No basta con decir "podemos". Para poder, para enfrentarse a los excesos del capitalismo trucado de este siglo, hay que estar dispuesto a soportar muchas contrariedades. No basta con suscitar ilusión, es necesario proclamar de antemano las dificultades y pedir resistencia a una ciudadanía tan debilitada por su ansia de un bienestar fácil, rápido, superficial e individualista. Un Gobierno verdaderamente socialdemócrata en España podría convertirse en un Gobierno otra vez fallido, voluntarista y retóricamente aferrado a pequeñas conquistas simbólicas, si no se asienta en la roca de fundamentos sólidos y pacientes, si no es capaz de pedir un compromiso a largo plazo a los españoles y si no se sitúa con inteligencia y estrategia en el contexto de una Europa que no está esperándolo con los brazos abiertos. Si no se va a por todas, si no hay fuerza suficiente, si no se está dispuesto a quemar la propia marca política en el empeño, si se está más preocupado de no perder hoy que de ganar mañana, sería mejor no intentarlo.
Sí, claro que sí, desde algunos medios de comunicación y desde ciertos círculos empresariales se está presionando a favor de la formación de un Gobierno en España que opte por la continuidad en una política económica que se caracteriza por un saneamiento de las finanzas públicas mediante una contención del gasto social, un rescate de las entidades crediticias financiado con fondos públicos sin contrapartidas y un incremento de la competitividad de las (grandes) empresas basado en el abaratamiento de los costes fiscales y laborales. No deben sorprender ni escandalizar estas presiones, que son legítimas: al fin y al cabo la respuesta a la pregunta de cuál sería el mejor Gobierno para España es libre y forma parte de ese terreno movedizo en que se mezclan argumentación e intereses. Es mucho lo que está en juego, y por eso no es extraño toparse con encuestas-trampa, con editoriales que parecen encíclicas, con declaraciones altisonantes y con "exclusivas" de estrambote.
Tampoco puede sorprender que se sople en sentido contrario. Porque de esta política económica puede disentirse y se disiente por razones distintas: ya sea por sus consecuencias de desigualdad y pobreza acumulada en un sector de la población que no ha hecho nada para merecerla, ya por la supeditación de la democracia a un orden económico que se sitúa por encima de sus deliberaciones, ya por una radical objeción sobre sus mismos fundamentos. Tiene sentido y es legítimo proponer Gobiernos que se declaren dispuestos a objetar a la ortodoxia y revisar la "base trucada" de la política económica hegemónica en el mundo de la globalización, con sus nuevas formas de explotación y esclavitud, con su capacidad para generar exclusión, sus impúdicos paraísos fiscales, sus pasarelas de corrupción a lo grande y su poder intangible. Tanto sentido tiene, tan importante es, que hacerlo mal puede ser peor que no intentarlo. Y ahí es donde están mis temores.
No me interesa nada en absoluto una izquierda estética, ni tampoco una izquierda utópica de pancarta. Sólo me interesa la que pudiera llegar a ser transformadora. La discrepancia con las directrices de política económica que nos vienen dictadas por el contexto tiene la obligación de ser intelectualmente exigente y políticamente tan audaz como modesta. Porque no basta con el voluntarismo político, la decencia de las buenas intenciones y una mayoría parlamentaria que controle el boletín oficial de un Estado. Hace falta mucho más para que el desenlace no sea un nuevo fracaso y una nueva decepción. No sé, no estoy seguro de si quienes desde Podemos o el ala izquierda del PSOE están propugnando un Gobierno decidido a cambiar la política económica están dispuestos a asumir la dificultad a la que habrían de enfrentarse y los costes que supondría un giro contracorriente.
Reformar (me refiero a reformar de verdad, y no al "reformismo" de adaptación) requiere mucha energía y un inequívoco apoyo social. Quienes propugnen un cambio de orientación en política económica deben explicar con fidelidad que las medidas que pretenden acometer van a tener que avanzar con el viento en contra y cuesta arriba, que no van a traer la Arcadia a la primera, y que pueden comportar algún sufrimiento. El poder económico existe, no es de mantequilla, e impone sus condiciones: advertir de esto, reconocer la debilidad del poder político puede no ser popular, pero sí exquisitamente honesto y democrático, porque supone salir del juego de imágenes y apostar fuerte por el camino que puede resultar más eficaz: el más difícil. Me refiero a una resistencia democrática a largo plazo, que no resultaría viable sin implicar a los ciudadanos en objetivos difíciles.
