí aquejado de una grave enfermedad que no puede curarse con
hierbas medicinales, porque requiere cirujía de riesgo sin resultado asegurado
como única alternativa a derivar en enfermedad terminal.
ejercicio intelectual e imaginamos que éstos hubiesen sido los resultados de
este largo proceso electoral del que el 20-D fue un primer acto y el 26-J su
culminación (al fin y al cabo, en seis meses es difícil provocar verdaderos
vuelcos sociológicos y electorales), puede recuperarse un discurso de largo
recorrido: el PP ha perdido por mucho tiempo el horizonte de la mayoría
absoluta, C’s puede aspirar apenas a hacer de bisagra, Podemos ha descubierto
que sus expectativas tienen un techo que empieza a ser sólido (sobre todo si no
renuncia a la identificación con la izquierda más dogmática), y el PSOE no está
muerto, pero sí aquejado de una grave enfermedad que no puede curarse con
hierbas medicinales, porque requiere cirujía de riesgo sin resultado asegurado
como única alternativa a derivar en enfermedad terminal.
Unidos Podemos apostó todo por el
sorpasso. De haberlo conseguido habrían merecido la pena sus principales
estrategias, porque habría desbrozado un camino con muchos kilómetros por
delante para convertirse en una alternativa indiscutible de gobierno que podría
ir labrando desde la posición de primera fuerza de la oposición. No lo ha conseguido,
y ha de seguir disputando su espacio incómodamente con un PSOE que, tengo la
impresión, se siente mucho más cómodo liderando la oposición al Partido Popular
que gobernando con Podemos. Por muy poco el PSOE no ha conseguido el máximo
confort que le habría supuesto no tener
que decidir, porque los ciudadanos hubiesen dado unos pocos escaños más al
centro derecha.
sorpasso. De haberlo conseguido habrían merecido la pena sus principales
estrategias, porque habría desbrozado un camino con muchos kilómetros por
delante para convertirse en una alternativa indiscutible de gobierno que podría
ir labrando desde la posición de primera fuerza de la oposición. No lo ha conseguido,
y ha de seguir disputando su espacio incómodamente con un PSOE que, tengo la
impresión, se siente mucho más cómodo liderando la oposición al Partido Popular
que gobernando con Podemos. Por muy poco el PSOE no ha conseguido el máximo
confort que le habría supuesto no tener
que decidir, porque los ciudadanos hubiesen dado unos pocos escaños más al
centro derecha.
Las cartas que los ciudadanos
hemos dejado en manos de los partidos dibujan un escenario en el que, o bien el
PSOE opta dolorosamente por abstenerse para facilitar un gobierno del Partido
Popular y apoyado comodísimamente por Ciudadanos a cambio de alguna concesión cosmética,
o bien vota “no” a la investidura de Rajoy y restituye a PNV y Convergencia su
tradicional papel de comodín o bisagra. Es impensable, me parece, un gobierno
de izquierdas, porque ni siquiera con ERC se alcanzaría una mayoría de
diputados superior a la de PP con C’s (165 frente a 169). Sólo una alternativa
realmente complicada podría evitar un gobierno popular, que consistiría en un
apoyo a Sánchez (a él sólo, sin C’s, que ni volverá a prestarse ni sería
admitido por los demás) de Podemos, de ERC y de los partidos nacionalistas de
derechas, quienes exigirían unos avances en la reordenación territorial del
Estado que no creo que el PSOE esté en condiciones de acometer. Me parece mucho
más probable un gobierno del PP apoyado por Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria
(175 escaños), al que sólo le faltaría para obtener mayoría simple con un solo diputado
socialista (o convergente) que se pusiera enfermo en la segunda votación para
la investidura.
