Subir impuestos y bajar pensiones es un fracaso, y por eso lloró la ministra italiana al anunciarlo. Pero no es todavía una claudicación. Al fin y al cabo son cifras: más o menos agua en el cántaro. La claudicación llega cuando se cambia el cántaro cuya forma habíamos decidido entre todos. Llega cuando se decide cambiar el modelo pese a estar convencidos de que era mejor el modelo viejo que el nuevo a que nos obligan. Llega cuando los derechos dejan de ser rígidos para hacerse de mantequilla.
Se cambiará el modelo cuando lo que creíamos que era el suelo se desmonta, privándonos de la seguridad de que de ahí no bajábamos. En toda política económica es importante el crecimiento (la altura), pero también, desde luego, lo es el suelo: la seguridad. Lo que está por venir en España y en Europa me temo que afecte al suelo. Con la justificación del enorme porcentaje de paro, la tentación será "flexibilizar" sin límite para propiciar la inversión y la colocación. Pero qué miedo: un mercado de trabajo libre (es decir, hiper-flexible) en tiempos de crisis es justo lo contrario de aquello que constituyó nuestro pacto social (sin duda, socialdemócrata): quien no tiene la seguridad de la propiedad y del capital, ha de tener la seguridad de unas condiciones dignas de trabajo protegidas por la ley. Ya sé que lo peor es no trabajar, pero ¿no merece la pena apostar por garantizar al parado de hoy una prestación mínima y mantener un alto nivel de protección en el empleo para el trabajador de mañana? El paro es reversible, los sueldos pueden bajar y luego subir, los impuestos pueden subir y luego bajar, pero la destrucción de derechos conquistados durante décadas/siglos no es reversible a medio plazo.
Un ejército de parados estaría hoy dispuesto a trabajar sin vacaciones remuneradas, por debajo del salario mínimo, por encima de la jornada laboral máxima: estaría dispuesto a un trabajo en precario, sometido a la voluntad diaria del patrón y de la coyuntura. No puede ser esa la fórmula. Habrá que revisar y adelgazar algunas normas y favorecer algún tipo de flexibilidad, pero dejando claros los límites. El día que los ciudadanos contemplemos las leyes (¡rígidas!) de protección del contrato de trabajo, de los derechos al salario mínimo, a las vacaciones remuneradas, a la indemnización por despido, a la concertación colectiva, etc., como un estorbo burocrático para la "prosperidad" entonces habremos hecho de la protección del trabajo la variable de ajuste, para salvar el imperativo categórico del beneficio. Y eso es lo contrario del pacto social. Eso es una claudicación.
"Lo que está por venir", yo no llego a entender si ya hemos bajado del todo (o casi) o si la rampa no ha hecho más que empezar y esa falta de visión me deja aturdida, no sé lo que se puede tolerar, lo que está justificado, lo que no, en fin que esta economía me resulta incomprensible.
bss
"…nos encontramos en una especie de anarquía salvaje donde los principios del Estado social y democrático de derecho quedan en suspenso cuando se trata de las prácticas del Gotha financiero. Cabe hablar, pues, de un Estado servil y de una capitulación de la política que tiene su expresión cotidiana en la tolerancia pública de la corrupción, el soborno, el fraude fiscal y demás especies del repertorio criminal de guante blanco."
Va abriéndose camino la figura de los "crímenes económicos contra la humanidad"
Leído en el viejo topo de Octubre 2011
http://www.elviejotopo.com/web/revistas.php?numRevista=285
Como se suele decir por mi casa: O jugamos todos o rompemos la baraja.
y que en otros sitios llaman darle una patada al tablero.
Saludos