Los tribunales no juzgan a las personas, sino conductas. El Supremo no ha condenado a Garzón por ser mala persona, ni siquiera por haber sido un mal juez. La sentencia analiza un hecho aislado, concreto: haber acordado "espiar" sorpresivamente las conversaciones de los imputados con sus abogados, en un escenario en el que podían razonablemente estar seguros de que nadie estaba escuchando, para obtener información que pueda perjudicarles, y eso no se puede hacer, porque todo imputado (incluso Garzón, incluso tú cuando te veas implicado en cualquier asunto, seas culpable o no lo seas) tiene un derecho fácilmente comprensible: tratar en secreto con su abogado sobre cómo defenderse. El juez no puede meter la nariz en esa conversación, ni siquiera con ánimo de descubrir la verdad, porque la verdad no puede obtenerse a cualquier precio: esa es la razón por la que está prohibida la tortura, por más que el torturado tenga información valiosa y suculenta para perseguir el delito. Garzón ha hecho muchas cosas muy buenas (todavía recuerdo mi alegría cuando ordenó detener a Pinochet), pero el Supremo ha dicho, razonándolo, que ha llegado a la convicción de que abusó de sus poderes como juez, adoptando una medida que "cualquier juez" sabe que no está permitida. ¿Por qué habría de permitírsele a él? ¿Por ser un buen juez? Eso sería muy peligroso.
Me gusta mucho más Garzón que los mafiosos del Gürtel, más que otros jueces torticeros, pero tras haber leído la sentencia he quedado prácticamente convencido de que no era posible la absolución, a menos que el Supremo hubiese querido "cerrar los ojos" y perdonar, cosa que no puede hacer. No han ido por él: más bien, no han tenido más remedio que constatar que cometió un delito. Las razones con las que quiso justificarse se cayeron abrumadoramente en el debate procesal.
La sentencia del Supremo es garantista. "Garantismo" significa que hay límites en la investigación del delito, y eso está avalado por una larga historia de tropelías llenas de buenas intenciones y de injusticias irreparables: acordémonos de la Inquisición, que se caracterizaba precisamente porque no había derecho de defensa. Merece la pena blindar el derecho de defensa: a veces eso nos vendrá muy bien a cualquier ciudadano, frente a un poder arbitrario. Garzón, un juez que nos dio alegrías, ha caído porque atravesó una puerta prohibida, después de leer el letrero de "prohibido el paso".
Es bueno que tengamos garantías de que el juez que conozca de nuestros asuntos no va a resolver con arreglo a sus propias intuiciones y concepciones de justicia. No son buenos los jueces mesiánicos a los que estorba la ley, no son buenos los jueces que se creen que su propia y personal concepción de las cosas está por encima de todo. Eso es muy peligroso, y el Supremo ha dicho que ningún juez, ni siquiera quien es considerado un buen juez por la mayoría de la gente, está por encima de la ley. La sentencia del Supremo es un dique de defensa del ciudadano. Y no estamos sobrados de ciudadanía en este país.
Es probable que el mejor Garzón hubiese condenado a Garzón si hubiese tenido que juzgarlo por su decisión de hurgar en las conversaciones del preso con su abogado.
Lo sabía. Sabía que me iba a encontrar aquí una entrada sobre Garzón. Me admira tu firmeza.
Miguel, si de verdad quiero creeer que lo que dices es así, ¿por qué no puedo quitarme esta losa de encima, esta sensación de que la sentencia contra Garzón estaba escrita desde antes del juicio, esta impresión de que prefieren condenarlo por esto y no por lo del franquismo, porque saben que en este caso la polvareda internacional sería inmensa?
Gracias, Claudia, sabía que lo sabías.
Manolo, es inevitable la sensación de desazón cuando la justicia sólo enhebra hilos sueltos. Hay muchas cosas peores que las que ha hecho Garzón y que no se han juzgado ni se juzgarán nunca. En ese sentido la "selección" de esa conducta de Garzón puede ser injusta desde el punto de vista humano, porque queda comprometida toda la vida profesional de un juez que ha dado muchas alegrías a la decencia. Tienes derecho a sentirte mal.
Recomiendo el artículo de Soledad Gallego Díaz en la edición de hoy domingo de El País. Critica al TS, pero desde un planteamiento que asume la complejidad de la cuestión, y conociendo las razones por las que se le ha condenado. Muy buena reflexión.
Con aquella voz Garzón, apenas un fuelle con rotos, hubo de escuchar a los dueños de la cosa judicial el canto de las claridades.
Todos vamos aprendiendo, Garzón quiso que los que vivimos supiéramos de aquellos muertos, y ahora con él apartado, vamos conociendo mejor la vida de estos "vivos".
Estoy por pasarme al lado de la defensa de Garzón: me caéis mejor quienes lo defendéis a él que quienes defendemos la sentencia… Y cuando uno tiene que dar tantas explicaciones, malo….