Estuve a punto de volverme al ver los montones de chatarra multicolor, los motores derramándose fuera de las carcasas como vientres destripados, los neumáticos apilados, los cuerpos metálicos muertos sin sepultura. Él llegaba por su propio pie. No pidió ambulancia ni furgón funerario. Digno hasta el final. Lo dejé en una sombra (última delicadeza), bajé de él, fui a la oficina, y allí certificamos la muerte del Golf GTI J-9843-N.
Veintinueve años juntos. Desde el 13 de julio de 1990. José Luis y yo fuimos a comprar dos coches gemelos, aunque el suyo era negro y con matrícula de Granada y el mío azul marino y con matrícula de Jaén. "Si es posible, sin cierre centralizado ni elevalunas eléctrico", había dicho yo. También renuncié al aire acondicionado, eso quizás sí fue un error. Recuerdo el primer trayecto en aquel mediodía de calor, desde el concesionario a mi casa junto a San Juan de los Reyes. Impecable, poderoso, flamante, consistente. Ese verano viajó por gusto a Valladolid y Galicia y bordeó el Camino de Santiago, y en septiembre nos fuimos él y yo a Bolonia en una especie de viaje de bodas en el que tuvimos tiempo y kilómetros para acoplarnos: la A7, Port Bou, la Costa Azul, Sconamiglio, la Riviera, la Spezia, los Apeninos, Bolonia, escuchando radios y un cassette con un curso de italiano("Ripetete e rispondete: io vado a la mia casa") para ir ambientándome. Ha estado en toda España salvo las islas, en Lovaina y Bruselas, en Berna, en Viena, en París, en Munich, en Roma y Florencia, San Marino, Montecarlo y Liechtenstein, el Algarve y Lisboa, Cazorla y Santander, Salamanca y Cartagena, el Pico del Veleta y unas imprudentes pistas rurales de los Pirineos que a cada curva parecían terminarse definitivamente, de las que pudo salir airoso gracias a que cerca de donde embarrancó había un grupo de boy-scouts con un Land Rover y una buena cuerda. Recorrió incesantemente los carriles de Casa Luna en los alrededores de Úbeda, trató las calles del Albaicín al detalle y al centímetro (porque algún estrechón era cuestión de centímetros), estrenó circunvalaciones y túneles que llegaron después que él, subió a miradores y se arrimó a acantilados, acudió a urgencias, a maternidad, a pediatría, fue al colegio y a las ferias, ha sido multado, lavado, rallado, nevado y abrasado por el sol de mediodía. Se accidentó en Despeñaperros el 28 de octubre de 1992, pero pasó por quirófano y quedó sin secuelas: nunca fue asiduo de talleres.
Soportó estoicamente la llegada de un hermano mayor pero más joven y emperifollado. Pero ahí estaba para lo que hiciera falta, disponible en segundo plano, aparcado en la calle debajo de un pino que se ensañaba con acículas y cagadas de cotorra. Enseñó a conducir a mi hijo como penúltimo servicio. Al final padeció artrosis y psoriasis, deshidratación y gases, pero no perdió su dignidad: "¿Necesita grúa?", preguntaron por teléfono los del desguace, y le dije que no, que el último trayecto lo haríamos como el primero.
En la oficina me acordé de pedirle la placa de la matrícula. Lo que queda de él.
Excelente testimonio sentimental de la relación kantiana entre la cosa en sí y el sujeto amante; feliz habitante del paraíso animado de almas animales, vegetales y metalizadas con ruedas que siente el ciclo vital que va desde el concesionario al desguace…
Una obra literaria sin parangón. Yo al menos no lo he visto ni en el manga japonés, que ya es decir con la cantidad de monstruos mecánicos a los que da vida y obra, pero que a ninguno honra.
Los marxistas pondrían el relato en una vitrina luminiscente como puro ejemplo del fetichismo capitalista de introspección egocéntrica incapaz de separar cabras de ovejas…
Pero yo me alineo mejor con John Frow (Genre, 2015), cuando dice eso de que «el género literario no es propiedad de un texto, sino que está en función de la lectura». Una lectura que tan artística y sentimentalmente lleva a confundir los placeres de la introspección melancólica con la acción heroica del descuartizado sujeto de derecho mecánico «Golf GTI J-9843-N»
Descanse en Paz
Espero de Panólimo una sentida saeta que acompañe el acto…
¡Mulgere Hircum!
El mal olor de la Justicia española sigue creciendo por descomposición propia…
No hay perfume que la disimule
https://www.eldiario.es/politica/CIS-constata-desconfianza-ciudadanos-Justicia_0_926357508.html
¡… Líbranos del mal; Amén!… o ¿es Texanos el diablo del CIS?…
No hay silencios (ni vitrinas), que tapen la realidad…
¡Eppur si muove!
