Aquí, en tu ciudad, esta tarde, unos hombres han estado reunidos. Se han citado en un domicilio, quizás en una oficina. Han llevado carpetas, tablets, carteras. Después de algunos chistes, alguien ha tomado la palabra. Ha hablado de cifras. El negocio va bien aquí, ha crecido allí, no acaba de arrancar acá. Se han preguntado por qué. Han pensado cómo conseguir que en los institutos crezca la demanda. Conocen bien las vías de penetración, pero los contactos hasta ahora han fallado en muchos de ellos. Han trazado una estrategia para que en los próximos meses, quizás el próximo curso, una media de tres chicos más por curso prueben su producto. Saben cómo hacerlo. Han salido de la reunión en la que han decidido cómo van a intentar que tu hijo sea tentado a probar la cocaína en una fiesta, un sábado por la noche, o en la graduación del bachillerato.
Seguramente, en un restaurante cercano, dos hombres están terminando de cenar. Los dos son mandatarios, no hablan de sus asuntos, sino de los asuntos de quienes les mandan. Uno ha sabido transmitir al otro los argumentos tranquilizadores, la convicción de que la oferta traerá ventajas para todos: para la ciudad, para su desarrollo, para la creación de puestos de trabajo, incluso también para el bolsillo del cuñado de su interlocutor. Éste pellizca el pan mientras por dentro se alinean los argumentos a favor de esa propuesta que aparentemente era intolerable.
Solo, en su casa, abandonado y rencoroso, un hombre que apenas ha cenado pero que sí ha bebido, está imaginando el momento en que acabará matando a la perra de su exmujer o su expareja. Lo pillarán, sí, o se acabará su vida, pero dejará de sufrir eso que le está matando por dentro. Ha pensado dónde, cómo, pero no está seguro de ser capaz de hacerlo. Se está decidiendo. Sabe que el final no puede ser otro.
Un abogado ha cerrado el dossier y se vuelve ya para casa. Mañana recibirá a su cliente, y ya sabe qué va a decirle, cómo se llama la sociedad cuya sede social está en un paraíso fiscal al que deberá hacerse la transferencia, a través de qué otras sociedades y por qué conceptos.
Adolescentes de familias rotas acaban de ser vendidas para ir a ganarse la vida en esquinas de una ciudad que ahora no saben que existe.
Quizás en la agenda secreta de algunos hay ya marcada una fecha para el atentado, para uno de esos atentados de los que estaremos hablando, consternados, dentro de unas semanas, con imágenes de cadáveres ensangrentados en la calle de una ciudad europea. Armas siguiendo un itinerario sin dejar rastro, explosivos, planos de una ciudad, el momento del día más propicio. Ellos ya saben cuándo, pero no saben a quiénes les tocará morir.
Unos programan el curso, otros ultiman la moda de otoño, otros la nueva aplicación de móvil que nos sorprenderá en septiembre. Casi todo lo que va a ser noticia dentro de unos meses está ya ocupando a mucha gente que piensa en mañana. También el mal se programa, mientras tantos de nosotros creemos que las cosas pasan porque el día las trae. Cada día tiene su afán, pero el próximo noviembre ya tiene días marcados en muchas agendas. No hay cabañuelas que nos avisen.
Sì, el mal se programa. Tambièn se programa el bien.
En la casa de doña Marìa, vecinos se reùnen para elaborar una estrategia de recaudaciòn de fondos para mantener en pie el comedor donde asisten a diario docenas de personas demasiado pobres para pagarse su propio alimento.
En un barrio a minutos de la gran ciudad un hombre estudia la manera de rescatar a su amigo de la adicciòn a la heroìna. No muy lejos de ahì dos jòvenes contabilizan vestimenta, calzados, y alimentos imperecederos para dàrselos a enfermos del hospital psiquiàtrico que han sido despreciados y olvidados por sus familiares.
En el corazòn de la guerra, voluntarios se reùnen para optimizar recursos y salvar vidas.
Afortunadamente, en algùn lugar del mundo, en este preciso instante hombres, mujeres y niños seràn beneficiados del bien programado por otras personas. Personas dispuestas a ayudar a otras sin pedir recompensa. ¡Què gran demostraciòn de humanidad la de estos seres humanos!
Me desagrada y me repugna, me de miedo y bronca el mal que se programa. ¡Què repulsivo planificar para dañar a otros! ¡Què espeluznante, grotesco y repugnante si ese mal va dirigido a niños y niñas! y ¡Què contraste con el bien! ¡Que hermosos somos los humanos cuando planificamos para el bien!
Jajaja… Miguel… Eres incongruente hasta la médula… Porque si tú eres de los que creen que las cosas pasan porque el día las trae… (Manda huevos)… No sé qué pintas en la Cancillería de Puerta Nueva con despacho al lado de la vitrina…esto ya no es justicia robagallinas… Sino de autobús de línea parroquial… Jajajaja… Ni Freud!!!…
El día me ha traído… Yo no lo había pre-venido…jajaja
Feliz día !!!
Estoy de acuerdo, Miguel. El mal se preprograma y en tu agenda tienes anotados
perfectamente los episodios malignos que puede proporcionarte el día. Coges el ascensor de tu casa y en el segundo se sube el vecino que no te saluda porque cree que así te humilla. Lees los periódicos digitales y sabes la programación preestablecida sobre el malino de Rajoy: si quieres saber si ha robado, pregúntale si ha robado, te dirá que no ha robado, porque eso implicaría autoacusarse de un delito, y así demostrarás, con su falta de credibilidad, que ha robado. Si una compañera te dice por la mañana “hola, guapo”, no contestes, es una trampa para acusarte de machista si le coges el antebrazo. Si te mandan bonos de descuento para productos, ni se te ocurra usarlos, han subido los precios. La próxima crisis no será inmobiliaria y bursátil, sino intelectual : llegarán al poder grandes caraduras, jetas, fascistas de salón, trumpetistas , descamisados peronistas, cuentistas, y el negocio será múltiple, bastará con ir proponiéndoles variados sectores de robo informáticamente ya estudiados. La izquierda será partidaria del alquiler gratuito, de la pensión no cotizada, de la hipoteca sin interés, de los informes millonarios, de la bisexualidad argumentaria, del lujo sin ostentación.
¡ Qué me gusta el mal ¡ ¡ Qué aburrido es el bien ¡
Hoy se volatilizó la convicción y la raquítica España de los estados mentales adjunto hominem de dominio soberano… Oeoeoeoeoe…
Ahora sólo queda esperar que entre la realidad y el realismo racionalista que fulmine la mentira de la insana “sana crítica”…
Hoy regresa el viejo dicho agroganadero de la fiesta de San Martín… Oeoeoeoeoe…
También San Martín se programa… Jajajaja
Buen día, que hoy lo ha traído grande!!!