Marzo está ahí, con sus fríos y su promesa de sol creciente. Con un otoño casi olvidado y todo un invierno a sus espaldas. Con los jazmines podados y los brotes ansiosos de trepar para que las noches del próximo verano sigan trayendo recuerdos de jazmines de otro tiempo. Pronto el día alcanzará a la noche, pronto llegará el equinoccio, y de repente las tardes volverán a prolongarse hasta dejar la noche reducida a la mínima expresión, allá por el solsticio de San Juan.
Me apasiona el ciclo eterno de las estaciones, ése que en el mes más corto y más largo, febrero, parece detenerse para siempre. Marzo vuelve a ponerlo todo en movimiento. Qué amable es el tiempo cuando parece ir y volver, regresar, volver a empezar una y otra vez. Qué duro sería un tiempo sin años, un año sin estaciones, un sol clavado en una única trayectoria sin elipses, sin variación, sin solsticios ni equinoccios.
Me gustan estos días en los que el "febrero todavía" (qué gran título el de una novela de José Luis Serrano) se torna en un "marzo ya"
pero ¿no va todo demasiado rápido?
Este último Febrero y principio de Marzo me tienen en un ay, es por eso que lo miro con mucha nostalgia esperando buenas noticias que no se si llegarán. Cruzo los dedos, y celebro ese ánimo que transmiten tus palabras.
Saludos
Claudia, todo va demasiado deprisa, y sin embargo, ¡cuántas cosas caben en una hora! Tanto, tanto vértigo me da la fugacidad del tiempo, que he concluido que lo mejor es gastarlo, mientras haya. Una cualidad del tiempo es que jamás puede ahorrarse.
Begoña, nostalgia y esperanza (de buenas noticias) son una buena mezcla. Por cierto, desde hace un mes más o menos no puedo acceder a tu blog, no sé bien por qué.
Saludos.
Porque lo he cerrado y por lo tanto solo puedo acceder yo. Me llenaba de estrés y de conflictos conmigo misma, creo que en el fondo soy una tímida. Os pido perdón a todos y os doy las gracias por haberme seguido 🙂
Begoña, no pasa nada por cerrar un blog. Pero es mejor cerrar el estrés: podías mantener el blog (o abrir otro nuevo) y no sentirte obligada a estar encima de él a diario. Imagina un blog-papelera, un lugar donde reciclar cosas que te sobran, cosas que se te agolpan, cosas que andan sueltas ocupando tu casa interior.
El estrés lo da, casi siempre, el perfeccionismo.
Saludos.
Ah, no era cuestión de perfeccionismo porque a mí me gusta lo imperfecto, es más verdad. Era cuestión de sentirme "espiada", "expuesta" de forma innecesaria. Una noche soñé que montones de personajes siniestros me observaban a través de una ventana, y se colaban en mi casa para observarme impertérritos. Creo mucho en los mensajes que me envían los sueños y desde que lo cerré me siento genial.
Saludos