Me gustaría oír de los socialistas proclives al cambio y de Podemos discursos capaces de reconocer el terreno hostil en el que tendrán que lidiar: los vencimientos de deuda, la mayor dificultad para financiar las nuevas políticas, la subida de impuestos sin una inmediata visibilidad de sus beneficios. Me gustaría que no prometieran facilidades, sino que pidieran complicidad a los ciudadanos. Que no augurasen más y más "bienestar" inmediato como por arte de magia, para luego echar la culpa a la herencia recibida de Rajoy, sino que propusiesen un camino largo, austero y difícil hacia mayor dignidad: probablemente una de las tareas más urgentes de la política sea cambiar el sentido de la palabra "bienestar", vaciándolo del consumismo tramposo y mudándolo en una moderada seguridad económica que sirva de soporte para la libertad como ciudadano. Eso no es ajeno a un programa de gobierno.
Me quedo con lo de "mas apoyo social", porque esto implica más democracia a la hora de tomar las decisiones. Efectivamente, se pueden tomar una serie de medidas terapéuticas para curar la herida, pero no la enfermedad que la provocó. Para ello, ese hipotético gobierno honesto, coherente y democrático debería dar más participación a la hora de tomar las decisiones al mismo tiempo que información. El problema es que le tenemos mucho miedo a la democracia.
quien esté dispuesto al sacrificio….que tire la primera piedra!
Por ejemplo…, en el HOY de hoy
http://www.hoy.es/extremadura/201601/26/junta-aumentara-partida-renta-20160126130010.html
Lo que pides es imposible. O lo sabes bien y por eso dudas sobre la viabilidad de un gobierno PSOE/Podemos, o eres demasiado idealista, dicho con todo el cariño. Lo del "consumismo tramposo", a estas alturas ya está vacío de contenido, porque la mayoría de nosotros nos hemos hecho más austeros a la fuerza. Pedir más a los ciudadanos con la promesa de un digno futuro a largo plazo no daría ni un voto a Podemos. Queremos oír cantos de sirena, aunque nos estrellemos contra las rocas. No se puede esperar de los políticos honestidad y verdad en sus promesas, porque saben que así no ocuparían ni un escaño. Los ciudadanos hemos hecho una buena opción, aunque muchos la consideren disparatada: queremos diálogo entre todas las opciones políticas. ¿Para qué?, pues precisamente para que se limen los excesos de políticas de derechas o de políticas de izquierdas. No estamos para ponernos en manos de líderes mesiánicos que prometen lo que saben que no pueden cumplir. Y, para colmo, sin experiencia en la gestión de un país. No es buen momento para experimentar. Más que pedir a los ciudadanos de nuevo su colaboración, yo pediría a los políticos mesura y talento para, a través del diálogo entre todos, resolver las desigualdades, luchar contra la corrupción, contra el terrorismo y por nuestra tierra que es España.
Brillante. Pero para poder implicar a los ciudadanos en objetivos difîciles y hacer que cambien el sentido de la palabra "bienestar", hace falta cultura, formación y educación democrática y me temo que esas cualidades están en peligro de extinción.
LLegué.
…Buscando tu artículo 'in memoriam' de Jose Luis Serrano (cuyo insurgente atractivo se ha multiplicado tras su lectura, con marejada emocional incluída, y que me gustaría desmenuzar y profundizar casi con urgencia…si la vida se pareciese a lo que aspiré durante tanto tiempo).
Y luego esta reflexión sobre la izquierda, que ya me la había recomendado tu otro hermano, con admiración y devoción.
