Un amigo al que aprecio (inteligente, curtido, con mucho mundo a cuestas) me dijo ayer que tiene miedo. Que tiene miedo a Podemos. Vi un énfasis parecido al que habría podido emplearse en criticar la emergencia de un Hitler. Era un miedo por la democracia, por sus principios, por la amenaza a un tipo de sociedad razonablemente organizada sobre la base de los derechos, de las libertades y de la autoridad que las garantiza. No se trataba de preferencias partidistas, sino de algo más profundo: miedo de un "nosotros" frente a un "ellos" que parece pretender negarnos.
Intenté relativizar, matizar, normalizar. Dije que no tengo ningún miedo y que me parece saludable que el debate político haya incorporado algo más que el reparto de gobiernos y oposición entre PP y PSOE, que está bien que la gente se interese por la política, y que Podemos está viajando hacia lo institucional, lo cual es una buena noticia, porque en lo institucional es donde se liman las excentricidades y desde donde pueden intentarse cambios de rumbo no espectaculares, pero sí saludables. Dije que Felipe González traía autodeterminación, OTAN no y marxismo, pero que su (buen) legado (del malo ahora no hablo) fue educación pública, sanidad pública, pensiones y Europa, y que Podemos tiene derecho a intentar ser protagonista del lado izquierdo de las próximas décadas. Dije que tengo la suerte de conocer a gente de Podemos y no veo ninguna pata de lobo, y que si alguien puede sentirse amenazado por ellos no es un ciudadano sin más, sino un político del PSOE, porque la gran batalla está en el espacio de la socialdemocracia, donde no caben los dos. Pero mi amigo dijo frases con las palabras "Venezuela", "Grecia", "ETA", "totalitarismo", "colectivización" y "comunismo". Y no tiene nada de bobo.
Entonces pienso que pueden pasar dos cosas: o que yo esté engañado y sea muy ingenuo, o que está en marcha una campaña de crispación sin precedentes próximos. Es decir, o que hay algo importante que se me escapa, o que existe interés en extender alarma, miedo y odio, que son los tres principales enemigos de algo que podríamos llamar "debate".
Son los periódicos, es la televisión. Y también las redes sociales. Y los líderes políticos. Día a día alimentando la crispación, seleccionando escándalos que dan munición a las conversaciones del miedo o del odio, atribuyendo intenciones perversas por el método de retorcer una palabra o de enfocar al más tonto de los de enfrente para convertirlo en su representante. Déjenme que me ponga "equidistante": veo una radicalización creciente de unos y de otros, y creo que es una radicalización inducida, provocada. Encuentro amigos de Podemos que se sienten víctimas de persecución y redoblan su retórica despreciativa contra todo lo demás, como si ellos fueran los primeros en ver el mediterráneo o los únicos en comprenderlo, y encuentro antipodemitas feroces, socialistas heridos, populares agarrados a una bandera que se deshace. Y me cuesta mucho encontrar a gente que esté viviendo con naturalidad este momento político: con sus preferencias, pero sin miedo ni demasiada pasión.
Me molesta tener que aclarar que no hablo desde un bando de esa refriega. No me angustia nada en absoluto que PSOE y C's logren un pacto para salir del atolladero (quizás en su confluencia estuviera la media aritmética de este país), pero no sería en absoluto una mala noticia para mí que PSOE y Podemos se entendieran desde lo mejor de sí mismos, porque entonces podrían llegar a ser verdaderamente una alternativa (y hacen falta alternativas al pegajoso degeneracionismo político de este tiempo). Lo que me crispa no es Podemos, ni siquiera el PP de Rajoy, ni siquiera el PSOE de sus barones acomodados: lo que me crispa es la crispación. Esa en la que los periodistas ganan cuota de audiencia y los políticos creen ganar cuota de voto. ¿Qui prodest?
Aunque no descarto que mi empeño en matizar, en rectificar exageraciones, en disolver algunas simplificaciones sea también causa de crispación, porque puede que en vez de en "el que no esté contra ti, está contigo", estemos en tiempo de "quien no está contigo, está contra ti". Quién sabe. Si es así, disculpen las molestias.
Creo que hay mucha sabiduría y distancia en tus palabras. Reconozco a mi la indignación a veces me puede, me puede mi anterior experiencia política y te agradezco tus reflexiones, una ayuda imprescindible para la necesaria distancia en el análisis de los hechos. Gracias, Miguel
De unos se dicen barbaridades pero no han tenido oportunidad de hacerlas. Ya se verá. En cambio otros roban a manos llenas, indultan banqueros condenados, y homicidas, sin explicación. Desmontan la sanidad pública y, peor, eliminan la sanidad universal; socializan las pérdidas de empresas privadas a las que nadie obligó a arriesgarse y seguro que me olvido más barbaridades. Podemos jamás podría hacer tanto daño en una legislatura. Es como si las ovejas escapan del lobo y temen al perro.
Muy muy bueno.
Después de la campaña del miedo ¿Alguien se acuerda de lo que pasó en Islandia? ¿Qué ha pasado en Grecia? Pues eso.
Me gusta todo lo que signifique un revulsivo a nuestra partitocracia. Como fuerza con más peso, a lo mejor se me empezaban a encender las alarmas. No obstante, a mí siempre me dieron más miedo los de guante blanco… Pepa.