"Recalcularemos lo que haya que recalcular", ha dicho el ministro Wert, después de la reunión en la que al parecer unánimemente se le ha pedido que reconsidere el decreto que exige un 6,5 para la renovación de la beca universitaria.
Atención a la palabra, porque es importante: "recalcularemos". O sea, que se trataba de un cálculo. Que la finalidad de exigir el 6,5 no era fomentar la cultura del mérito y el esfuerzo, sino pura y simplemente un recorte en algo tan sensible como el principio de igualdad de oportunidades en materia de formación superior. Así se entiende mejor.
Porque era difícil de entenderlo de otro modo. Si lo que se quería era elevar el listón de exigencia para poner de puntillas al estudiante universitario, expulsando a los simplemente mediocres, habría bastado con decir: "en adelante, para aprobar una asignatura, habrá que obtener un 6,5". Pero todos, naturalmente. No sólo los becarios. Si los becarios tuviersen que saltar el 6,5 para poder seguir estudiando (sin desequilibrar el presupuesto familiar) y los de pago (parcial, pues la mayor parte de la matrícula se financia con impuestos) pasan sin más con el 5, ¿no supone eso una incomprensible discriminación por razones económicas? La beca debe seguir dándose a todo aquél que vaya superando las materias conforme al único listón establecido.
Así que estamos en lo de siempre: los recortes son malos, pero es peor la retórica con la que quieren envolverse o disimularse, capaz de poner en cuestión principios tan sólidos como la igualdad de oportunidades.
Podría incluso llegar a entender un sincero discurso que dijese: "no hay, de momento, dinero para pagar tantas becas, y en vez de rebajar todas porcentualmente, hemos decidido mantener becas dignas para los alumnos que más las merezcan, con el compromiso de que cuando las finanzas mejoren, reanudaremos una política de expansión de las becas". Así, al menos, quedaría claro que se trataba de una medida triste y dolorosa, injusta y reversible. Lo peor es aprovechar la crisis para deslegitimar tanta conquista como estamos perdiendo.
Recalcule el ministro. Recorte si se lo exige la situación, pero deje al menos a salvo los principios. Recalcule lo que sea necesario. Aunque sería mejor que simplemente reculase. En la política de becas nos jugamos muchas cosas. A mí, como ciudadano, se me hará muy duro que unos padres tengan que decir a su voluntarioso, aunque no brillante hijo, que no puede estudiar en la Universidad porque no tienen dinero. Es así de simple.
by Ernesto L. Mena
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