Resistió, como los neveros resisten: agarrado a la montaña de la vida y sin maldecir el sol que se empeñó en abrasarlo. Vivió como si no hubiese sido señalado tan prematura e injustamente por el infortunio. Salvó los primeros ataques y desarrolló el instinto de estar vivo día a día, mes a mes, año a año, en una actitud vitalista admirable y contagiosa. Esa es su herencia: nos enseñó a decir "estoy vivo". Las últimas semanas también cuentan: menguó día a día su voz, su cuerpo, su energía, pero se sabía vivo y no despreció ningún momento, ni siquiera el penúltimo. Hasta anoche mismo se sabía protagonista de su vida, abría los ojos, miraba y todo estaba dicho: "estoy vivo". Hoy, por primera vez, no está. Pensamos en él, hablamos de él, pasan torrentes de buenos recuerdos que no caen por el cauce de la inercia, sino por el barranco de la amistad. Hiciste de tu apellido una manera de ser, una seña de identidad: un barranco de amistad. Un barranco, un plano inclinado que nos hace caer desde nuestro sitio
hacia el valle fuerte donde los colegas, juntos, roban caballos y se
paran para reír, para jugar y para hablar sin límite. Qué gran amigo has sido, Falo. Te hiciste querer queriendo, no hubo más secretos ni más estrategias. Queriendo porque sí, sin calcular la dosis. Y entre dos amigos pasa eso: que cuando uno de ellos deja de estar ahí, el otro queda envuelto en desconcierto. El que ahora tenemos, en esta noche cruel, de tan amable, que es la primera sin ti.
hacia el valle fuerte donde los colegas, juntos, roban caballos y se
paran para reír, para jugar y para hablar sin límite. Qué gran amigo has sido, Falo. Te hiciste querer queriendo, no hubo más secretos ni más estrategias. Queriendo porque sí, sin calcular la dosis. Y entre dos amigos pasa eso: que cuando uno de ellos deja de estar ahí, el otro queda envuelto en desconcierto. El que ahora tenemos, en esta noche cruel, de tan amable, que es la primera sin ti.
Cuando uno pierde un amigo no hay nada, nada en este mundo que pueda llenar ese agujero. Solo, y a ratos, el recuerdo del tiempo compartido y la lista de cosas buenas que te regaló.
Lo siento Miguel, un beso.
Teresa
Te hiciste querer queriendo.
Qué bonito el significado de esas palabras.
Te hiciste inmortal en mi recuerdo.
Creo que son las justas para acompañarlas.
Qué difícil se hace aceptar que aquella persona que siempre estaba disponible ya no estará. Que complicado a veces entender el objeto de la vida.
Un abrazo