Que "El País" haya decidido prescindir de los servicios de Miguel Ángel Aguilar porque éste haya formulado serias críticas sobre la profesionalidad e independencia de los grandes medios en España, incluido "El País", puede ser más o menos importante. Como mínimo revela que "El País" no quiere tener en nómina a periodistas que verbalizan lo que cada vez vamos sabiendo más gente: que en España la libertad de expresión tiene márgenes anchísimos en la base (en internet, en esquinas sueltas de algún periódico, en publicaciones locales) pero se va estrechando hasta quedar embutida en intereses de tipo empresarial y financiero a medida que crecen las dimensiones y repercusión del medio escrito o televisivo. Y que eso es un grave problema para la democracia, porque los debates están trucados: no podemos aspirar a una ciudadanía lúcidamente resistente si las conversaciones en las que se ve envuelta están a diario determinadas por un pensamiento único (con dos o tres colorines diferenciadores) que se ha dotado de cuidadísimos y sofisticados altavoces a través de un larguísimo proceso de concentración de poder empresarial.
Ni siquiera sé si Miguel Ángel Aguilar sigue siendo un buen periodista. Hace tiempo que no lo leo. No es él quien me preocupa. Sí es claro que tiene trayectoria, y si un periodista como él se decide a hacer un mapa de los grupos de comunicación en el que destacan las terminales financieras, más incluso que las políticas, y si ese es el desencadenante de su exclusión de la nómina de "El País", es normal que vaya creciendo el número de ciudadanos que tenemos la impresión de que para ilustrarnos sobre lo que de verdad está pasando en este antipático y errático siglo XXI tenemos que tomar las riendas de nuestra propia estrategia de información. ¿Alguien podrá extrañarse? Tendremos que ir asumiendo la responsabilidad de saber discernir, de construir un menú personal de espacios informativos variados en los que nos sintamos bien tratados. Estoy hablando de libros, de páginas webs (españolas o no), de semanarios o de columnas escritas por periodistas a los que decidamos dar crédito, de programas de televisión o de radio que nos ofrezcan cierta calidad y nos susciten confianza. Esto no es fácil: no nos han educado para tanta libertad. Todavía parecemos instalados en la viejísima idea de que hay medios (cadenas, periódicos, grandes grupos empresariales de la información) de derechas y medios de izquierdas que aseguran el pluralismo, y que lo que tenemos que hacer es encontrar "el nuestro", igual que decidimos entre Rioja o Ribera. No es así. Lo que tenemos que hacer no es elegir un rincón para ser informados, sino salir en busca de la información con una estrategia pensada.
Incidentes como el de Miguel Ángel Aguilar (ni ha sido el primero ni será el último) deben ayudar a abrirnos los ojos. Detrás de los grandes medios de comunicación hay grandes intereses que en absoluto tienen por qué coincidir con los nuestros. Tienen medios para decidir de qué hablamos, qué debe indignarnos, qué aspectos de la realidad son interesantes y cuáles aburridos, qué merece la pena saber y qué es posible ignorar. Pero podemos "desconectar". Podemos resistir y dejar de ser "consumidores" o terminales de flujos informativos en buena parte pervertidos, ficticios, que aparentan un pluralismo anecdótico y que están interesados en atornillar unos escenarios que contaminan y hacen daño al medio ambiente informativo. La única manera es sacudirnos la nostalgia de los periódicos que nos gustaron, sacudirnos también la pereza, y diseñar un mapa libre de puntos de interés informativos. Cada uno el suyo. Y contarlo. Hay por ahí verdaderas maravillas.