( Paréntesis veraniego, queridos socio cívicos. En Agosto no leáis el New York Times, ni comáis venado en tercios y si una mujer os dice “guapo” tomadlo en serio y regalarle una hipoteca con interés negativo para que esté bella, libre y contenta como se merece en los próximos 10 años ).
La responsabilidad de no maltratar el genero?
Incluye tambien a herramientas?
Se pueden reparar?
No tienen jubilación y deben ser recicladas?
Le voy a preguntar algo a Miguel?
Estando en el colegio de abogados alguien con su cara le pedía a la funcionaria que me explicara que se habían acabado los números para poder acceder al juez a lo que me obligaba una multa administrativa que disfrazaba una agresión brutal e ilegal de? .. funcionarios? .
Naturalmente caras hay muchas y porque tiene que ser la suya?.Solucion?:
Preguntar! No era usted verdad?
Esto viene a cuento por la solución judicial!!! del tema.
Su abogado!?? nos comunica que ha sido imposible obtener la documentación de su caso y por tanto pide que le sea denegado el acceso al juez por vía de justicia gratuita.
Tiene 15 días para responder bla…
Llame y comente al remitente del escrito que yo tenia abogada y que no tenia notificación de su renuncia.
Me comento ay! estas chicas que no mandan documentos hablare con ellas.
Y también le comente que el mandante de que no acudiera al juez por falta de documentación que yo supiera ni era mi abogado.. ni tenia noticia alguna suya! , ni me había llamado, ni el colegio de abogados me había comunicado a ese día su nombramiento.
Aramis ? Es peligroso asomarse? me pregunto qué haces aquí!!
No piensas en los que te leen y conocen?
¡Oh! Annatiza, nuestro justiciable pródigo regresa al balcón con los dátiles de la Torre de Babel, tan indescifrables que hasta Google fracasa en el intento, pero «impasible el ademán» sorteas colegios, abogados y jueces en la ruleta rusa de una justicia tan gratuita que tan sólo regala derechos low–cost de corta y pega con efectos especiales de «ope legis». Puro automatismo de máquina de cafetería.
Mal asunto Annatiza venir de Babel y pasar por la calle cárcel para llegar a Plaza Nueva. Eso no es peligroso, es simplemente desastroso. Hablan de Constitución pero sólo oirás la canción; no busques comprensión pues sólo hay convicción. Pero si no te convencen jamás discrepes que no conviene pues muchas otras convicciones tienen; muchísimas y variadas. La Justicia Gratuita es como la marca blanca de los supermercados, incluso se han dado casos de listeriosis por haber tragado algún derecho contaminado.
La poesía está en el balcón. No hay peligro; pues allí sólo encuentras devoción a la justicia gaseosa; tan espiritual como prodigiosa. Incluso puedes llegar a creer que tienen la moral de su lado; la ética, la equidad y la razón los verás como floreros aromáticos del balcón. Allí todo es fragancia primaveral. El peligro está fuera para quien se asome; ¡viene de dentro! Fuera solo hay realidad y el peligro está en tratar de reducir la realidad.
No se te ocurra reducir la realidad de un átomo, pues el sólo intento desata la ira nuclear. Pero lo humano es flexible a conveniencia según la jurisprudencia.
No hago nada en un balcón virtual tan florido y perfumado; tan silencioso y comentado. No se quién me lee, mucho menos quién me conoce. Yo soy modesto y sólo conozco de aquello que yo se que no ignoro, y se poco porque hay cosas que no me interesan a diferencia de otras que si me divierten más.
Desde Descartes «pensar» es una forma básica de existir, como respirar, tocar o comer. Creer, sin embargo, es una actividad más «elevada» para aquellos sapientes que desprecian lo que ignoran, pero practican la convicción de que creen saber aquello que realmente desconocen. No olvides que toda teología es siempre de geometría variable para cartografías de crisis perpetuas, mientras que todo lo real es racional.
Yo, sin embargo, soy de «esos» que les preocupa saber de aquello que en realidad ignoran, y más en concreto me fascinan los jíbaristas ontológicos reductores de realidades; pues es una interesante forma de sapiencia a conveniencia que soporta tanto mérito como vanidad sin más conciencia. «No se puede pensar ningún pensamiento correcto si no se quiere lo correcto» (T. W. Adorno).
