[Artículo publicado en la revista CTXT el 29/02/2016, puedes leerlo en su formato original aquí.]
Los movimientos entre partidos vistos hasta ahora parecen piezas de una arquitectura diseñada de antemano, pero no habrá gobierno si el PSOE no suma o con PP o con Podemos
La etapa que se abre después del próximo día 5 no va a improvisarse. Está ya más o menos pensada. El siguiente plato del menú tendrá ingredientes novedosos de los que aún no se ha hablado, y tengo la impresión de que no será un trampolín deslizante hacia unas nuevas elecciones generales. No es fácil intuir cuáles serán esos ingredientes, pero hay un método que podría ayudarnos a los impacientes: partir de la premisa de que si los sujetos que intervienen son racionales y saben perseguir sus objetivos, entonces todos los movimientos "provisionales" que ahora no son capaces de explicar ni somos capaces de entender (la composición de la Mesa, la renuncia de Rajoy a su designación como candidato, el meticuloso pero en apariencia inútil pacto negociado por C’s y PSOE y la pregunta hecha a las bases socialistas, que parecía redactada por Groucho) no han sido “palos de ciego”, sino piezas de una arquitectura diseñada de antemano. Dicho de otro modo: debe haber un final que explique lo que hasta ahora parece inexplicable. Vamos a intentarlo.
Planteamiento
La sesión de no-investidura de Pedro Sánchez va a ser una representación o trasunto de lo que en realidad ya ha sucedido hace varias semanas. El voto negativo de PP y Podemos será la constatación de una evidencia tan matemática como política: no habrá formación de nuevo Gobierno y la legislatura será fallida si el PSOE no toma la decisión de pactar (en cualquiera de las formas imaginables) con el PP, o con Podemos, que es lo que hasta ahora ha procurado cuidadosamente evitar. Sin dos de los tres partidos más votados (PP, PSOE y Podemos), nadie podrá ser investido, y por tanto, como lo único claro es que PP y Podemos podrán coincidir en el no, pero no en el sí, es claro que todo pasa porque el PSOE, con o sin C's (dato políticamente importante pero aritméticamente intrascendente), busque (y busque de verdad) a uno o busque a otro de los dos partidos a los que tiene como adversarios electorales. Esto está bien claro desde la noche del 20-D, y por tanto la estrategia de Pedro Sánchez de "cerrar" (!) un pacto con Rivera, o bien es una maniobra elusiva (no decido ni PP ni Podemos porque me rompo, y voy a elecciones hablando de "pinzas"), o bien es una pieza de la solución final que se presenta "descontextualizada" pero que finalmente cobrará sentido. Para lo que no va a servir ese pacto, desde luego, es para que Pedro Sánchez gobierne con ese programa. No lo olvidemos: no habrá gobierno si el PSOE no suma o con PP o con Podemos, y está claro que el PP no permitirá que Sánchez sea presidente del Gobierno sea cual fuere el programa, como que Podemos se opondrá a ese acuerdo, sea quien fuere el presidente. A la dirección socialista no se le escapa esta evidencia, y sin embargo se ha empleado a fondo para redactar el documento junto con otros buenos negociadores de C's. Retengamos este dato, porque es fundamental: ese programa se ha hecho para algo útil, pero aún no nos lo han explicado del todo.