La AEDE ya tiene algo que decir respecto al artículo del NYT: http://politica.elpais.com/politica/2015/11/12/actualidad/1447357988_299143.html?id_externo_rsoc=FB_CM. La verdad es que, cuánto cinismo. A nadie se le escapa que los medios de comunicación son empresas y tienen que velar por sus intereses, básicamente ganar más dinero. A los dueños de los medios se les llama "magnates de la comunicación" lo que recuerda mucho a capos de mafia. El despido de Aguilar (y ya van varias bajas en El País) es otra gota más, y teniendo en cuenta que Aguilar es un columnista semanal, se sobreentiende que las columnas pertenecen a quienes las escriben, y que pueden o no coincidir con las líneas editoriales de los periódicos. Qué tiempos aquellos en que podías ver columnistas de ideologías muy variadas en un mismo periódico! pero se ve que la pluralidad es dañina.
Entiendo que uno esté más cómodo leyendo/oyendo/viendo un medio afín a sus ideas. Pero, por otro lado, no entiendo que directamente no quieras cuestionar lo que tus medios afines te dicen o te venden. En eso estoy contigo, cada uno, y dependiendo del interés que cada cual tenga, debe buscar sus vías de información. En un tiempo en que tienes tantas fuentes a la mano, es cuando es más fácil estar desinformado y es algo muy curioso y paradójico.
Volviendo al tema de censura, prensa libre, mediatizada económicamente etc, el caso de El País es ciertamente peculiar. Ha pasado a ser, en muchos casos, una caricatura de sí mismo, y podemos hablar horas sobre sus vaivenes editoriales (nadie se acuerda como aquellas elecciones que ganó González in extremis -"he captado el mensaje"- hizo una campaña completamente a favor de Aznar, para luego volver a colocarse en su sitio, en ese sitio que luego P.J. Ramirez ha querido siempre situarse, el del "PERIÓDICO" influyente y el que guía gobiernos y masas ciudadanas), pero lo realmente penoso es ver como en una democracia y en estos últimos años de gobierno, hemos sido testigos de ceses de directores de periódicos simplemente porque las líneas editoriales de esos medios no coincidían con lo que su "amo" quería (El País, El Mundo, La Vanguardia…). Eso me parece gravísimo. No conozco al detalle el mundo de los periódicos en otros países, más allá de lo que pueda leer en internet o cuando viajo, no es igual eso que vivir en un país, naturalmente. Pero en EE.UU. (que lo traigo a colación precisamente por el NYT), conoces perfectamente la existencia de lobbies, de intereses económicos o de otro tipo, de ideologías de los medios o su contaminación por todos estos motivos, pero aún así, es un país en el que puedes ver cómo se critica abiertamente esto (nada más ver las obras de Sorkin como guionista por ejemplo) y esos niveles de autocrítica que existen allí no los he visto jamás en España, donde es preferible mirarse al ombligo, como hace la AEDE.
Supongo que lo que está pasando en el mundo de los medios de comunicación es un proceso de concentración de capital en grandes corporaciones que tienen que repartirse un mercado suculento pero volátil. Seguramente podemos influir poco o nada en eso. En lo que sí mandamos es en nosotros mismos. Por eso, además de la indignación, sería bueno asumir que igual que en otros ámbitos de la vida no es lo mismo tener una estrategia personal para informarse o no tenerla. Y por eso digo también que, sin necesidad de darnos demasiado la tabarra, no estaría mal que lo bueno-bueno que vayamos encontrando lo difundamos, lo aplaudamos. Incluso, añadiría que no estaría mal ejercitar una cierta "objeción de conciencia" en nuestros ámbitos y cerremos puertas a lo que sabemos malo. Por ejemplo, algunos programas de tv que todo el mundo critica (pero, por tanto, los ve).
De todas formas, abundando en el tema del pluralismo necesario y en el que somos nosotros los que tenemos que tener interés en hacernos una imagen real de las cosas, picoteando de varios sitios, lo primero es tener la curiosidad de buscar. Y luego, la sensatez en pensar.
Sería bueno conocer algunos tips del autor que nos ayude a diseñar nuestro mapa. Yo ya tengo mis referencias, pero nuevas ideas siempre son bienvenidas. Muchas gracias, un saludo.