De alguien oí que, poco a poco, cada uno va teniendo la cara que se merece. Que si algunos creen que las líneas de la mano señalan un destino, lo que es seguro es que las del rostro llevan marcada una biografía.
Ahora lo he leído de Borges.
Si tienen un momento, les invito a leerlo despacio.
Ante la cal de una pared que nada
nos veda imaginar como infinita
un hombre se ha sentado y premedita
trazar con rigurosa pincelada
en la blanca pared el mundo entero:
puertas, balanzas, tártaros, jacintos,
ángeles, bibliotecas, laberintos,
anclas, Uxmal, el infinito, el cero.
Puebla de formas la pared. La suerte,
que de curiosos dones no es avara,
le permite dar fin a su porfía.
En el preciso instante de la muerte
descubre que esa vasta algarabía
de líneas es la imagen de su cara
J.L. Borges, "La suma", en Los conjurados
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