La Academia pretende perpretar un ataque a la "q", con aire anglosajón. La "k" quiere más protagonismo y pretende reducir a la "q" a su mínima e indispensable expresión: la de representar el sonido "k" (precisamente....) cuando, acompañada de la "u", viene seguida de "i" y de "e". Nada más que eso. Quizás, querer, quién, qué, esas cuatro grandes palabras, seguirán escribiéndose con "q". Pero "quórom", "Iraq", "Qatar", serán pasto de la anodina "c" o de la imperiosa "k", que hasta ahora más bien se empleaba para kilogramos y kilómetros. La misma "q", según la regla que quiere imponerse, debería entonces denominarse "cú", o, peor aún, "kú". Cada vez menos latinos, qué pena.
Al menos, si la finalidad es ajustar la grafía a los sonidos para evitar dudas ortográficas y ambigüedades, aceptemos una transaccional que compense el desequilibrio, y dejemos para la "q" lo que es de la "q": Qatar pasará a ser Katar, o Catar (otra ambigüedad....), de acuerdo, pero las distancias habremos de medirlas en quilómetros, los aviones se cargarán con queroseno, podrá vestirse el quimono, el periódico se comprará en el quiosco, y por supuesto, si quieres un whisky pídete mejor un güisqui.
Me gusta la "q". Me resulta amable, elegante, débil, siempre pidiendo ayuda a la "u". ¿Qué daño hace cuando, tan pocas veces, se atreve a algo de audacia y se coloca en lugar reservado a otras? Irak, Iraq... ¿Qué más da, si al final sus habitantes van a ser iraquíes, y no "irakíes". Quo vadis, Academia?
by Ernesto L. Mena
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