Seguro que ha habido muchos momentos dignos en tu vida. Seguro que en aquel tiempo, cuando elegiste algo tan comprometido como hacerte soldado de un ejército irregular, hubo algo de épica en tu decisión. Seguro que agravios, injusticias, incomprensiones y venganzas alimentaron tu convicción de que tu decisión había sido correcta. Seguro que has vivido experiencias apasionantes, y que te creíste un resistente con valor y agallas. Seguro también que alguna vez dudaste de ti mismo, que te pusiste en el lugar de la viuda o el huérfano, y que el contexto en que vivías te reafirmó de que "pese a todo", "merecía la pena" seguir luchando porque hay procesos históricos que necesitan el conflicto para avanzar, y hay conflictos que necesitan la violencia para visualizarse. Seguro que no te identificabas con el término "terrorista", porque tú más bien te sentías guerrillero, como tantos guerrilleros que hoy día protagonizan posters, carpetas y libros hagiográficos. Seguro que además de haber asesinado a alguien, has sido padre de familia, hermano, amigo, que has tenido gestos de solidaridad, que eres un ser humano. Lo digo en serio: estoy seguro.
Pero a largo plazo la leyenda acaba cediendo a la realidad. Y la realidad es que un objetivo que no es posible alcanzar con un episodio breve de violencia, debe dejarse para otro momento, sin que tenga sentido perpetuar una violencia que sólo reafirma, blinda y apiña al adversario. A largo plazo queda que Euskal Herria, una pasión quizás bella, acaso una Arcadia en la que todo el mundo tiene derecho a creer, no vale más que la vida de personas que dejaron de existir por un disparo, una bomba lapa o la salpicadura de un Goma-2, un martes al mediodía, un sábado por la mañana. A largo plazo, la violencia acaba mirándose en el espejo y entonces es más evidente el daño que produce que los bienes que para el pueblo se prometían. Sí, la violencia es la partera de la historia, y es probable que si hubieras tenido que confesarte, le dirías al cura que apretar el gatillo o suministrar munición al gudari no era tu principal ilusión, y que lo hacías por aspirar a un bien mayor que el mal que causabas. Pero a la larga, queda el espejo: la sangre, los llantos, el luto, las vidas amputadas. Muchos de los que contribuiste a matar, estarían ahora vivos todavía. Habrían tenido hijos que no han nacido. Habrían vivido veranos y otoños que se han perdido. No sólo eso: además has producido miedo y desazón, has provocado que muchos recursos públicos se hayan tenido que dedicar a escoltas y medios antiterroristas en vez de a sanidad y educación, has provocado un sentimiento de agravio con el que se ha alimentado una España a la defensiva, has sembrado la desconfianza entre hermanos, cuñados, compañeros de estudios, vecinos. Perseguiste acaso una Arcadia, pero lo que queda es mucho daño. Qué pena que no lo digas un poco más claro.
Ya sé que otros muchos, de tu lado, también han sufrido. Sé, estoy seguro, de que os han torturado, han desfigurado hechos, han exagerado noticias, incluso han matado desde el otro lado a algunos de los tuyos en aquella vergüenza simétrica a la que llamaron GAL, el peor retrato posible de España. Sé que siempre sentiste que estaban mancillando lo que tú llamabas tu nación, y que simplemente apostaste a un juego que no era seguro que perdieras. Pero perdiste, y sólo queda el daño que hiciste. Saldo neto negativo. Qué bien harías en reconocerlo: no es sólo que se acabe un ciclo porque sí, es que has comprendido que habría sido mejor que no se hubiese iniciado. Esa sería la gran palabra que podría haber salido de ti. Pero no haría nada por arrancártela. Como mucho, darte la bienvenida a este mundo de gente sin pistola.
Con un lenguaje claro,cercano,certero,es de tú a tú.
Ni.una sola muerte ha valido el sueño, que ha sido pesadilla para aquellas personas que creemos en la paz.
Los terroristas reconocidos en sus circunstancias, en el reconocimiento de las dos.partes,todo un avance.
