Cuénteme entre los perdedores del 1-O.

Me alineo con los que hoy, domingo 1 de octubre, han acabado desazonados y se sienten perdedores. Con quienes por un lado entendían que las fuerzas de seguridad tenían que hacer cumplir las órdenes recibidas, pero por otro lado dudaban si han recibido órdenes acertadas. Con quienes por un lado entienden la épica y la alegría de gentes normales de todo un territorio que estaban persiguiendo pacíficamente un objetivo que les ilusiona, pero por otro lado lamentan que hayan secundado tan multitudinariamente una iniciativa que conduce a un callejón sin salida, porque toma el atajo de "romper" con la ley en vez de algo más largo y difícil como pretender cambiarla. Me alineo con quienes han sufrido al ver que su policía ha tenido que ejercer violencia para desalojar unos cuantos colegios, quizás para visualizar una decisión gubernamental (impedir físicamente el referéndum) que ni mucho menos se ha logrado y que se ha mostrado innecesaria y desacertada, una vez que ya se había desbaratado jurídica y logísticamente ese referéndum no autorizado. Me alineo con quienes sufren al ver las imágenes con las que grandes periódicos extranjeros ilustran su crónica sobre la jornada de hoy en Cataluña. Me alineo con quienes, en Cataluña (TV3) y en el resto de España (TVE) se han sentido maltratados por sus televisiones públicas. Me alineo con quienes están confusos, con quienes han pasado un mal día, con quienes no tienen nada claro qué debe hacerse a partir de mañana, con quienes hoy ven un poco más lejos su deseo de vivir en un país normalizado, atractivo, del que nadie quiera irse, funcional, cuya democracia y cuyas leyes sirvan más para mejorar las condiciones de vida que para contar naciones.