"El fundamentalismo no nace de la fe, sino del miedo del individuo a la disgregación interior una vez constatada la disgregación de la sociedad. Las memorias religiosas se tornan en ideología; el pasado y el recuerdo se absolutizan para convertirse en raíces y en identidad" (Gianni Baget-Bozzo).
Por eso el fundamentalismo es un síntoma de vejez y de esclerosis. Nunca es pionero. El fundamentalismo es añoranza de un tiempo pasado ficticiamente mejor. Es una respuesta torpe a preguntas que ya no saben contestarse. Es una reacción refleja de quien se adhirió sin entender y, sin todavía saber el por qué, necesita seguir en el útero de una madre confortable: una patria, un rito, una leyenda. El fundamentalismo no puede permitirse el lujo de la tolerancia, porque en un contexto abierto pasa frío con sus vergüenzas al aire.
El fundamentalismo es la conversión de una convicción en ideología y en identidad. No tiene nada que ver con las convicciones. Una convicción, precisamente, tiene una agónica relación con la verdad: uno no se adhiere a convicciones, sino que las tiene o no las tiene, y por eso son cambiantes, se van perfilando, robusteciendo o deteriorando. Pero si la convicción se torna en ideología, empieza a desentenderse de la realidad, a bunkerizarse y a huir de todo escrutinio: no importa, porque lo que se busca con la ideología no es la verdad, sino un confort intelectual. Peor aún cuando de la ideología se pasa a la identidad. Entonces ya es el confort gregario, imposible de preservar sin altas dosis de postverdad, es decir, de mentiras de corroboración autocomplaciente.
Hay algo más. El fundamentalismo jamás se reconoce como tal. No tiene espejos para verse. Los fundamentalistas siempre son "los otros". Asociamos el fundamentalismo a islamistas enfurecidos, a sectas enloquecidas, pero el fundamentalismo es una pulsión que acecha en nuestros alrededores. No se es o no fundamentalista: es cuestión de grado. Hay un método antiguo para prevenir el propio fundamentalismo. La explicó, no recuerdo exactamente dónde o con qué palabras, el jesuita Rahner, tan poco fundamentalista: se trata de alejar y minimizar lo verdaderamente "último", para poder relativizar lo "penúltimo", que es casi todo. El fundamentalismo recorre el camino inverso: hace de cada cosa lo último. Tanto vale para él el "no matarás" como la abstinencia cuaresmal: todo es "fundamental", porque cualquier grieta amenaza con desvelar que al fondo, no hay nada. Ese es el miedo que fabrica fundamentalistas. Sí, ya lo sé: también la ignorancia. Pero yo ahora me refiero al fundamentalismo ilustre.
La incierta convicción es honesta, humilde, sirve para avanzar y puede sostener algún compromiso. El fundamentalismo ilustre no es más que la incapacidad de manejar la incertidumbre, y el miedo a una verdad distinta.
Como de costumbre ya empezamos con la trampa en el mismo titular pues qué es una verdad distinta sino una mentira. Pero sin embargo no es posible decir «el miedo a la mentira» por cuanto caeríamos en la trampa del mentiroso que dice verdad.
La cita acompaña, también, al juego de la sabiduría metafísica de uno de los astronautas más brillantes del sacro imperio italiano; Gianni Baget–Bozzo, que de la democracia cristiana italiana viajó al partido socialista italiano para amerizar con Berlusconi en Forza Italia con la escafandra teológica de Ratzinger… ¡Dios los cría y ellos solos se juntan!… Nunca mejor dicho.
La relación entre fundamentalismo y convicción es asombrosamente freudiana tanto por su metafísica sexual… “seguir en el útero de una madre confortable… », «… pasa frío con sus vergüenzas al aire»… etc, como por la «agónica relación con la verdad…»
Sorprende, pues, que alguien que maneja diariamente la «verdad» a conveniencia ope leguis del relato, o «Guante» penal, expíe sus conveniencias a través de los otros» típicos chivos expiatorios sobre los que siempre proyectan sus sombras los propios fundamentalistas de la Chancillería.
Es por ello que no sorprende que desde este balcón se recurra al jesuita Rahner, tan fundamentalista como pragmático a partes iguales, pues «minimizar lo verdaderamente “último,” para poder relativizar lo “penúltimo”, que es casi todo», no es más que una variante retórica del principio jesuita del fin (lo verdaderamente último; Dios) que justifica los medios (lo “penúltimo,” que es casi todo).
