Abril es un mes abierto, que mira confiado hacia adelante. Marzo y mayo son sus hermanos, quizás con más personalidad: marzo anticipa y mayo consagra, pero abril simplemente transcurre. Acepta con naturalidad el mediodía ya caluroso y los días todavía de lluvia. Guarda en la memoria reciente el color pardo y gris de lo que debió ser el invierno, pero deja brotar jaramagos y amapolas de colores vivos, extinguidas ya del todo las frías flores de los almendros. El perchero de la entrada ya no acumula las gabardinas, pero cualquier día vuelven a salir del armario, sin que eso sepa a derrota ni a venganza. La cuenta mengua sus reservas e impone cierta moderación, porque la extra de junio queda aún muy lejos. Las tardes se alargan, pero todavía se cuenta con que la noche caerá antes de volver a casa. Bendita transición la de abril, que nos trata con cuidado, amablemente. Bendita la lluvia de estos días, que promete ser la antesala sosegada de los días grandes de mayo y junio. Ojalá todos fuéramos un poco más abril. Ojalá cundiera su lección tranquila. Ojalá el color abril reivindicase su equilibrio y se propusiera para presidente del gobierno.
Miguel Pasquau
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Pues en abril por aquí no ha dejado de llover sobre mojado. Más que un intervalo hacia el verano parece un retroceso hacia el invierno porque incluso hace frío.
Pero lo bueno de todo es estar vivo y poder mirarlo. Todas las estaciones del año nos ofrecen lo mejor de si.
Saludos