La última cena de Troy Davis.

Dice la prensa que Troy Davis se negó a tomar su última cena, antes de la ejecución.
Siempre me pareció esperpéntico ese derecho que se concede a quien va a ser matado de elegir qué quiere cenar. Palmaditas en la espalda antes del hachazo de la guillotina.
Lo que me escandaliza del caso Troy Davis no es que lo ejecuten "pese a que pudiera ser inocente", sino que lo ejecuten, sin más. Que ese tipo fuera inocente o culpable es muy importante a otros efectos, pero no debería ser considerado al dar noticias sobre la ejecución de penas de muerte, porque el problema de la pena de muerte no es que pueda aplicarse a un inocente, sino que pueda aplicarse.
No he visto mejor alegato contra la pena de muerte que la película  que protagonizan Sean Pen y Susan Sarandon (supongo que no se escribirán así sus nombres). Se llama así, "Pena de muerte": en ella, pese a las dudas iniciales, queda bien claro y nítido que el condenado era culpable de un delito execrable, e incluso se aporta la perspectiva de los padres de la víctima, que desean la muerte del agresor no por ser malas personas con ansiedad vengativa en forma de espumarajos, sino por intentar (desde luego en vano) echar tierra en el enorme agujero que en sus vidas causó la muerte de su pobre hija. La descripción lenta y compleja de los últimos momentos previos a la ejecución consigue que el espectador, que no puede sino aborrecer el delito que cometió, tenga compasión de él y lamente su ejecución.
Esa es la clave para mí: el problema de la muerte no es que pueda infligirse irremediablemente sobre inocentes, sin posibilidad de reparación posterior. Que haya mecanismos que permitan a una persona decidir el día y la hora en que ha de morir alguien, es sencillamente monstruoso, por más monstruoso que sea el delincuente. La pena de muerte es peor que la muerte, peor incluso que el asesinato, porque es santificar un derecho de la colectividad sobre la vida de un individuo. Permítanme la inmensa heterodoxia, pero creo que la muerte como resultado de un procedimiento judicial es más grave que la muerte como resultado de una venganza personal, entre otras cosas porque quien mata por venganza luego tendrá que rendir cuentas a la justicia. Nunca la justicia debería luego ejecutar a quien mató por venganza al que mató por pasión o vicio. Nunca la sociedad y la justicia deberían transgredir el más alto límite moral, que es "no matarás". Quien mata transgrede ese límite y es un delincuente, pero quien condena a muerte al que mata degrada definitivamente la dignidad humana como bien social.
Y sin embargo, sé que muchos españoles suscribirían que pudiera restaurarse la pena de muerte a los terroristas y a los multiasesinos. No creamos que semejante desafuero está desterrado de nuestra cultura: cualquier día vuelve por la puerta de atrás. Hemos de estar vigilantes y fortalecer el discurso que hace tiempo tuvimos claro: la vida nunca puede ser la variable de ajuste de una estrategia de lucha contra el delito. Matar es delito, pero ejecutar una condena judicial de muerte es condenarnos a todos a la miseria moral.

3 Respuestas

  1. Permíteme un comentario:
    Estoy de acuerdo contigo, aunque para mi, si que tiene aún mayor peso especifico, si encima se diera en un condenado inocente…como tantos ha habido, por ejemplo John Ray Conner ejecutado con inyección letal en Méjico,Jesse Tafero ejecutado en Florida en la silla electrica y tantos otros inocentes…¡ horrible !…
    los gobiernos que la aplican son tan criminales como lo son los propios acusados.
    Excelente pelicula la que citas…
    Un saludo.

  2. Completamente de acuerdo Miguel, yo también creo que vamos por el filo de la navaja, opiniones para todos lo gustos hay, todos tenemos una, pero luego está la cosa: La opinión publica, la gran cosota con sus porcentajes y sus estadísticas, los hábiles manejos, porque, cuándo es la O P es real, cuándo la opinión publica es dirigida sutilmente, y luego esta la supercosa que es la democracia y entonces ya hemos rematao
    :-))

    Escucha Miguel si tienes oportunidad y aún no la has visto "La vida de David Gale" (Kevin Spacey, Kate Winslet…) Peli muy muy buena. Otra mirada sobre la pena de muerte, la pena del que espera esa última cena y no va a resucitar.

  3. No puede haber mejor definición de opinión pública que la tuya, moderruner: "la gran cosota con sus porcentajes y estadísticas".
    También me gustó mucho "La vida de David Gale", la ví un par de veces.

    Anna Jorba Ricart, hola, gracias por tu comentario. Claro que es peor si además el ejecutado es inocente. Lo que quiero decir es que los argumentos más fuertes contra la pena de muerte deben valer para el caso de que el condenado sea indiscutiblemente culpable.

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