El andaluz tiene tanta patria a cuestas que tiende a no tener claro en qué consiste su patriotismo. Quizás porque es una patria abierta, centrífuga, tan segura de sí misma que no necesita defenderse con leyendas exageradas ni fronteras artificiales. El andaluz, generalmente, no sabe contestar de una vez por todas en qué punto del radio de su identidad se traza la circunferencia de su nación: la comarca, Andalucía, España, Europa, el mundo. Si eso es así, si esa indefinición forma parte del carácter andaluz, entonces sí me siento hoy andaluz con orgullo.
Su mismo nombre lleva consigo un prodigioso desorden de patrias. "Al Andalus" significa España, o Iberia, visto desde el sur musulmán. No se acababa en Despeñaperros: abrazaba Toledo, Zaragoza, León, Tarragona. Fue cristiana, musulmana y judía, nada de lo anterior y todo lo anterior. Norte del sur, sur del norte.
Una patria tan honda, tan desordenada, tan parecida a la naturaleza humana, tan poco enaltecida por tronos de papel, no puede servir de bandera envolvente de un partido. El gesto del diputado que la enarboló en el Congreso de los diputados en el debate del estado de la nación no fue indigno, pero sólo porque fue ridículo.
Real Academia de la Lengua Española
Vocablo: andaluz, za.
1. adj. Natural de Andalucía.
2. adj. Perteneciente o relativo a esta comunidad autónoma de España.
3. adj. Se dice de la variedad de la lengua española hablada en Andalucía, caracterizada por diversos rasgos fonológicos, así como por entonación y léxico peculiares.
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