Deberíamos inventar un nuevo programa o 'utilidad informática' para un tipo de comunicación que no cabe ni en las tertulias televisivas o radiofónicas, ni en el correo electrónico, ni el twitter o el whatsapp, ni siquiera en estos 'reposados' blogs en los que no parece haber límites para la extensión y profundidad de la comunicación (…pero con un cuadro de diálogo como éste, que parece un antídoto para el discurso elaborado, que atienda los matices y cuide la auténtica transmisión de su significado -semántica?-…el 'rollo macabeo' de toda la vida).
Una especie de 'mesa camilla' virtual, un operativo que te instalase de manera inmediata en un cara a cara no sólo sin límites de tiempo, sino con un reloj parado, que detuviese el movimiento del universo entero para que, en ningún momento, incluso una prolongación insana del diálogo no fuese otra cosa que un indolente paréntesis sin consecuencias en el entorno. O que, al menos, una 'partida' en esta mesa de camilla virtual, sirviese de eximente absoluto para (casi)cualquier dejación de responsabilidades en tu mundo real.
A ver, ésto es lo que querría. Interacción hasta la sima más profunda de nuestro pensamiento, opciones reales para incorporar nuevos elementos ideológicos y estructurales en tanto y tanto hueco como hay en los márgenes, en el suelo y en el techo de nuestro 'long and winding road' que supone la historia y la biografía de cada uno de nuestros pensamientos o 'corpus intelectuales' -que se van transmutando en doctrinales, incrementado su rigidez y automatismo hasta la incapacitación para cambiar y mejorar…
Miguel (voy a ser capaz de empezar a decir algo?): Creo que tu visión de lo que la izquierda tendría que hacer para conseguir un gobierno transformador es una reflexión dirigida a un área del pensamiento del homo sapiens que es previa a la separación formal (política) de los conceptos de izquierda y derecha. No sé si no será más bien una reflexión antropológica que sobre metodología política. Y, en la línea de la reflexión antropológica, creo que -y eres tú el que me señalaste la idea- el siglo XX está lleno de propuestas e indicios sobre cuál debería ser la línea, el trazado para la mejora de la humanidad, y que nos conducirían mucho más profundo que a esa línea de demarcación entre la izquierda y la derecha, que se me antoja tan superficial, tan centrada en lo visible y en lo fácilmente manipulable, y en la obtención de réditos inmediatos.
…Va a tener razón Jose Luis Serrano, quizás la memoria sería la fuerza redentora que nos permitiría una gestión adecuada, operativa, de todo ese patrimonio intelectual y moral…Pero a pesar de que es seguro que podríamos encontrar múltiples rastros de esa dialéctica universal, la memoria intelectual del homo sapiens es aún rudimentaria y creo que, a la hora de la verdad, no puede hacer otra cosa que enfrentarse a una masa de brasas esparcidas caóticamente por nuestra experiencia pasada…
Y lo dejo en el Prefacio. Las urgencias (elegidas y voluntarias -prefiero dignificarlas así-) y el vértigo a estas alturas para mí inhabituales, lo podrían comenzar a explicar. Pero seguro que mi incapacidad para el Twitter y mi distancia con la sobriedad Azoriniana o de la semántica y sintaxis anglosajonas, seguro que tiene otro tipo de raíces.
No hay por qué buscar un buen final para esta primera intervención aquí. Lo incompleto mantiene el deseo de la continuación…
(2)
Admito que también hay una reflexión metodológica en tu artículo. Dirigida a la izquierda (española y real)…pero que podrías reconvertirla para la derecha (española y real) con algunos cambios.
Voy a ver si me compro la versión de 2016 de la 'mesa camilla virtual, que creo se ha editado en Plutón, el Exoplaneta, para seguir…(empiezo a imaginar tu primera réplica).
Por cierto, que participo de la admiración y devoción de tu otro hermano. Podrías…puedes…lo haces: provocar un cambio o giro distinguible en nuestra estratificación intelectual (…y lo digo así por homenajear también la influencia de Jose Luis Serrano en tu trayectoria y tu manera de contarlo)
Bueno, bueno. Nada más que por este comentario tuyo, ya han merecido la pena estos cuatro años de blog.