Gatillo fácil

Puede que sea verdad que el régimen sirio decidió exponerse a la reacción internacional lanzando gas tóxico sobre la población civil. Puede que los servicios internacionales de inteligencia quedaran sorprendidos, por no saber que el régimen guardase arsenales de ese armamento vituperable después de que en 2013 los observadores de la ONU verificaran que no los había, y que el régimen carecía de capacidad para fabricarlo. Puede que EEUU y resto de potencias acumulen ese armamento sólo "porque sí", pero no para utilizarlo jamás. Puede que el ataque con misiles ordenado por Trump haya sido "limpio", en el sentido de eliminar una amenaza (el supuesto lugar desde el que partió el ataque con gas serín), y que no hubiese víctimas civiles. Puede, quién sabe, que esta vez sólo haya habido buenas intenciones y principios morales (proteger a la población civil de la megalomanía de un dictador) en la reacción de Trump, tan aplaudida por todos los medios. No tengo elementos para asegurar que no sea cierto...

Pero reconozcan que, con tantos precedentes, es lógico desconfiar un poquito de la versión oficial. No, desde luego, porque la versión del régimen de Putin (que ese gas estaba en arsenales controlados por el Estado islámico) ofrezca más garantías. No, desde luego, porque el régimen sirio merezca credibilidad ni apoyo, ni siquiera aunque enfrente tenga al Estado islámico. Simplemente, estamos tan acostumbrados a enterarnos un tiempo después (por reportajes, levantamiento de secretos oficiales, novelas o películas) de las mentiras de todos los actos de guerra que en el mundo han sido, que estaría por decir que es una obligación de ciudadano descreer de las versiones oficiales dadas en tiempo presente.  Por eso, francamente, me sorprende que de pronto el régimen sirio decida transgredir la línea roja del gas tóxico para matar a bebés y mujeres. Me sorprende seguir sin conocer la identificación de objetivos del mundo occidental en la guerra civil de Siria, en la que se enfrenta un dictador aliado con Rusia y un Estado terrorista, y no encontrar información objetiva sobre lo que está pasando allí. Me sorprende que de pronto resulte oportuno responder, de la mañana a la noche, con el lanzamiento de cincuenta y tantos misiles sobre un punto que parecía perfectamente identificado con anterioridad. Me sorprende no tener noticia de cuál ha sido el resultado (en sangre) de esos misiles. Y me sorprende que todo el mundo aplauda las decisiones de gatillo fácil.

Decir esto es exponerse, de entrada, a que me tachen de "sospechoso", o de buenista, o de "pacificista", ingenuo, etc. Mucha gente está encantada porque, por fin, Trump ha asumido el papel de "presidente de los Estados Unidos". Qué le vamos a hacer. A mí me parece que es un ejemplo más de atajo propagandístico buscando réditos poco confesables. No tengo razón alguna para creer que las intenciones de Trump son mejores que las de Bush en Iraq.  Tendré la enfermedad de los de pensamiento débil, pero soy de los que piensan que un ataque con misiles mortíferos es siempre una mala solución salvo que recibiera información suficiente como para convencerme de que, pensando a corto, medio y largo plazo, son mayores los males que se evitan que los que se infligen. También sé que al presidente de gatillo fácil le importa un pimiento lo que piense gente como yo, y que por tanto no tiene que gastar tiempo en convencernos. Pero es que este artículo no va dirigido a Trump, sino a quienes sin ninguna resistencia, sin sombra de sospecha, sin la más mínima reserva ni memoria, están convencidos de que esta vez sí, la versión oficial no incluye mentiras, no esconde intereses, trampas, no tiene nada que ver con la propaganda, y cargan sobre gente de pensamiento débil como yo la carga de la prueba.

Lo insoportable es que tenga que acabar este artículo teniendo que aclarar que no estoy defendiendo al régimen sirio, a quien creo capaz de tantas barbaridades como su oponente, el terrorismo del ISIS.