Ni siquiera sabía que uno mismo pudiiera crear su propio blog. Creía que había que comprarlo a algún experto, solicitar licencias a alguna administración o pasar una tarde con algún amigo friqui. Pero he pulsado cuatro teclas, me he ido dejando llevar por instrucciones certeras, he ido avanzando en el proceso, seguro de que al final tropezaría con algún obstáculo insalvable y lo dejaría para otra ocasión, y sin embargo aquí estoy, creo, lanzando palabras al aire de internet. Palabras que alguna vez llegarán por mandato del azar a la pantalla de una arquitecta chilena, de un inspector de hacienda madrileño, de un investigador californiano o de una madre que acaba de acostar a su hijo y dispone de un rato libre. Quien sabe si también a ti.
Quien sabe si dentro de un tiempo esta será la primera entrada de un blog en el que hayan pasado cosas, se hayan cruzado opiniones, se haya asomado algún sentimiento. No se culpe a Miguel de Esponera: alguien dicta en la sombra y él, él sólo pone el nombre.
a una mujer, ya madura, que come higos con queso a las 4 pm, después de una jornada de trabajo, con la tarde dorada de septiembre por delante para estar agradecida de estar viva.
Pensando ahora mismo que todos los tesores están ahí, al alcance de mis ojos ligeramente miopes.
Me llena de alegria tu comentario, mujer gallega: todo ha merecido la pena.