La mejor manera de "celebrar" la Constitución sería "reivindicarla". Lo siento, pero no me uno al coro de voces que la condenan al "no sirve para nada", o al "es papel mojado". Es cierto que hay cierto papanatismo constitucional retórico e inútil, pero la mejor respuesta al papanatismo es tomarse la Constitución en serio. El mejor patriotismo es sentirse ciudadano, y por eso lo que a mí me interesa de España no es su pasado glorioso o su unidad de destino, sino el hecho de que está constituída en comunidad política con reglas, derechos y límites al poder. La identidad de España no es la imagen sentimental que cada cual tengamos de ella, sino su conjunto de reglas constitucionales.
La función de la Constitución no es hacernos felices, ni buenas personas. Tampoco es su función que todo funcione sin fallos. Su función es constituirnos en ciudadanos con derechos y con garantías. Por cada español que se tome en serio su condición de "ciudadano" de pleno derecho, más allá de su condición de consumidor y de mero votante, la Constitución se incardinará más en la realidad. Ese es su sentido, y eso es lo que me gusta celebrar cada seis de diciembre.
Magnífica reflexión que complementa la que Manuel Madrid publicó en su blog ayer. Por cierto, es interesante abundar en la línea de reflexión de Manuel de ligar derechos sociales con derechos de ciudadanía, desligando derechos de ciudadanía de derechos de consumidor, porque esta última opción sólo sirve para reforzar el desmonte progresivo de los derechos sociales que son pata básica del edificio constitucional.
Pedro Pablo
No puedo estar más de acuerdo, Pedro Pablo. Sin un tensión por conservar y avanzar en los derechos sociales, incluso en tiempos de crisis, los derechos individuales son útiles, pero sólo para los que están dentro: no para los excluidos. Eso significa "Estado social", y eso es lo que tenemos que reivindicar con más audacia. Tienes razón.