Reconfortante pensamiento.
Creo que alguna vez habras tenido que mirar a los ojos a un asesino.
Yo sí lo he hecho, y el asesino confeso de tres personas, y tras 20 años de carcel, era un paciente al que tuve que atender, estudiar y tratar para que se curase y pudiera seguir viviendo.
Es dificil dar la bienvenida a este mundo -sin pistolas- a los que vienen del mundo que crearon al asesinar a uno o mas seres humanos. Lo que sale de natural es huir de ellos!
Quizás por eso tenemos Fe los humanos en otro mundo sobrenatural: por que en nuestro interior sabemos que tiene que existir justicia y porque, solo desde la Fe, nos resulta posible a los humanos normales, volver a acoger a los asesinos. Solo por la Fe que nos dice que esas personas tambien son hijos de Dios, que nos perdona a todos.
y en cuanto al acercamiento de los presos…. de verdad alguien cree que es soportable para los familiares de los asesinados encontrarse cara a cara con los asesinos por sus calles? La reinsercion , a la que tienen derecho, deberían hacerla por lo menos a 1000 Km de los lugares de los asesinatos. Aunque sea por un poco de respeto.
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Stein, tratemos a los etarras que han asesinado (una vez disuelta ETA) igual que a los asesinos no etarras. Simplemente. Ni mejor, ni peor.
Cumplida la pena, un asesino etarra tiene legalmente el mismo trato que un asesino ordinario. La diferencia es que un etarra formaba parte de un complejo criminal con atrocidad sanguinaria preestablecida, y además a un complejo político y social. Por tanto, hay que vigilarlos socialmente, mediáticamente, policialmente, para que no distribuyan con poses supuestamente pacíficas, mensajes de odio, de racismo, de xenofobia, de justificación de crímenes pasados. Mucho cuidado con ellos.
Es histórico que Kubati llegó al parque donde estaba la ex-etarra Yoyes con su hijo y le dijo: hola Yoyes. Y le dijo Yoyes: hola, quién eres ? y le dijo Kubati : soy de ETA y vengo a matarte. Y le pegó 4 tiros y la dejó tirada en el sueko.
Si se recuerda ese episodio, ajeno a cualquier género de defensa jurídica (Yoyes no pudo recurrir su sentencia de muerte, acudir a Estrasburgo ni liquidar su deuda con el Corte Inglés) , parece evidente que los asesinos de ETA , además de pistola, portaban una infraestructura política y moral asquerosa y, por ello, la contemplación de un fenómeno como el de ETA no puede ser razonada con argumentos de manual, ni universalistas, ni buenistas, ni equidistantes: hay que vigilarlos y repudiarlos sin fin, es decir, hasta que estén callados, sea personalmente, sea a través de Sortubildulandia.
Si a un fenómeno como el puigdemonismo catalán le unes un postetarrismo sortubildiulante con derecho primigenio a decidir sea cual sea el orden constitucional establecido por millones de criaturas, tómate algo, querido elucubrante.
Pues… qué poco sabes de cómo fueron las cosas y qué bien te has aprendido la retahila “oficial” tantas veces repetida, sr. Anónimo.
Creerás que eran mejores los miles de jóvenes que se enrolaban en las fuerzas de orden público y venían aquí con tanta prepotencia como ignorancia, a odiarnos (como ahora tú) y así, con ese odio, torturar de lunes a viernes, porque el fin de semana cogían fiesta de ese macabro “trabajo”, si a torturar de lunes a viernes se le puede llamar trabajo.
Y no me extiendo más, porque seguramente no merecerá la pena. Pero podría, podría mucho, porque nací 5 días antes de que naciera ETA, y ya cuando iba a la escuela primaria me encontraba de camino, entre la niebla de invierno, la “propaganda subversiva”, pues así se tipificaba entonces la actividad de esparcir los papelitos con los anuncios de la última Asamblea que supuestamente luchaba por el “pueblo trabajador vasco”. Porque esa era la semántica que conformaba la mentalidad de la gente de aquella época por estos lares.