El auténtico jibarista ontológico anida en la lógica del merecimiento y su vanidad absolutista le hace infalible de devoción. No lo digo yo, ya lo dijo hace ya más de 5 décadas, el laborista Michael Young en «THE RISE OF THE MERITOCRACY» (1958) y más recientemente, hace sólo unos días, el jurista de Yale, Daniel Markovits en THE MERITOCRACY TRAP», publicado el pasado día 10 de septiembre.
Yo no busco convencer, me conformo con entender. No critico, simplemente investigo; «trial and error» … puro Popper, aunque no es mi favorito. No obstante, la verdad es un tipo de aceptabilidad racional ontológica (Putnam, 1981). La verdad sólo tiene que ver con la existencia objetiva de hechos reales. La verdad nada tiene que ver con las creencias, ni las convicciones de conveniencia, mucho menos con los hechos jibarizados, salpimentados y sazonados como los pavos al horno.
El silencio, por ejemplo, hace la música y caracteriza la melodía. Lo mismo sucede en el reino de lo superficial de la apariencia; lo sin concepto actúa como lo descuidado, lo excluido; se volatiliza constantemente por mucha apariencia de solidez retórica.
Hay silencios obstructivos, beligerantes y tolerantes. El silencio tolerante es, sin duda, un valor positivo pese a contener una profunda tensión en su interior. Me encanta el silencio porque permite aprehender lo real de lo literario, incluso en casos extremos de jibarismo ontológico.
¡Veritas filia temporis!
Disculpe mi torpeza, pero pregunto:
¿Es un ser vivo el vehículo desguazado? ¿Tiene cuerpo y alma? ¿Es este microrrelato un ejercicio de amor intellectualis? ¿A Spinoza le gustaría? ¿Es la placa de matrícula la glándula pineal del vehículo y por eso la conserva? Gracias
El coche quiere ser coche.
¿Todo lo que se conserva ha de ser glándula pineal de algo? Espero que no…
Saludos.
Desde el pensamiento de una persona verdaderamente ignorante percibo el aroma de la ironía latente en el ambiente debido a que el Principio de incertidumbre prohíbe tener alguna certeza con respecto a la metafísica del coche que quiere ser coche.
Un misterio metálico de chapa pintada que al filo del finde, tampoco nos permite tener certeza con respecto a la vida del coche después de la amputación de su matrícula un lunes cualquiera.
Por ejemplo, incluso si el coche tuviere un querer cristiano con vida después de su vida pasada, uno tampoco podría garantizar que habría vida después de la próxima, o la siguiente. No hablo de semanas; hablo de continentes pues en la Chancillería tanto monta monta tanto tiempo como espacio si la discrepancia no se admite.
Consecuentemente la pregunta resulta, cuanto menos, extraña; tanto en cátedra como en alcantarilla. Tan sorprendente para un sapiente como delirante para un rumiante, pues la voluntad del coche queriendo ser coche muestra cierta rigidez en el planteamiento.
No veo yo al coche saliendo de fábrica con pañales al concesionario y voluntad de patinete o amor de camionero…. ¿Sería kafkiano?… pregunto a la autoridad.
Y si el coche quiere ser coche ¿Qué pasa con los complementos; los quiere o no los quiere?… To be or not to be…Si el coche duda… ¡ya existe!
Es, pues, obvio y necesario que, si el coche existe y tiene un querer, necesita glándulas, pues se ve que hace secreciones; echa humo y a veces hasta pierde aceites. Y si alguien pisa fuerte el freno; hasta chirría…
¿Por qué negarle la epífisis cerebral, o la tiroides a un cuerpo amante de sí mismo?
¿Acaso no sería éste peor crimen, el más abyecto de los imaginables, que amputarle la matrícula en pleno lecho de desguace?
Pero separar matrícula de glándula pineal es como si Moises separase las aguas del Nilo y conservase una sandalia como recuerdo de la travesía, una vez limpiada de polvo y sudor.
Se trata de un reduccionismo paradójico al comprimir lo finito en lo eterno construyendo una realidad abyecta que en paredes o cajones conserva el fetichismo de una «existencia» frustrada –mero reflejo pineal–, del coche que quiso ser coche para todos los sintientes.
No hay ningún sensible, incluidos aquellos a quienes les gusta pensar en sí mismos como dioses absolutistas, para quienes se elimina el espectro de la finitud.
Dicen de la eternidad que encierra una irónica paradoja pues una vez que estás muerto ya no hay forma de conocer si estás vivo porque ni siquiera tienes uña para pellizcarte el culo.
Así que para salir de toda caverna dicen los espeleólogos que se necesita lo real, por lo que una matrícula sin voluntad de coche, no es más que una chapa disecada en la cueva del coleccionista cavernario; glándula incluida.
Pura literatura.
Mulgere hircum
Ea.
JAJAJAJA!… SEA!
E.