Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid, ha publicado un buen artículo en "El País" en el que narra sus impresiones con motivo de un acto de homenaje a las víctimas del holocausto judío en el campamento de Auschwitz. Dice que se encontró allí con lo más negro del fondo del alma humana, y concluye preguntándose dónde estaba entonces Dios. Por cierto, la misma pregunta que se hizo Joseph Ratzinger, apenas convertido en Benedicto XVI, en el mismo lugar.
La pregunta es oportuna para un creyente: cuando se comprueba hasta dónde puede llegar la vocación monstruosa del ser humano, cuando se comprueba que nuestra especie, hecha a imagen y semejanza de todo un Dios, es capaz de organizar meticulosa y fríamente un genocidio, entonces el vértigo nos fuerza a hacernos grandes preguntas. ¿Cómo creer en la dignidad humana, si el mismo hombre puede aniquilarla sin compasión?
Sólo una respuesta me resultaría tranquilizadora: Dios estaba allí, en las cámaras de gas, asesinado una y mil veces. Ese es el Dios en el que puedo creer: no el que desde las alturas contempla nuestra historia para juzgar al final de la película, sino el Dios que, incapaz de salvarse a sí mismo, se confunde con el que tiene hambre, el que tiene sed, el que está enfermo, prisionero, sólo o perseguido. "Si lo hicísteis con uno de estos, conmigo lo hicísteis". El cristianismo es la gran religión que bajó a Dios desde las alturas y lo confundió con "los últimos", los más pequeños. De ahí la gran intuición: creer en Dios es ser capaz de sentir compasión por el sufrimiento humano.
Leyendo este verano "La decisión de Sophie", un libro sobrecogedor, extraordinario, llega un momento en que uno se topa con esta pregunta: ¿dónde estaba Dios cuando Auschwitz?. Se le responde con otra pregunta más demoledora: la verdadera pregunta es dónde estaba el hombre.
Saludos.
Te presento a mi Dios. El único modo en que puedo imaginarlo. No sé si te sirva. Saludos
http://dasdelluvia.blogspot.com/2010/04/mi-dios_4854.html
Manolo, un amigo mío dijo en una ocasión: "Dios interviene en la historia a través del hombre; por eso, si nosotros no ponemos remedio, esto no lo arregla ni Dios". Conozco también a alguien que dice que sólo ha "encontrado" a Dios cuando, sin buscarlo, se ha "arremangado" en algún compromiso moral. Es decir, al entregarse. En definitiva, si uno se queda mirando a lo alto, me temo que no verá a Dios, todo lo más se lo estará inventando.
Gracias, Begoña, por tu "oración".
Es mentira,Dios no está donde y como nos contaron.
Si nos hubiesen contado la verdad de Dios, la historia de la humanidad hoy sería, otra muy distinta,con unos pilares espirituales del individuo muchos más sólidos y fuertes.
Una humanidad con concepto de unidad,SANA! sin miedos al castigo del juicio final,ni al pecado, porque es el individuo mismo el que se juzgará, se perdonará, entendera cada uno de sus errores como lecciones para su crecimiento personal…,la mujer sería justamente respetada y valorada, una manipulación monumental imperdonable.
Dios está en las cosas mas sencillas de nuestras vidas, simplemente….
Un saludo.