hemos dejado en manos de los partidos dibujan un escenario en el que, o bien el
PSOE opta dolorosamente por abstenerse para facilitar un gobierno del Partido
Popular y apoyado comodísimamente por Ciudadanos a cambio de alguna concesión cosmética,
o bien vota “no” a la investidura de Rajoy y restituye a PNV y Convergencia su
tradicional papel de comodín o bisagra. Es impensable, me parece, un gobierno
de izquierdas, porque ni siquiera con ERC se alcanzaría una mayoría de
diputados superior a la de PP con C’s (165 frente a 169). Sólo una alternativa
realmente complicada podría evitar un gobierno popular, que consistiría en un
apoyo a Sánchez (a él sólo, sin C’s, que ni volverá a prestarse ni sería
admitido por los demás) de Podemos, de ERC y de los partidos nacionalistas de
derechas, quienes exigirían unos avances en la reordenación territorial del
Estado que no creo que el PSOE esté en condiciones de acometer. Me parece mucho
más probable un gobierno del PP apoyado por Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria
(175 escaños), al que sólo le faltaría para obtener mayoría simple con un solo diputado
socialista (o convergente) que se pusiera enfermo en la segunda votación para
la investidura.
El 26-J ha supuesto, sobre todo,
un conjunto de enmiendas nítidas a la estrategia de Podemos. Pero no una
enmienda a la totalidad, porque con cierta perspectiva de futuro (un futuro más
lejano de lo que esperaban) es probable que Podemos, quizás sin el peso
moribundo de Izquierda Unida, quizás si intensifica un discurso centrado en objetivos
verdaderamente aglutinantes y alcanzables, quizás con más Errejón, Oltra, Echenique
y Monedero (sí, incluyo a Monedero) y menos Iglesias, Bescansa y Cañamero (es
una manera de hablar), si no se ahoga en los vericuetos de la Carrera de San
Jerónimo ni en la efervescencia de discursos victimistas o autocomplacientes,
si consolida sus posiciones en el País Vasco, en Cataluña y en Madrid, y si se
mantiene firme en propuestas que hoy no han triunfado pero son serias (como la
plurinacionalidad de España, la lucha concreta y directa contra la pobreza, la
socialdemocracia difícil y la permeabilidad del poder político), podrán asentar
su suelo y abrir agujeros en su techo. Claro, que eso dependerá también, en
buena parte, de si el PSOE se atreve por fin a la intervención quirúrgica o si sigue
aferrado a los tratamientos paliativos.
un conjunto de enmiendas nítidas a la estrategia de Podemos. Pero no una
enmienda a la totalidad, porque con cierta perspectiva de futuro (un futuro más
lejano de lo que esperaban) es probable que Podemos, quizás sin el peso
moribundo de Izquierda Unida, quizás si intensifica un discurso centrado en objetivos
verdaderamente aglutinantes y alcanzables, quizás con más Errejón, Oltra, Echenique
y Monedero (sí, incluyo a Monedero) y menos Iglesias, Bescansa y Cañamero (es
una manera de hablar), si no se ahoga en los vericuetos de la Carrera de San
Jerónimo ni en la efervescencia de discursos victimistas o autocomplacientes,
si consolida sus posiciones en el País Vasco, en Cataluña y en Madrid, y si se
mantiene firme en propuestas que hoy no han triunfado pero son serias (como la
plurinacionalidad de España, la lucha concreta y directa contra la pobreza, la
socialdemocracia difícil y la permeabilidad del poder político), podrán asentar
su suelo y abrir agujeros en su techo. Claro, que eso dependerá también, en
buena parte, de si el PSOE se atreve por fin a la intervención quirúrgica o si sigue
aferrado a los tratamientos paliativos.
PS: Por cierto: enhorabuena a Rajoy en su batalla interna con Aznar. De esto se hablará poco, pero tiene más importancia de la que parece. Algún día habrá que reconocer a Rajoy este mérito.
¡Cómo me gusta tu análisis! (Sobre todo porque está muy cerca del mío).
