Compras un billete de avión por Internet y confías en que al
presentar la copia imprimida del correo de confirmación te dejarán subir al
avión. Confías en que existe el apartamento que has alquilado a una
agencia a través de una página web y que
no te quedarás tirado en la calle cuando llegues a esa ciudad. Confiamos en que
si alguien cae enfermo, aquí o allí, habrá un hospital donde lo admitirán y lo
atenderán. Uno confía en que el trozo de plástico que lleva en la cartera le
permitirá pagar y comprar lo que sea preciso,
y que al volver todo seguirá en su sitio.
presentar la copia imprimida del correo de confirmación te dejarán subir al
avión. Confías en que existe el apartamento que has alquilado a una
agencia a través de una página web y que
no te quedarás tirado en la calle cuando llegues a esa ciudad. Confiamos en que
si alguien cae enfermo, aquí o allí, habrá un hospital donde lo admitirán y lo
atenderán. Uno confía en que el trozo de plástico que lleva en la cartera le
permitirá pagar y comprar lo que sea preciso,
y que al volver todo seguirá en su sitio.
Confiamos en que el suelo del balcón por el que nos asomamos no se hundirá, porque
la resistencia habrá sido bien calculada. En que la montaña rusa no saldrá despedida en los virajes. En que los letreros de las carreteras no
mienten. Compramos pescado en el supermercado confiando en que está en buenas
condiciones y abrimos la puerta, bebemos agua de la botella sin temer que
contenga sustancias tóxicas, y visitamos las ruinas del monumento confiando en
que el techo no caerá sobre nuestras cabezas. Confiamos en la palabra de quien nos hace una promesa.
la resistencia habrá sido bien calculada. En que la montaña rusa no saldrá despedida en los virajes. En que los letreros de las carreteras no
mienten. Compramos pescado en el supermercado confiando en que está en buenas
condiciones y abrimos la puerta, bebemos agua de la botella sin temer que
contenga sustancias tóxicas, y visitamos las ruinas del monumento confiando en
que el techo no caerá sobre nuestras cabezas. Confiamos en la palabra de quien nos hace una promesa.
La vida es un constante ejercicio de confianza. La
desconfianza es un enorme gasto de energías y de tiempo. Por eso cada mentira,
cada trampa, es un agujero grande o pequeño en el suelo que pisamos. Por eso
cumplir los compromisos, hacer bien el trabajo, atender a la palabra dada y no
generar más expectativas que las que podemos satisfacer es una de las más
graves obligaciones morales.
desconfianza es un enorme gasto de energías y de tiempo. Por eso cada mentira,
cada trampa, es un agujero grande o pequeño en el suelo que pisamos. Por eso
cumplir los compromisos, hacer bien el trabajo, atender a la palabra dada y no
generar más expectativas que las que podemos satisfacer es una de las más
graves obligaciones morales.
Cuentan que Julio César dijo "Vale más morir una vez que desconfiar siempre".
Bienvenido Miguel, me alegra que hayas vuelto.
Teresa