Justo lo que practica el Poder Judicial en el Estado de Conveniencia en que se ha convertido España, pues aquí el fin justifica siempre las sentencias.
Así tenemos que la más clara definición del jibarismo ilustrado del Estado del Guante Español, pronunciada desde este balcón, resulta francamente difícil de mejorar:
«El Derecho tiende a “reducir” la realidad: selecciona lo imprescindible para la subsunción en las normas jurídicas, y desprecia todo lo demás» (Testigo de Cargo nº 49, pág. 63)
Después de todo nuestro Estado de Derecho nunca fue columna vertebral de la sociedad española desde los Reyes Católicos hasta hoy, pues todos sabemos que la “ley” defiende en España a los poderosos para oprimir a los débiles con «lo imprescindible», despreciando «todo lo demás», pues no hay otra forma civilizada por la que una minoría pueda poner su pie en la garganta de una mayoría.
Así pues, ¿Qué es «el fundamentalismo ilustre»?
¿Es que ha nacido aquel que tiene capacidad de manejar la incertidumbre?
¿O acaso esa capacidad se adquiere por la vía del reconocido prestigio del chamán de turno, o por oposiciones al Estado?
¡Mulgere Hircum!
¡Eppur si muove!
felicidades! Un buen repaso de conceptos interesantes.
El fundamentalismo es un asunto muy estudiado que, en efecto, consiste en un proceso de radicalización que excluye toda interpretación racional y tolerante de la religión o de la política, estableciendo supuestas verdades absolutas, y excluyendo también todo aprecio por la ironía, la poesía y la imaginación.
“ Los hombres vivían cómodamente hasta que llegaron los profetas y arruinaron la vida de todos. Los libros sagrados sólo son un conjunto de cuentos inútiles “ ( Abú Alí Al Maari, filósofo sirio).
Y el fundamentalismo político, por su parte, consiste aquí en reiterar que la derecha es de derechas, que la izquierda es la obvia portadora de valores morales, o que una coleta sin corbata salvará a la gente. Valiente cofradias.
Si el esquema fundamentalista de la derecha o de la izquierda te resulta ya insufrible, vete a la poesía, que es uno de los lugares más placenteros de este mundo, y allí encontrarás nada menos que a Don Antonio Machado, que despreció como sabeis a los exclusivistas radicales:
“No tu verdad, la verdad. . Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela “.
Es queeee, la verdá, te pasas la vida pensando en ideas y objetivos curturales nutrientes que no sean banalisientes y en cómo consigues suna satisfacsión sensual potente y rasonable sin insidir en pornografía íntima familiar que te satisfaga a ti misma personaldemente , y resurta que de pronto, booom, una crisis sosial, un retroseso económico, un cuadro político surrealistico que te obliga a replantearte todo tu esquema Ikea-Corte Inglés- Amason-Vaticano, y entonses me subo en el ascensor de mi casa y me encuentro con mi vesina Carmela del 4º B y me dise ola funda y le digo ¿ cómo que “funda” qué es seso de “funda” ? y me dise sí, tu eres suna fundamentalista pesá que sólo piensas sen las cuotas pagadas de la comunidad y en que estén limpias las sescaleras del bloque y te da igual el derecho humano a no pagar las cuotas y el derecho constitusional a la libertá de espresión mugrienta, y le digo no estoy de acuerdo contigo Carmela en absoluto por tu confusión de dereshos, pero perdona Carmela es que tenía por aquí el coronavirus y no sé dónde lo he puesto, y me dise la Carmela ¿ cómo, cómoooo ? y le digo sí hija lo tenía por aquí mala cabesa la mía y ahora no sé donde está el coronavirus de la leshe este por dios ya, y entonses mientras trasteaba er borso empesó a gritar la vesina y a desirme ¡ ya me lo pagarás funda ya me lo pagarás ¡ , y la verdá es que estos momentos históricos son muy distorsionadores, coronavirus ni leshe, argún magnate de la Borsa saldrá ganando y nosotras saquí alelás.
No das ni una y eso intencionadamente. Me pregunto que haces aquí? Y si sabes que los hechos.. Hechos son.
Y si comprendes lo que es la voz de su amo.. Con un amo lelo.