Tres puntos a tener en cuenta:
1. El voto oculto. Este país todavía tiene miedo a decir lo que piensa.
2. La pérdida de más de un millón de votos con la coalición Podemos-IU estaba escrita desde el 27 de septiembre de 2015 (Eleccions al Parlament de Catalunya). La unión Iniciativa per Catalunya y Podem no funcionó, después vino En comú podem, pero eso es otra cosa, con otros agentes y otros interlocutores.
3. El sorpasso. ¿Hasta qué punto el anuncio mediático del sorpasso no era una actitud orquestada para alentar a que no ocurriera? Publicita algo para conseguir lo contrario.
PS. Bien vista esa batalla Rajoy-Aznar.
Curioso ese dato sobre las elecciones catalanas, porque es cierto que también supo a fracaso entonces, y puede que haya algo en común entre una y otra decepción… Yo pensé que la coalición con IU tenía dos ventajas (Garzón y la ley d'Hont) pero tenía un inconveniente, que es la capacidad de IU de absorber hacia cierta "marginalidad intrainstitucional" (es decir, dentro pero al margen) a aquello que se le acerca. Saludos, "desconocido".
Desde mi punto de vista, magnífica lectura de los resultados.
No creo que el miedo al Brexit haya influido en muchos electores, y sí creo que es masivo el miedo a "los comunistas" y al fantasma bolivariano de Venezuela.
En mi opinión, se trata de miedos infundados, ya que un gobierno con Podemos, enmarcado en la UE, en un domino global del libre mercado, y, sobre todo, con un parlamento a cuatro, no entraña más riesgos que el de un partido corrupto hasta la médula, que necesita una larga travesía del desierto para acometer una buena purga.
Por su parte, el PSOE necesita construir un discurso, un marco ideológico, o simplemente un buen liderazgo con alguien que tenga ideas y palabras que vayan más allá de aquellas que pueda suscribir el líder de cualquier franja del espectro político. La posible sucesora, Susana Díaz, adolece por completo de discurso propio y me atrevería a decir que de ideología. Supongo que alguien más allí dentro se habrá dado cuenta, pero su candidatura sería la muerte del PSOE más allá de Extremadura y Andalucía.
No será fácil construir este discurso propio de la socialdemocracia, pero los gobiernos de centro izquierda en Francia, Italia, etc. demuestran que la crisis por la que está pasando esta ideología no impide gobernar cuando la derecha hace mal las cosas.
Por último, supongo que alguien debería asumir responsabilidades por el sondeo de Sigma-Dos, sea intencionado o no. Sin embargo, después del resultado de las elecciones, no me extrañaría nada que nada pasase.
Disculpas por la parrafada, pero necesitaba desahogarme.
De todas formas el "discurso del miedo" habría tenido como efecto movilizar el voto al PP, pero no tanto desmovilizar el voto de Podemos/IU, que ha perdido 1.200.000 electores. En mi entorno percibo que Podemos no acabó de explicar bien que no podía apoyar a Pedro Sánchez como presidente. Sinceramente, yo sí lo entendí (el pacto con C's era una manzana podrida para Podemos), pero a alguna gente aquello le hizo volver al tablero de juego PP/PSOE. También parece que parte de IU no quiere que se pierdan las "esencias" (dogmáticas) de la izquierda diluyéndose en Podemos, y no ha ido a votar. Y vaya usted a saber qué más razones… Gracias por el "desahogo", Julio.
Se me ocurre que la suma podría ser: PP (137), C's (32), PNV (5), Coalición Canaria (1) y Nueva Canarias (que sacó 1 diputado yendo en coalición con PSOE, pero que, al igual que en la anterior legislatura, se integra en el Grupo Mixto una vez constituido el Congreso); total: 176 diputados, mayoría absoluta.
¿Habebimus gubernationem?
Interesante. Ese puede ser el que se ponga enfermo…
No hace falta que se ponga enfermo, por lo visto está muy interesado en ser la estrella del año para Canarias pues va a conseguir…