Leo en el periódico que los ingleses se aferran a su sistema 'imperial' de medida. Las cosas siguen contándolas, pesándolas y midiéndolas con pulgadas y pies, con libras y onzas, y no se resignan a abandonarse en el foráneo sistema métrico decimal. Es una cuestión de identidad cultural, dicen.
La resistencia inglesa tiene algo de romanticismo: la peculiaridad histórica, la singularidad local, la conexión con las costumbres arraigadas, frente a la fría armonización inexpresiva, cartesiana y matemática; las medidas "naturales" (un pie, una mano, lo que puede recorrerse en una hora) frente al artificio numérico. No seré yo, en fin, quien salga con una pancarta contra las yardas, las millas o las fanegas.
A condición de que yo también pueda reivindicar el valor cultural, precisamente cultural, del metro y del sistema decimal, al mismo nivel que la filosofía, la lógica, la sintaxis, los nombres de los ríos y el teorema de Pitágoras. No viene impuesto por Bruselas, ni por la Troika, ni siquiera por la ONU. El sistema métrico decimal es una fase avanzada en el proceso cultural de construcción de un sistema de pesos y medidas. ¿O es que los números y sus combinaciones no son cultura? Y si de naturalismo hablamos, ¿no es una buena razón para contar de diez en diez el que tengamos diez dedos para contar?
Todo sistema de cómputo eficiente requiere una unidad de medida. Puede ser el pie, el puñado, la pinta, lo que se recorre en un día o lo que puede beberse en una tarde, pero si se trata de contar, tiene sentido utilizar otro tipo de convenciones que no se correspondan con nada tangible: un metro, un gramo, un litro, un minuto. Ponerse de acuerdo en esa unidad de medida y en un sistema de cómputo que maneje los múltiplos de diez es un enorme esfuerzo que está ya integrado en nuestra identidad cultural. Aunque no esté inscrito de manera perceptible por los sentidos en la naturaleza.
Un día y un año son unidades naturales de medida del tiempo, a diferencia de los siglos, las décadas, y también de las semanas y los meses, que son unidades convencionales; pero, ¿no es verdad que la palabra "mayo" sirve para entendernos?; ¿no es verdad que nuestros doce meses cumplen ya una función cultural y están anclados en nuestra manera de percibir el tiempo? Es verdad, las semanas y los meses no siguen el sistema decimal, pero su justificación no quiere buscarse en magnitudes naturales: a veces, muchas veces, la cultura consiste precisamente en elegir convenciones. Como es el caso de un metro, de una moneda, de los movimientos del caballo de ajedrez, del sentido de la circulación de vehículos, de las reglas de ortografía o de la escala de notas musicales. Los británicos pueden conservar sus convenciones, claro que sí, pero no deberían buscar una justificación natural, porque tan natural es un grito como una palabra, con la diferencia de que la utilización de palabras nos ha permitido ir entendiéndonos mucho mejor. Y, francamente, a estas alturas quizás sí puede decirse ya que el sistema decimal roza la perfección en el desempeño de la función que tiene atribuida.
Además, el sistema métrico admite modulaciones según la identidad de los pueblos. ¿Saben ustedes cuál es, para los gallegos, la definición de "un metro exacto"? "Poco más de un metro escaso". ¿Es o no es cultura?
Recuerda que yo no existo, de Miguel Pasquau
Yo no soy persona dada a tomar notas en los libros que leo. Simplemente, cuando una cosa me gusta, doblo la esquina de la página donde se contiene o empieza aquello que me interesa..
En este libro he marcado las siguientes páginas: 26, 43, 61, 69, 71, 110, 147, 150, 162, 174, 180, 186, 187, 203, 209, 214, 253, 255, 257, 265, 267, 274, 275, 308, 311, 321, 328.
Queda claro donde se concentran los pasajes que más me han gustado.
Respecto a la escritura he de decir que es excelente. Es de esos libros bien escritos sin llegar a recargarse innecesariamente. Lo que más me ha gustado y sorprendido es la descripción de los personajes, destacando, sobre todas, la de la página 26 dedicada a Paula. Si magistral es esa definición de personajes, sorprendente es cuando se hace. En algunos casos después de muertos y en otro cuando hace ya bastante tiempo que lo conoces o creías conocerlo. Esto hace que se enriquezcan cuando ya creías que lo sabías todo de ellos.
La temática de la justicia y la venganza coincide en muchas partes con argumentos de mi primera novela y hasta estoy seguro de que estos personajes se cruzaron con los míos y que ciertas ideas y revanchas del autor coinciden con las mías.
En resumidas cuentas, un libro que merece ser más que leído, paladeado.
Mi enhorabuena desde aquí al autor.
Pedro Torréns Otín
Muchas gracias, Pedro Torréns (autor de la novela "FAR S.A.") por tu "lectura" y tu comentario. Ya sabes que las novelas se van haciendo mejores a medida que son leídas y bien leídas. Me alegra que te hayan interesado especialmente las descripciones del alma de los personajes y las relaciones de unos con otros…
Saludos,