He recibido otro regalo: este comentario de Rosa María Hurtado (una lectora granadina) sobre "Casa Luna", que agradezco mucho:
Solo la ficción literaria permite cumplir sueños imposibles a quienes escriben y a quienes leen. Casa Luna es una asombrosa y brillante ficción, un juego literario en el que Miguel Pasquau ha volcado su cultura literaria y filosófica, su gran capacidad de análisis y su alma de escritor nato.
Esta ficción da cobijo a una mentira de la que Miguel hace protagonista a Marcos Fortuño, su alter ego, narrador y personaje. Es una hipótesis que llegamos a sentir como algo creíble, probable y deseable que nos mantiene en vilo de principio a fin, como si de la mejor trama detectivesca se tratase,con una perfecta dosificación de la información para el descubrimiento de la verdad–mentira. Dentro de este mundo ficticio hay cosas que lo atan a la realidad: el espacio –que es La Casa, entre olivos y bajo las estrellas del cielo ubetense — , el tiempo — que es agosto, el mes “eterno”, ese en el que a Miguel se le para el reloj mientras escribe — y el exhaustivo análisis de una realidad política y de las entrañas del mundo editorial y las redes sociales, que conectan supuestos sobre la autoría literaria.
Pero más que nada, Casa Luna, es una inmersión en el muno de la literatura, de sus referentes; uno de ellos sin parangón al que Miguel rinde homenaje, jugando con la mentira y la verdad, sabiendo envolver toda la novela con su esencia, apoyado en una prosa esmerada y deslumbrante, llena de reflexiones sobre el ser humano, la creación literaria y la vida que siempre van de la mano.
Ha sido fascinante volvernos a encontrar con Matías, Susana, Paula, Juan e Irene en este otro escenario que ellos llenan, paradójicamente, de verdad y familiaridad. Parte del juego. Otro acierto.
Por supuesto, encantada de conocer a Luis, María, Carlota y sobre todo Amalia , musa e inspiración en este universo femenino fundamental en las obras de Miguel.
Me ha gustado el final de Casa Luna que es un espejo del principio; previsible porque así lo requiere la trama; lo vemos venir lento y acompasado, poniendo cada cosa en su sitio; las aguas vuelven a su cauce, termina la ensoñación —también Fortuño ha hecho realidad su sueño con Amalia— y el mundo ficticio deja que la realidad se abra paso de nuevo como un círculo que se cierra. Misión cumplida. Pero Miguel siempre deja por ahí , en algún momento algunos “cabos sueltos” para que cada uno tire de ellos como quiera y a mi este me ha seducido: “Y no lo diré, estoy seguro de que seré capaz de morir sin decirlo: otro, u otros, sabrán qué hacer cuando llegue el momento, si llega.” Ambigüedad, misterio, incertidumbre y una puerta abierta a nuestro curiosa imaginación.
Cómo no mencionar la aportación de María que nos sorprende con una acuarela que hace de Casa Luna un libro muy especial; también la portada, resultado de lo que esconde tras ella, tan sugerente: el hombre es palabra o el hombre está hecho de palabras, las recibe, las ofrece, las comparte…la grandeza y el poder de las palabras que, utilizadas con sensible maestría, como nuestro autor sabe hacerlo, nos maravillan y nos convencen.
Agradezco lo vivido y lo aprendido con esta lectura sorprendente, con esta gran mentira contada con tanta verdad.
Y ahora a esperar la próxima; yo dispuesta a “viajar” a donde y con quien Miguel tenga a bien llevarnos, con la certeza de que volveremos a encontrarnos con nuevas frases e ideas que nos emocionará. Todo un lujo.
Cusha que te diga Miguel: desafortunadademente, yo no leo novela, sólo poesia y ensayo. Siendo joven, cogí El Quijote y tuve la primera elucubrasión de que cada novela sólo tiene un 25 por siento de páginas maravillosas, el resto es infraestrustura paginal de modelo. Fuí al médico y me dijo que estaba esquivocada y que yo tenía un déficit de aguante nervioso incurable, y así son las cosas.
Pero leo los comentarios sobre tu novela “Casa Luna” y me digo a mi misma: presiosa, una novela presiosa, esa dursura, esa vitalidá, esa sincronisasión entre realidá y ficsión, esos sobreentendidos subyasentes en los saromas primigenios que se derraman por un contesto agrario, elemental, sensitivo y eterno. Se nota que el autor escribe exaltado por la vida, aunque prudente, preñado de pasión pero sin red sosial, primigenio y diletante. Un hallazgo de novela. Enhorabuena, Miguel.
Ni el sol que iba en su carrera,
ni el sol que va en su carrera,
ni el Pontífise romano
compañerita mia,
me quitan de que te quiera.
(Anónimo veneciano, dedicado a Conshi).