La sesión de investidura no va a sorprender a nadie. Es como si ya la hubiésemos visto. Me atrevo a hacer la narración por anticipado: Sánchez exhibirá talante negociador y tenacidad en el empeño de desalojar a Rajoy de La Moncloa a base de progresismo, reformismo y transversalidad: de estas tres palabras, dos están ya muy gastadas, y la tercera imagino que será el eje del discurso de Sánchez. En su discurso, las tres palabras más repetidas serán “Rajoy”, “cambio” y “transversalidad”. Rivera procurará enfatizar que por fin hay un partido nacional capaz de llegar a pactos y reforzar mayorías sin comprometer más cesiones a partidos nacionalistas, y a continuación tenderá su mano derecha al PP para conseguir un gobierno "estable" necesario para España, y, de paso, para tapar la fuga de electores que podría producirse por su flanco derecho por su asociación con Sánchez. Las palabras más repetidas de su discurso serán “España”, “reformas” y quizás “consenso”. Rajoy se sentirá muy cómodo, por fin, cuando le toque subir a la tribuna, y nos dejará un (quizás último) discurso parlamentario que preveo muy brillante: le estoy viendo explicar a Sánchez que “se le hace difícil” como portavoz del PP apoyar la candidatura de alguien cuyo principal objetivo es mandar al PP a la oposición, para a continuación recordar, seguramente con destreza, cuáles son las posiciones de un PP que ha recogido 7 millones de votos por si alguien tiene a bien incluirlo en sus planes de gobierno. E Iglesias, también muy cómodo, dirá a Sánchez que no constituyeron un partido ni concurrieron a las elecciones para sostener a un PSOE menguante ni para dar barnices, sino para cambiar las cosas desde el poder, y que como no consiguieron ser la fuerza mayoritaria de la izquierda, se ofrecieron y se siguen ofreciendo a participar en un gobierno de coalición presidido por un "socialista", aunque probablemente ya no diga "presidido por Pedro Sánchez", porque a partir del 5 de marzo Pedro Sánchez no volverá a ser sugerido como presidente por nadie.
"Pinza"
Entre la primera y la segunda votación serán los días en que oigamos con más frecuencia la palabra "pinza". Las terminales mediáticas del PSOE abundarán en el detalle de que Podemos habrá votado "en el bando del PP" (es decir, el bando del no) frente al bando de Ciudadanos y PSOE. Pasarán por alto que en ese "bando" habrá otros figurantes, como Compromís, IU, ERC, DiL y probablemente PNV, porque eso complica un poquito el relato. Oiremos decir y leeremos que los extremos se unen en pinza contra el "cambio", y que Podemos habrá demostrado que lo que pretende no es derrocar "a la derecha", sino al PSOE. Será un mantra, un hashtag o un trending topic, como ustedes prefieran, pero no tengan duda de que será así, porque el PSOE lo necesita como el agua: necesita convencer a sus militantes y a sus votantes de que "lo ha intentado", y de que sólo la intransigencia de Podemos, aliado con el PP, ha impedido un gobierno socialista, por lo que no dudará en sacar esa vieja joya de abuela de la tradición socialista a los que le atribuyen la fuerza de un sortilegio: creen que diciendo "pinza", a las gentes les entrarán unas ganas terribles de votar socialista, como en las andaluzas de 1996. Por su parte, Ciudadanos no hablará de pinza: no sé qué palabra tendrán preparada para dirigirla al PP, pero imagino que será una parecida a "enroque", para reprocharles algo que, si se piensa, es difícilmente reprochable al PP: que no haga ningún movimiento a favor de... a favor de un gobierno presidido por el PSOE, que ha sacado dos millones menos de votos. Tan absurdo es el intento, que obviamente se trata de una postura. ¿Por qué Ciudadanos no ha negociado un pacto de Gobierno con el PP y sí con el PSOE? ¿Por casualidad? ¿Porque el PSOE se lo pidió primero? ¿Por afinidad ideológica? No. Quizás les convenza de por qué unos párrafos más abajo.
Sigamos. Producida la segunda votación con el mismo resultado que la primera, los españoles tendremos la (falsa) impresión de que nos encontramos en la casilla de salida, quizás con un primer toro devuelto a los corrales. Lo de la “pinza” y el “enroque” durará, como máximo, dos días más. Tiene una fecha de caducidad muy cicatera: yo creo que el lunes 7 de marzo, que será cuando tomarán la iniciativa los únicos que podrán entonces tomarla: por un lado PP, y por otro Podemos.
A partir de aquí ya no se trata de una crónica anticipada, sino más bien de "recordar el futuro", es decir, retransmitir aquí lo que las meigas cuentan desde el lado de la imaginación y comprobar si conforman una prosecución lógica de lo que hasta ahora no parecen más que caminos truncados. Mis meigas me lo han contado así, y así lo transcribo:
1) Rajoy, en rueda de prensa, y tras comunicárselo al Rey, se ofrece a sí mismo como presidente del Gobierno, proponiendo una vicepresidencia al PSOE y otra a Ciudadanos, y (esto es lo importante) asumiendo como base de su Gobierno el documento pactado entre C's y PSOE, al que propondrá con énfasis dos o tres rectificaciones (que probablemente ya estén descontadas) y alguna adición. Ciudadanos dirá que sí después de dar algún pellizquito con el tema de la corrupción, y el PSOE pedirá tiempo muerto.
