Otro día bonito de junio, ya en sus postrimerías: el de san Pedro y san Pablo. Hay una densidad de días fuertes que van jalonando el mes de junio: san Antonio, san Luis, san Juan, san Pedro y san Pablo. Es como si junio fuese el mes preferido por los santos de toda la vida.
Pedro y Pablo. Los estudios sobre la historia del cristianismo (es muy interesante, no sólo para creyentes, el libro Historia del cristianismo coordinado por Manuel Sotomayor y José Fernández Urbiña, de la editorial Trotta) enseñan que ambos, junto con Santiago (el "hermano del Señor"), tuvieron sus más y sus menos como distintas facciones de la Iglesia que se disputaron estilo, doctrina y liderazgo, y que si Pedro cumplió una función de mediación que restrospectivamente lo elevó a la condición de primera autoridad de la Iglesia aceptada por todos, Pablo habría tenido el mérito de una primera construcción teológica del cristianismo abierta a diferentes tradiciones culturales. Pedro es percibido como un personaje humanamente atractivo por su condición de testigo directo y cercano de momentos especiales de la vida de Jesús, por la impulsividad de ánimo y por su deserción en el momento decisivo, justo antes de que el gallo cantase. Pablo, en cambio, nos suscitó siempre alguna reticencia, quizás porque entra en la historia del cristianismo como un advenedizo cargado con la exagerada fe del converso. Su condición de "apóstol" es un título exagerado, porque no conoció al Jesús vivo, aunque él mismo, sin testigos que lo prueben, afirmara que se encontró con él, personalmente, camino de Damasco, en lo que desde luego debió ser una experiencia muy intensa, capaz de conseguir que el ímpetu perseguidor se tornase en afán predicador: "¿por qué me persigues?"
Uno y otro tuvieron el protagonismo en el tiempo de la formación y expansión de las primeras comunidades cristianas y de la construcción de una religión y una iglesia herética y cismática, que ante todo supuso la ruptura con la gran religión oficial, el judaísmo, por lo que vivieron en constante persecución. Ellos también tuvieron que "correr y atarse los cordones al mismo tiempo". El impacto de Jesús debió ser enorme en su círculo más cercano, y notable en las gentes de Judea, y sus discípulos se conjuraron para no olvidarlo y asegurar su pervivencia. Pedro, como una roca fundacional quizás designada por Jesús, y Pablo con dotes de arquitecto, hicieron del mensaje profético de Jesús algo capaz de insertarse en la historia mucho más allá del estricto ámbito de una religión y cultura dentro de la que habían nacido. Atribuyamos ortodoxamente el mérito al Espíritu Santo, pero estos dos hombres merecen, desde luego, que se les dedique cada año un día del mes de junio. Un día para los dos, porque según la tradición murieron el mismo día."La caridad cubre la muchedumbre de los pecados. Sed hospitalarios unos con otros sin murmuración" (I Pedro, 4, 8-9)
"El que ama al prójimo, ya cumplió toda la Ley" (Pablo, II Corintios, 13, 8)
"El que ama al prójimo, ya cumplió toda la Ley" (Pablo, II Corintios, 13, 8)
Amén אמן
Siempre es provechoso visitar este balcón (con vistas a los cerros de Úbeda) y a pesar de que pueda resultar peligroso asomarse (será la alergia al polen de tanto olivo) merece la pena el riesgo.
Saludos. Miguel Castellano
Jaja, gracias Miguel.
Jaja, gracias Miguel.