No sé si existe el libre albedrío o si sólo somos un cúmulo de resortes automáticos con combinaciones todavía no alcanzables por una computadora. Pero sí creo en algunas libertades. Por ejemplo, la libertad de decir las cosas de la manera que uno elija. Hay tildes condenadas por la Academia que me encantan, soy desobediente a la postergación de la letra "q" por la "k" (quizás por exigencias de mi apellido), y jamás digo "A Coruña", sino "La Coruña" o "Coruña".
La Academia cumple su función. Hace bien. La Academia mira, oye, lee, y toma decisiones, por lo general como resultado de la adaptación de la ortodoxia a nuevas preguntas. A mí me parece bien que haga indicaciones y recomendaciones. Tampoco me molestan las indicaciones no académicas sobre el lenguaje no sexista. No las suelo seguir, pero no me molestan y las entiendo. Soy de los que generalmente mantienen el masculino genérico ("los alumnos", "los consumidores", "los españoles"), pero no es por rebelarme a lo políticamente correcto, sino por cierta dificultad a escapar de la inercia.
Luego están los que hacen chanza. Es verdad que las chanzas a veces vienen dadas por los excesos de una especie de Observatorio o Santo Oficio regañón de lo incorrecto en materia de visibilización del género. Pero también hay mucha fobia por lo correcto, como si fuese una agresión a la tradición (ortográfica, sintáctica, o de usos y costumbres). En el caso de la duplicidad y el masculino de género me gusta desconcertar a los más militantes partidarios del masculino genérico con un ejemplo en el que, que yo sepa, no se reparado lo suficiente. La anécdota es real. Un conferenciante salpicó continuamente su intervención de chistecitos sobre el "reunidos y reunidas", el "andaluces y andaluzas", el "estudiantes y estudiantas" y (no falla) el "miembros y miembras". Pero, ¿saben cómo comenzó su conferencia? Sí, en efecto: dijo "señores y señoras".
A eso de "señores y señoras" nadie le pone objeción. Resulta que desde hace tiempo quien se mofa de las duplicidades las tiene integradas, porque es algo que viene de cuando era niño. Dentro de dos generaciones, vaya usted a saber dónde está lo natural, y dónde el énfasis.
Voy por la calle y me pasa lo mismo que a Pedro Sánchez con Casado. Me dicen: Anónimo, no te parece que este Pedro es más simple que una mata de habas ? Y les digo : siiiii, llevais razón, hace años que no escuchaba ese dicho descriptivasional de una persona. Pero tened cuidado con la protuberancia de género: debe decirse mato de habo, es decir, gilipuerto, porque hay una línea rojiza que no debe traspasarse nunca y que es la violencia gramaticasional de género. Cuidado con eso, queridos conciudadanos genta.
Esta performance del lenguaje no sexista y otros hallazgos propagandísticos neodemocráticos no estudiados en los ciclos económicos de Leontief ni en la Teoría del partisano de Carl Schmitt; estos nuevos argumentarios banales que sirven de distracción ambiental, tienen su origen en la época de Zapatero. Antes del leonés, los políticos se dedicaban a estructurar orgánicamente la corrupción, con inteligencia, naturalidad y eficacia, como debe ser. Pero llegó ese histórico majadero ( En León, en cada casa un melón ) y se limitó a poner de moda el concepto “derecha extrema” (“derecho extremo “, debió decir ) ¡ y la ceja¡ , la ceja circunfleja que se expresaba frunciendo el dedo índice sobre un ojo de la cara. El hallazgo fué tan moderno que llegó a constituirse el llamado y protoinfluyente “Clan de la ceja”, compuesto por artistas , literatos y protuberantes de la más variada índole. Pero ni el zapatero ni sus zapatos llegaron nunca a ningún sitio económico ni social y es histórico que líderes políticos mundiales lo llamaron y le dijeron: José Luis, capu(llo), desmiem(bra) tu Gobierno y lárgate ya a casa.
El Bibianismo (Bibiana Aido, ministra), también fue histórico, pero carecía de la sagacidad de una ministra de Justicia trifálica de género.
Y es entonces cuando, pensativo y creativo, propones la reforma el Código Penal y la introducción de la pena de destierro(a) para los condenados en ERES, Gurtel, y esto y lo otro y ta ta ta , mandándolos a trabajar a Castilla para que remita la despoblación. Pero a Rato y a Pepe Griñán dejádmelos prestar servicio social en los Urinarios(arias) de la estación de Atocha. Allí serán admirados al cobrarte el papel higiénico.
Da gusto leerle siempre. Y, además, cada vez que lo hago me doy cuenta de lo conservadora y estrecha de miras que puedo llegar a ser. Me encantan las personas como usted, capaz de abrirnos un poco la mente, aunque sea eso: sólo un poco.
1.- Sobre la cuestión del masculino como “genero no marcado” y la consiguiente condena del desdoblamiento, yo tengo un ejemplo menos amable que el tuyo. En un conocido libro sobre la imprudencia en la actividad quirúrgica, su autor incurre repetidamente en el binomio “el cirujano y las enfermeras”. Como el primer término está en singular y el segundo en plural, ninguno de los dos incluye a las personas de sexo distinto al señalado por el morfema de género. O sea, que, inconscientemente, el autor se representa siempre a los especialistas en cirugía como varones y al personal de enfermería como mujeres. Y luego dicen que no es necesario visibilizar (otro término que irrita a los que solo son puristas para esto) a las mujeres…
2.- En castellano, La Coruña sigue siendo La Coruña, igual que Gerona, Lérida o Rentería se siguen llamando así en castellano , y no Girona (mucho menos “Chirona” o “Yirona”, como suelen pronunciar políticos y locutores de aquende el Ebro), Lleida o Errenteria. Otra cosa es que el topónimo oficial se haya adaptado a la lengua propia y oficial de cada Comunidad Autónoma. Por ello, la elección del topónimo adecuado se resuelve en una cuestión de registro. En una conversación o correspondencia informal entre castellanoparlantes es innecesario (y un punto pedante) decir que “Ourense” es una ciudad preciosa o que “Vitoria/Gasteiz” tiene fama por su calidad de vida. Pero en un texto formal, muy especialmente si es administrativo o judicial, es incorrecto (y un punto ofensivo) utilizar el nombre en castellano de la ciudad, cuando el oficial es otro. Y por deferencia, y para no herir sensibilidades, yo procuro utilizar el endónimo vernáculo, y no el exónimo castellano, cuando me comunico con interlocutores de la lengua de que se trate.
Siendo como es el juez una persona que ….., y la jueza otra persona de género femenino que…, el juezo debiera ser otra persona de género masculino y así en Juezos y Juezas para la dermocracia siempre les faltarán las personas como el Juez que solo es una persona, jurídica de formación con dermatitis atópica jurídica o jurídico, salvo los del Cuerpo de género masculino (jurídico).
Res ipsa loquitur.
¿Puede ser debido a las necesidades de adaptar el tiempo de traducción en películas y/o espectáculos y/o canciones?
– Mesdames et messieurs
– Ladies and gentlemen
– Damen und Herren
– Señoras y señores