Nuestro momento

Es como si las pesadas cámaras de los grandes medios, que siempre apuntan al plató en el que están los políticos, se desatornillasen y girasen para enfocar al pueblo. Hoy ellos no pueden decir nada, tan sólo tonterías sobre si van a ver una película o pasear con la familia; y mañana hablamos nosotros y ellos escuchan atentamente, muy atentamente. Entre hoy y mañana hasta las ocho de la tarde, nosotros somos los importantes. Todo depende de nosotros. Es muy poco tiempo, de acuerdo, pero es un tiempo decisivo. Entre otras cosas, porque podemos darnos cuenta de que en efecto la soberanía, aunque dispersa, desestructurada, atomizada y enormemente condicionada por mentiras y afectos inducidos por técnicas cuidadosas de marketing, es nuestra. No es de ellos, porque pueden perder todo su poder según qué dígitos resulten mañana de los apasionantes recuentos en cada una de las urnas de cada uno de los colegios de cada una de las ciudades de España.
 
Odio la expresión "fiesta de la democracia", para referirse al día de las elecciones, aunque seguro que mañana la oiremos unas cuantas veces. Pero, eludiendo ese término, estaría bien que entre hoy y mañana reflexionáramos no sólo sobre a quién vamos a votar para gobernar los ayuntamientos y las comunidades autónomas, sino también sobre la democracia.
 
La democracia es débil. Necesita afecto, lucidez, aprecio por los ciudadanos. La democracia es un método neutro de designación de los gobernantes que no siempre elige a los mejores o a los que más nos gustan. La democracia está asediada por otros poderes cuya energía está en la fuerza de sus intereses. Las decisiones que influyen sobre nuestras vidas se toman en complejos circuitos de influencias en los que las instituciones democráticas sólo "participan", en concurrencia con sedes empresariales y corporativas que saben bien lo que quieren, probablemente mucho más que un ciudadano simple. Pero el que descubramos y comprendamos las enormes limitaciones de la política democrática no puede hacernos banalizar "nuestro momento". Importa. La de mañana es una de nuestras grandes decisiones. Cuanta más participación, y sobre todo, cuanto más intensa, consciente, responsable  y de calidad sea nuestra participación, más fuerza tendrá el factor democrático en la toma de decisiones.

1 Respuesta

  1. Anónimo

    Sin duda, es el único arma que manejamos los ciudadanos, votamos con la cabeza o con el corazón o con ambos. Esta es la Democracia, nuestro único reducto de poder que ejercemos libre e individualmente. Para un día como hoy recomiendo «El ensayo sobre la lucidez» de Saramago, aunque no su voto en blanco. Porque votar no es sólo un derecho, es una responsabilidad. La nuestra.

    Maave Roloro

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