No toda ilusión es un engaño. La nochevieja está ahí para pararse en un momento perdido de la tarde y mirar atrás. Pero para hacerlo personalmente. Que las retrospectivas de la televisión no sustituyan nuestra propia mirada atrás. La televisión nos hablará de cosas interesantes asociadas a 2013: de la renuncia de un Papa, de un nuevo Papa de aire diferente, de la muerte de Mandela, de un tal Bárcenas, de un reto soberanista, de la caída al abismo de Berlusconi, de una crisis política y constitucional, de la pérdida del poder adquisitivo de la inmensa mayoría de los españoles, de triunfos y derrotas deportivas... Todo eso está bien, pero no puede apagar la importancia de los acontecimientos íntimos. Pérdidas y conquistas, derrotas y victorias, experiencias y cicatrices, la materia de la que está hecha la vida. Un gran amigo que se murió para siempre a mitad de año, un viaje a París en familia, un contrato de edición firmado para la publicación de una novela, alguna conversación profunda con alguno de los hijos, esos libros que se han leído, esas películas que se han visto, esas canciones que movieron las caderas del alma. Ajustar cuentas con el desorden de cada uno y, modestamente, reconocer algunos errores. Identificar, sin excesivo entusiasmo, ámbitos en los que hay recorrido de mejora personal. No todo va mal, no todo va bien, y uno, todavía, está en medio de las cosas, tiene capacidad para decidir y enderezar, tiene defensas para aguantar y principios de los que tirar de vez en cuando. Hay proyectos, hay forcejeos con objetivos que se resisten, hay compromisos que merece la pena cuidar y renovar, hay renuncias que deben aceptarse deportivamente, hay oportunidades que exigen un primer paso que nadie más que uno mismo puede dar.
Así, inevitablemente, se empieza a girar el cuello y a mirar hacia adelante. 2014. 2014 no es nada. No tiene personalidad. Es una medida de tiempo que, en principio, se nos ofrece intacta. Pronto estará invadida por inercias y rutinas, pero ahora se presenta con la sensación de folio en blanco. No toda ilusión es un engaño: en lo que dependa de uno, que 2014 sea un año digno.
by Ernesto L. Mena
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