Todas las cosas que están pasando ahora mismo. Una madre apacigua al bebé que tiene hambre. Un camarero mira el reloj calculando las horas que le faltan hasta poder volver a casa a dormir. El abogado ultima un escrito a altas horas. La pareja avanza por los pasillos de la seducción con la seguridad de que acabarán amándose. El taxista extiende la factura al viajero en la puerta del hotel. El padre entra en la habitación de la hija y la tapa para que duerma mejor. El piloto inicia la maniobra de aterrizaje. Los que descargan camiones en el mercado de mayoristas. El asesor no acaba de cuadrar los números de la propuesta que debe presentar mañana. El aficionado del equipo de fútbol que está al borde del descenso imagina el gol de la victoria en el último minuto. La joven vuelve a casa sola con paso apresurado. El policía transcribe los términos de la denuncia por robo. El insomne enciende otro cigarrillo. El estudiante repasa con café y sin ganas el examen mientras el profesor piensa las preguntas. El médico de guardia advierte síntomas de empeoramiento en el enfermo y piensa un cambio urgente de tratamiento. El conserje bosteza. El solitario juega una partida por internet. El perro ladra al gato que pasa de una casa a otra por lo alto de la tapia. Alguien echa de menos a alguien. Un preso se dice con indiferencia que sólo faltan cinco meses para la libertad. Los semáforos cambian a verde pero no pasa nadie. La chica escayolada a la que atropellaron ayer se lamenta de haber perdido el verano. Todo a la misma hora, ahora mismo, en la misma ciudad.
Qué maravilla.
Todo eso y mucho más.
Cerca de la casa en la que ha nacido, un perro estrena su tumba. Su dueña, la que ya no pudo verle sufrir por más tiempo esa enfermedad incurable, llora tener que haber tomado la decisión de llamar al veterinario para eutanasiarle.
Hay un aire de tragedia en la humedad que llena la noche, junto a montones de recuerdos que nunca procurarán un adiós.