Un rato antes de ir a dormir, en esta noche del último domingo de noviembre. El momento exacto para detenerse unos minutos, hacer que se pare el tiempo y despedir el año en la intimidad. Porque diciembre es muy expansivo y apenas deja huecos libres. Ha estado lloviznando el fin de semana, y la lluvia detrás de los cristales ("llueve y llueve") ayuda a lubricar algunos sentimientos. La lluvia, sí, limpia el aire y acerca recuerdos remotos: por ejemplo, el pijama abrigado de niño con el que dormía cuando oía llover en la calle, y en la casa todo estaba calentito y en orden.
Discretamente y con lluvia quiere irse ya el hermano noviembre, sin resistencia apenas ante el empuje luminoso y acaramelado de un diciembre lleno de fiestas. Es una noche neutra, la víspera de la última semana normal del año. Detrás están los puentes de diciembre, las cenas de amigos, y la recta hacia la navidad. Habrá que comprar ya lotería, y habrá que poner el belén. Pero de momento es noviembre todavía, un mes corto que empezó cuando todavía recordábamos el verano.
He salido al frío húmedo de la terraza. La ciudad está en absoluto silencio. Me ha parecido el momento más silencioso del año. Una invitación a decir "aquí estamos", e irme a dormir. Me acostaré pensando en cosas de este año que se acaba.
Querido Miguel: Sobre la lluvia en la ciudad, mi visión está en ese relato que escribí y has leído “Llueve”, de la colección “Antes de apagar la luz”. Coincido en todas esas visiones contigo. Lo malo es si ves llover y no tienes casa…., ni ventana, ni calor, ni nadie a tu lado.Sólo recuerdos, buenos recuerdos que quisieras no se borraran nunca con esa lluvia que cae ah. ¿Buena presentación el martes de “Casa Luna”. Ernesto Mena
Resulta que te pasas la vida construyendo tu identidad y tu propio mundo y configurando la serie de infraestructuras en las que asentar tu felicidad y de pronto, y cuando estás más tranquilo en posición de Noviembre otoñal, pum pum, post-truth, aparece la posverdad, una palabra y una tendencia sociológica nueva entra en tu rutina diaria y te dices a ti mismo , no ? pero de dónde leshe sale esto, en ? qué producto low-cost quieren vendernos ahora ? y entonces resulta que te enteras de que se está imponiendo la posverdad, es decir, que el sistema quiere alienarte no con hechos objetivos, sino con emociones o conjeturas superficiales, y entonces te dices a ti mismo: despide el año con tus preverdades adquiridas y ya en 2017 elucubra seriamente sobre Trump, el Brexit, Susana, el complejo de Edipo, el sincorbatismo, el populismo transversal de derechas y la necesidad de hacer el amor al menos siete veces a la semana, por dios, la posverdad, lo que faltaba
La posverdad… Asoma a finales de noviembre, y como pronto puede retomarse en febrero, que es el otro mes del año en el que todavía queda algún que otro tiempo muerto.
Si, es verdad , se ha puesto de moda la posverdad, la emosión por ensima de los heshos sobjetivos, y entonses me he acordado de la sabiduría popular nunca bien ponderada que dise:
A mi me han leío el sino
a mi me han leío el sino,
y al escusharlo temblé,
qué cosas no me diría
que aborresí tu queré
pa los restos de mi vida.
(Antonio Mairena)
Tom Waits, desgarrador inductor del sueño y del ensimismamiento. Buenos sueños… Pepa