Dicen los científicos que faltan millones de años para que la órbita de la Tierra entre en crisis y sea engullida por el Sol. Dicen también que al que al Sol le queda media vida, y la calculan en unos cinco mil millones de años. Es un alivio que algo viva tanto tiempo, pero es inquietante que ni siquiera el Sol sea eterno.
Aunque también sabemos que hay estrellas muertas que siguen luciendo en el cielo de las noches de agosto: un pequeño punto de luz como un resto del pasado, el eco de un astro muerto que sigue vivo gracias a la lejanía. La muerte recorre los años-luz sin acabar de llegar nunca a la noche más remota, porque el espacio es circular y por tanto no acaba nunca. Nada es eterno, nada más que esos pequeños instantes que condensan un universo hecho de distancias. Sólo muere lo cercano, pero ahí está la distancia, para dejar a lo lejos un resto de luz de lo que alguna vez fuimos y siempre seremos.
Cuando mi voz se calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando.
Rabindranath Tagore
Esa frase me ha venido a la mente mientras leía.Me encanta tu reflexión, da que pensar.
Saludos