Mientras en tu tierra seguramente (pude ver uno y comer en él un día algunos años después) los niños de mi misma edad disfrutaban del campamento veraniego de la Organización Juvenil Española.
He ahí la diferencia primordial que llevaría a uno a convertirse en fuerza del orden desplazada a una tierra habitada por gente odiosa a la hasta matar se podía impunemente, mientras el otro niño, mi compañero de pupitre quizá, terminara militando y huyendo por no ser torturado salvajemente.
Hola Idiazábal. Veo menos odio en mi carta que en tu respuesta. Y ya sé que el odio siempre encuentra material “real” del que alimentarse. Yo parto de la premisa de que (sobre todo en los años 60) nadie se incorporaba a ETA “porque sí”. Seguramente muchos de ellos fueron los mejores de sus pandillas, de sus familias, de sus colegios. Mi percepción sobre que ha sido globalmente una historia de saldo neto negativo (creo que muy lejana al discurso “oficial”, precisamente porque no necesito simplificaciones maniqueas) no proviene del odio ni de discursos oficiales, es una convicción. Precisamente por eso no me afecta que pienses lo contrario: cuando uno está personalmente convencido de una cosa no tiene “prisa” en que todo el mundo piensa igual… ¿Con qué exactamente no estás de acuerdo de lo que digo en la carta? Me encantaría un debate abierto sobre esto, aquí no hay riesgo de que vigilen el pensamiento. Un saludo.
Me quitas que te hable,
me quitas que te hable,
pero no me podias quitá
mis ojitos pa yo mirarte,
pero no me podias quitá
mis ojitos pa yo mirarte.
(Bulerias de Jerez).
Idiazabal, Miguel: a vosotros no puedo engañaros. Tengo un master en simplificación maniquea que me otorgó la Universidad de Montpelier y que me costó 2.000 euros más IVA, el cual me permite, con total respaldo intelectual y académico, decir que yo no tengo odio al pueblo vasco, sino a los asesinos, sean vascos o neanderthales; a los traficantes de linotipias, y a los protoemisores de argumentarios estúpidos y dañinos para la sociedad, cuestión ésta de ardiente actualidad con la construcción de la posverdad.
Como es sabido, y así puede comprobarse en You Tube, Amazon y Cortefiel, a partir de ahora va a establecerse el siguiente argumentario eco-equi-pluri-dimensional:
1.- Un chico bueno , que iba a buenos colegios, que confesaba a su sacerdote nacionalista sus pecados masturbasienses, y a pesar de su bonhomía, decidió matar a sus vecinos en pos de su país genuino, de su lengua diversa, de su Arcadia feliz, de su derecho a decidir y punto.
2.- Ante esa decisión, el Estado democrático , en vez de convertirse en observador crítico, en negociador proverbial, optó por asumir la figura de enemigo de guerra.
3.- Una vez asesinadas casi 900 personas, el chico bueno se dijo a sí mismo: vale, gudari, tu saldo es “negativo” y debes reconocerlo internacionalmente en la playa de Niza, porque has matado sin obtener el menor efecto político práctico, pero tu idea asesina inicial sigue siendo válida en términos humanos, filosóficos y políticos.
4.- Los muertos deben entenderse como fruto de un problema político, y no de un problema atrozmente criminal, y, por tanto, que nadie aproveche ese material mortuorio “real” para alimentar su odio al pueblo vasco.
Qué bien, Idiazabal, Miguel. Perdonad mi retahilismo oficial, pero es que llega la primavera y entre la manzanilla, las bulerias, la silueta de una mujer bailando al compás y la claridad del Discurso del Método de Descartes, tengo que pedir a los dioses que no me encuentre de cara con un argumentarista criminoeximente del contexto etarrense, porque el gesto facial que le propinaría le llevaría a tal lucidez mental que posiblemente, éste sí, le fuera dañino.
¡ Trump, dí algo¡