Me gustaba este pseudónimo, casi convertido en heterónimo. Me gustaba que no tuviera cara, ni cuerpo, ni sentimientos: todo se lo prestaba yo. No era una máscara, sino un recipiente. Más que esconder, acumulaba y conservaba. Quizás sí era máscara, en el sentido del antiguo teatro griego: una personalidad a la que el actor se adaptaba y se ponía a su servicio. He trabajado para "Miguel de Esponera", me ha importado lo que decían de él, he cuidado de que no escribiera cosas inconvenientes, que sus opiniones fuesen coherentes, que sus palabras no transmitieran desorden, he buscado por todos los medios preservarlo de los tópicos y los lugares comunes, pero irremediablemente se ha acabado pareciendo demasiado a mí. Quizás he sido mal actor, y me he representado a mí mismo. Y entonces ya el nombre, la máscara, el personaje, la criatura, quieren ajustar cuentas con la persona.
Alguna vez pensé ajustar esa cuenta, pero no tenía ninguna prisa en dejar de convivir con "Miguel de Esponera". No era posible mejor seudónimo para mí. Si debo dejarlo ahora en el camino es porque el azar de la vida me ha puesto delante del espejo a un verdadero, auténtico y real Miguel Esponera, quien algún día se tropezó en internet con su nombre escribiendo cosas que no habían salido de su alma. Y como los juegos literarios son mucho menos importantes que la identidad, he comprendido que debo plegar a "Miguel de Esponera" y retirarlo. Es lo que estoy haciendo con este post. Ahora, roto el recipiente, todo su contenido queda suelto, desparramado. Lo recogeré yo como si hubiese sido mío desde siempre. No me importa: no creo recordar que nunca pusiera en boca de Miguel de Esponera nada que no hubiese querido decir yo mismo.
Seguirá siendo peligroso asomarse, pero ya no será el cuaderno de Miguel de Esponera.
Miguel, yo publico con mi nombre real, porque de verdad me llamo Begoña. Algún día si llego a publicar lo haré con el apellido que también llevo porque mi padre estaba muy orgulloso de su apellido y con razón. Si no publicase con ese apellido real que llevo sería por miedo a que se sintiese ofendido por lo que escribo y sólo por eso. Ya no está para leer de primera mano lo que publicase y no puede opinar, por eso esa decisión sería aún más complicada para mí y debería pensarla más.
No son un nombre y un apellido tan raros que no haya otra que se llame o apellide como yo. Por eso busqué una variante, que comprobada en google no hay. Lo cual no significa que no lo haya.
Con esto quiero decir que tú eres tú. Y eso nadie te lo podrá reclamar nunca y es algo que en todo momento podrás demostrarle a ese otro que en verdad se llama Miguel de Esponera. A mí me has demostrado coherencia e inteligencia y te llames como te llames yo te leeré siempre que pueda. Los nombres son lo de menos.
Te agradezco mucho tus palabras, Begoña. Es casi como si nos conociéramos, después de tantas interacciones en tu blog "Días de lluvia" y en el mío. Saludos.