Hay tres ideas constantes a lo largo de los siete capítulos de la magnífica serie de televisión dirigida por Jon Sistiaga, "ETA, el final del silencio". Una es la memoria histórica, otra la reivindicación moral y otra la justicia restaurativa.
La primera de ellas es el nervio principal de toda la serie. Haríamos mal en proponernos un rápido olvido de lo pasó. Merece la pena recordar el sufrimiento, y también contarlo a las jóvenes generaciones que apenas lo vivieron. Euskadi y España deben mirar atrás, conocer los detalles, ponerle nombre a los asesinados, asomarse a la devastación que aquellos asesinatos produjeron en muchos de sus familiares. El sufrimiento es un patrimonio que no debe esconderse ni privatizarse. No es masoquismo empeñarse en recordar las imágenes de episodios tan duros como un ejecutado con preaviso de tres días (Miguel Ángel Blanco), el cuerpo de un concejal tirado sobre un charco de su propia sangre en la puerta de su casa, un coche policial o militar calcinado con cadáveres dentro, un secuestrado de larga duración protegiéndose de la luz al ser liberado del zulo, los cadáveres de dos jóvenes enterrados con cal viva. Tampoco lo es recordar el ambiente de opresión, de extorsión, de miedo a hablar, de miedo a pasear, el condicionamiento al que se vio una sociedad que no podía dejar de contar con la eventualidad de que alguien se fijara en uno, o en un familiar, y decidiera aniquilarlo: en paralelo al poder institucional, había un poder de hecho, con impuestos y ejército, que se decía revolucionario pero utilizaba métodos mafiosos. Todo esto sucedió, y fue en vano. La manera de superarlo no es olvidarlo, sino aliviarse porque haya dejado de existir. De aquello hay que hablar: derrotar a ETA es también hablar en voz alta de lo que entonces sólo podía hablarse en voz baja, o con escoltas. El documental así lo hace, y todos los capítulos están salpicados de imágenes y crónica de asesinatos concretos: el nombre de la víctima y a veces del asesino, la hora, el lugar, el modo. Para muchos de nosotros son imágenes o episodios recordados; para los más jóvenes, es una noticia, algo que no sabían, y es normal que se queden, como mis hijos, con cara de no entender cómo fue posible.
La segunda línea del documental es la fortaleza moral. El documental apenas incide en la cuestión política, y eso es deliberado. No es una laguna, un olvido o un ocultamiento, sino algo así como el subrayado del principio ético más absoluto según el cual ningún objetivo político, ni siquiera ningún agravio (por eso las víctimas del GAL también son protagonistas), puede justificar la creación y el mantenimiento de una organización que haga del asesinato su acción estratégica cotidiana. En el documental aparecen muchos familiares de asesinados (en su mayor parte, hijos o hijas) que ya han superado la fase más aguda del dolor, que han sido capaces de hablar con etarras (algunos incluso con quien disparó sobre el padre o el marido), que están decididos, en interés propio, a arrancar el odio de sus vidas, o incluso dispuestos a perdonar, pero todos ellos, en algún momento de la conversación, de una manera u otra, han expresado una necesidad: la restitución moral, es decir, el reconocimiento expreso de que aquello fue un error, que ninguna "explicación" sirve como "justificación", y que no debió ocurrir. Podríamos incluso decir, de manera más directa (aunque la palabra no aparece con demasiada frecuencia en las conversaciones del documental), que las víctimas necesitan y reclaman una experiencia de "culpa" en el lado de los que utilizaron la violencia. Cuanto más profunda, mejor: llámenme "judeocristiano", harán bien, y lo acepto de buen grado. Las víctimas se alegran de que ETA haya concluido estratégicamente que no es útil matar, pero quieren algo más. Se alegran de que el Estado haya derrotado al terrorismo, pero quieren algo más. Necesitan la base firme de un arrepentimiento real, y la convicción firme de que ETA fue un error, porque eso sí comporta un reequilibrio. La persona asesinada ya no está, pero sí hay algo que puede aún conseguirse: que su asesino lo lamente de verdad, y si es posible, cara a cara, porque así, aunque el daño sea irresarcible, se restituye en la única manera posible el sentido de las cosas.