2) En paralelo, Iglesias convocará rueda de prensa, también el lunes día 7, y en ella dirá que su oferta "al PSOE" sigue vigente, informará de que está en condiciones de asegurar al menos la abstención de los partidos nacionalistas, y si es astuto exhibirá ante los periodistas una enorme pinza de metacrilato, diciendo a los socialistas que ahí está, que esa es, que con la pinza que él les ofrece, con la que les ha salvado de Ciudadanos, podrían sujetarse con fuerza los papeles de un gobierno "de izquierdas" si el PSOE está dispuesto a ello. Añadirá que, si Sánchez no se ve en condiciones de presidir un Gobierno con Podemos, IU y Compromís, "está en su derecho de declinar" y ceder la posibilidad a “otro socialista”. Puede que incluso Iglesias se atreva a sugerir algún nombre, de entre personas que no están ahora en la primera línea del grupo socialista en el Congreso. Puede que uno de ellos se llame Ángel Gabilondo; puede que otro tenga nombre de mujer (pero, por favor, no piensen que me refiero a Susana Díaz). Da igual: el PSOE va a decir que no.
¿Qué hará el PSOE, con toda España, impaciente ya, pendiente de su decisión? Creo que para entonces al PSOE sólo le quedarán dos estribillos, que están cincelados desde hace semanas en su Comité Federal: uno, que no apoyará un gobierno presidido por Rajoy; otro, que no gobernará con quien "quiera destruir la unidad de España". Las piezas están a punto de encajar.
Y desenlace
3) Es en ese momento, más o menos en vísperas de Semana Santa, cuando emergerá la última fórmula posible capaz de evitar la convocatoria de elecciones. Digo "última", aunque probablemente habite entre nosotros desde hace semanas. Consiste en que el PSOE acepta entrar en un gobierno con C's y el PP por un periodo de dos años, enfatizando dos condiciones: que la base del gobierno sea, en efecto, el programa “transversal” acordado con C's (con las modificaciones sugeridas por Rajoy, que acepta), y que no esté presidido por Rajoy. Quizás también añada tímidamente que la puerta de ese gobierno habría de quedar abierta a Podemos si decidiera “incorporarse a la transversalidad renunciando a sus maximalismos”. Es posible que el Rey, entonces, tras hablar con Rajoy, proponga como candidato a la presidencia del Gobierno no sé si a Morenés, o a Sáenz de Santamaría, o quizás a una "personalidad civil" del centro derecha que a estas alturas ya debe estar prevenida. Ese candidato será investido por mayoría absoluta (253 diputados), y presidirá un gobierno tripartito de coalición que no durará cuatro años, pero sí al menos dos, con posibilidad de acometer reformas constitucionales..
Si así fuera, todo lo que ahora no entendemos quedaría desvelado en su sentido. La “gran coalición” necesitaba tiempo y curvas para no parecer una mera operación de “poder”. El extenso programa negociado por C's y PSOE (seguramente, según me malicio, supervisado en secreto por algún negociador del PP, ¿quizá Zaplana?) no habría sido una pérdida de tiempo, sino un elemento necesario de una operación bien pensada desde el principio: el PP preside el Gobierno, con la mitad de los ministros. El PSOE preside el Congreso y ostenta seis o siete carteras ministeriales. C’s pone las bases de un programa en el que puedan confluir PP y PSOE, y asume, a la primera, un par de ministerios (uno de ellos importante). Entre los tres conforman un pacto de gobierno y legislatura con margen para llevar a cabo reformas que van a recibir apoyo popular. En cuando a Podemos, habrá quedado en el gallinero: líder de la oposición, pero lejos de la mesa donde se toman las decisiones.
Es posible que me equivoque, y que al final el PSOE provoque que estemos votando el 26 de junio. En todo caso, reconózcanme que si algunos hubiesen estado tentados por la "gran coalición", la habrían pensado, paso por paso, tal y como está sucediendo.
by Ernesto L. Mena
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