Esto último conecta con la tercera línea del documental, que quizás a algunos le parezca innecesaria, retórica o buenista, y que sin embargo es fundamental: la justicia restaurativa. La justicia restaurativa requiere en primer lugar justicia, es decir, una condena en sentencia firme, tras un proceso con garantías, que "declare" la verdad, identifique culpables y aclare los asesinatos pendientes. Los de ETA (más de trescientos muertos sin que se sepa quién los mató), y los del GAL (casi todos los asesinatos que cometió). Sobre esa premisa (el juicio y la condena), un paso al frente. Si además de la cárcel, se obtiene el arrepentimiento, puede llegar algo parecido al perdón, y no hay nada más liberador que el perdón. Adelante, vuelvan a llamarme judeocristiano. Me da igual que haya muchos que no acepten esta idea: como cualquier idea, no puede imponerse, pero sí expresarse, y eso es lo que hace con suma delicadeza el documental. El rencor es una satisfacción a corto plazo, y una carga eterna, como dijo alguien. Si el rencor y la culpa son capaces de encontrarse y verse la cara con buena disposición, puede surgir el arrepentimiento por un lado, y la restauración del daño por otro lado. Es algo más ambicioso que la cárcel y el olvido. Es, también, más justo con las víctimas, y puede acercar la "rehabilitación" del culpable. No encuentro mejor "relato" sobre el terrorismo que el que pueden construir un asesino arrepentido y una víctima dispuesta a liberarse del rencor como medio para aliviar la injusta herida. Quien a esto lo llame equidistancia, es que no se entera de nada.
¿Puede un Kelseniano judeocristiano comprender el trabajo de Jon Sistiaga, periodista vasco de guerras y conflictos que en una serie trata de recoger la realidad de un conflicto, sedimentado por el paso del tiempo?
Creo que no, y este post lo demuestra por varias razones
La primera es que el texto es una interpretación muy particular que desprecia la esencia del trabajo de Jon y su equipo, que no es otra que el contraste de realidades antagónicas.
Para el Kelseniano la realidad es un asunto problemático que se complica, aún más, en la dinámica judeocristiana, por lo que lo real se transforma en una especie de «tsuminada» irritante frente al imperio onírico de lo que «debe ser».
Razón por la que lo real se poda en lo conveniente, y se fertiliza con el sufrimiento de los propios despreciando el sufrimiento histórico de los «otros», y así nos olvidamos de las proezas de Melitón Manzanas, y demás acólitos del prestigioso régimen del buen general para decir después que «El sufrimiento es un patrimonio que no debe esconderse ni privatizarse»
A partir de ahí el documental transforma de carácter a través de una visión sesgada de una alteridad patente mezclada con altas dosis de buenismo de cura de aldea vacía que reclama el exorcismo de una «experiencia de culpa» para los «culposos–culpables»
Exorcismo judicial que aquí se denomina, con gran acierto; «justicia restaurativa» para asombro de israelitas, judíos, y todo tipo de cristiano o protestante, por cuanto transforma el encuentro entre rencor y culpa en el más excelso de los actos amorosos.
Yo me he quedado tan maravillado que –sin ni siquiera medir distancias–, tampoco me entero de nada. Le mandaré la crónica a Jon para ver si él se entera de algo.
¡¡¡ Mulgere Hircum!!!
Asesinos y usureros..basta ya! Detegamos las organizaciones que hacen del asesinato su accion estrategica cotidiana.
Asesinos y usureros..basta ya! Detegamos las organizaciones que hacen del asesinato su accion estrategica cotidiana.
Estimado escritor,Aramis. Para escribir bien,no es necesario demostrar su “tecnica” superioridad caligrafica al “escribiente” Miguel… para de paso insinuar de forma grosera que generaciones de pensadores que de forma sucesiva han plasmado una corriente de comprension del mundo aunada en siglos de biblia cristiana plasmando lo que Fiedrich Nietsche definia como nihilismo.Que en realidad en su jerga Gongora lo definia mejor con su andeme yo caliente y.. y que traduciendo al cristiano vulgar en realidad define dos tipos de realidades:
Primera la union hace feliz al ser humano y lo hace semejatne a dios.Eso los la segunda realidad lo llaman lo contrario de la verdad cientifica que en moliente no es mas el platonico y organico cono del ojo… herramienta con que las hembras de la especie aventajan al macho dejando claro que cuatro conos ven mas que dos y…???.
Naturalmente nuestra realidad.. HUMANOS (que yo escojo) raza significa democracia dictadura del …? hombre apoyada en la igualdad sin ella no existimos esa es nuestra realidad.Ylos que se aprovechan de ella.. un problema no humano.
¡MON DIEU! pa llamarse “falsojudeo”, anda usted bien desorientado en el palomar
🙄🙄🙄
Juass refutado por decreto a dedo!
El riesgo de que la “rehabilitación “ del delincuente se configure como finalidad preferente a la del “castigo” penal del asesino, es decir, de aquél sujeto que acaba con la vida de otra persona, repito, con la vida, me parecería una disertación abominable, por no decir sanchistisiense.
El “ arrepentimiento “ de un asesino, especialmente de aquél que te pega dos tiros en la nuca mientras lees el “Marca” tomando un café en “Casa Curro” porque así colabora a la independencia de una “nación” que tiene dos idiomas y un sistema de cooperativas estafador para el cooperativista-trabajador euskaldún, puede producirse en múltiples momentos: al pegar el tiro y ver salir la sangre, al año de estar en prisión, a los doce años de estar en prisión, a los veinte años de estar en prisión y gobernar lo que se conoce en Disneylandia como “izquierda antiderecha antimegaderecha post transicional”, y `por ahí seguido, según postule el tertulianismo of Roures. Ante la imposibilidad metafísica de comprobar si el arrepentimiento es racional y anímicamente cierto, la única manera de valorarlo sin ofender al sentido común, a la intimidad moral de los herederos del difunto, a la sensibilidad social no manipulada y al muerto, es imponer una pena taxativa que no sea la muerte ni la prisión vitalicia – que rechazo tajantemente, a diferencia de Trump – sino una pena mínima de 45 años, de los cuales, los 7 últimos se condonarán si un podemita residual o un psicólogo sanchista no interviene y dice que el arrepentimiento es sincero.
Valoro, por tanto, el arrepentimiento como un medio de conciliación verdugo-víctima, pero, repito, repudio Disneylandia.
PD. Agradezco a mis seguidores su felicitación por corroborar mi tesis de que va a constituirse un Gobierno de derechas con el sanchismo-podemismo-independentismo. Estarán veinte años en el poder criticándose mutua y duramente por mentirosos y por no llegar a ningún acuerdo plurinacional, porque desde Andorra la Banca les ha mandado un resumen del beneficio milmillonario que puede generar un pujonacionalismo o un bilduetarrismolawcost franco ( sincero, quiero decir ).
Feliz año nuevo.
Tranquilos, queridos preubicados. La derecha, como su propio nombre indica y ya dejó sentado Peter Galbraith ( “La derecha como epifenómeno desolador “, Edit. Mangasverdes.es ) , es mala por definición, pero a veces puede actuar con inteligencia acomodaticia. El nuevo Gobierno sociopodemisiente tiene claro lo que puede y lo que no puede hacer, es decir, el número preestructurado de mentiras que ha debido y deberá ofrecer a lo que se llama ciudadanía o pueblo o gente española. Será un Gobierno de derecha meditada, fullera, ecuánime en la corrupción y la acomodación personal de multisueldos, festiva, encorajinada con la izquierda que representa de facto el PP y CS, y , como no seas prudente en tu crítica cartesiana, será expropiadora y taxidermista. Cuidado con lo que dices en el ascensor a tu vecino del quinto. Defrauda a la Hacienda sólo el 34%. Ni se te ocurra comprarte algo en Zara. Manda a la misa del domingo a la migrante que tienes colocada en casa con poderes tuyos. Y ni se te ocurra criticar al Diario.es. Este Gobierno va a dar de comer a toda la derecha periodistica de papel o informática. Tienen un derecho indiscutible a la propagación del tópico, la consigna vulgar, el eufemismo majadero,
la concatenación de la cara dura mezclada con lo mejor de la colonia Alvarez Gómez.
Escuchadme bien, sociopodemitas: salud ¡¡¡¡¡