La dichosa historia de siempre entre el PP y el PSOE impide a algunos situarse con más lucidez en el asunto de las movilizaciones contra la reforma laboral: que si los sindicatos tragaron con el PSOE, que si el PSOE está detrás de las manifestaciones para compensar su debilidad parlamentaria... Por eso no sé si sería mejor, para salvar la protesta de las mezquindades de la política española, aclarar que las movilizaciones no van directa o exclusivamente contra este Gobierno (aunque sea éste quien ha escrito en el BOE lo que hace que se proteste) sino contra el viento que empuja en la dirección que, sin pretender hacerle frente, ha señalado la veleta del Gobierno. Miremos más al viento, y menos a la veleta colaboracionista.
Y ese viento está poco a poco identificándose cada vez con más nitidez: la reforma laboral es un intento encubierto de "depreciación" no de la moneda española (que ya no existe) sino de la moneda de los trabajadores españoles, es decir, de los costes laborales. La estrategia está muy clara, y en lo sustancial ha tenido varias fases:
1º) Se rebaja el salario mínimo interprofesional (primerísima medida del gobierno, escondida entre otras), que es un límite a los empresarios para fijar los precios del trabajo;
2º) Se "libera" al empresario de la negociación colectiva, de manera que este año no, pero el año que viene sí podrá fijar (es decir, bajar) salarios sin contar con los sindicatos;
3º) Se facilita el despido: primero, rebajando la indemnización; y segundo, incluyendo como causa de despido objetivo (con menos indemnización todavía) la "mengua de beneficios", es decir, que la cosa no vaya tan bien como fue tres trimestres antes
4º) Así, un empresario tiene el camino libre para despedir a los trabajadores "pata negra" que tenían blindado un sueldo "de antes de la crisis"; y se contrata a parados dispuestos naturalmente a trabajar por sueldo inferior, sin que un sindicato meta sus narices imponiendo límites, y pudiendo llegar hasta el salario mínimo interprofesional, que previamente se ha bajado; a ello se añade que el "nuevo" trabajador (a veces será el mismo de antes, pero con el nuevo contrato en peores condiciones) tendrá que tragar con más disponibilidad geográfica (váyase usted a Laponia), con más jornada de trabajo (quédese usted dos horas más) y con menos permisos (lo sentimos, pero usted no es competitivo).
5º) Así, la moneda no se ha devaluado, porque no se puede; pero las empresas españolas ampliarán su margen de beneficio o podrán bajar los precios (a costa de la masa salarial, que es la moneda de cambio) para poder competir mejor con las empresas de otros países.
La intención no es fastidiar la vida a los trabajadores, sino hacer competitivas a las empresas. Pero el instrumento es devaluar la moneda del trabajador para revaluar la moneda del empresario. La variable de ajuste ha resultado ser el eslabón más débil de la cadena. Y la excusa perfecta, los cinco millones de parados "del socialismo" (es decir, de la incapacidad de la socialdemocracia para impedir el paro causado por el capitalismo financiero). ¿No recuerdan la tesis de los parados como ejército de reserva o quintacolumnistas en la guerra contra los trabajadores y sindicatos? ¿No es indecente que se culpe de las cifras del paro a la dignidad ganada del trabajador?
Por eso la única respuesta posible es demostrar que el eslabón no es tan débil, y que resiste y protesta, con tanta entereza y argumentos como no-violencia.
Querido Miguel:
Difiero con la imagen del trabajador que das en esta y en las anteriores entradas. El riesgo de devenir una ficha de quita y pon ya existía antes de la crisis en ese sector -socialmente importante, políticamente irrelevante- de los trabajadores sin cualificacion, normalmente cubiertos por inmigrantes y ese grupo de españoles que al amparo de la bonanza se escaparon del sistema educativo en busca de un salario fácil.
Me parece relevante esa distinción.
Difiero también en el carácter apocalíptico de los comentarios sobre la crisis. Con todo mi respeto por el sufrimiento individual de los que la sufren directamente, creo que deberíamos reflexionar mas sobre como queremos salir de ella, que tipo de sociedad nos gustaría construir sobre las ruinas actuales. Y precisamente la educación, la formación profesional, el apoyo a los emprendedores, el esfuerzo y la constancia deberían ser mencionadas con mas frecuencia.
Yo no quiero que salgamos por la misma puerta que entramos. Me gustaría que fuera otra. Hay otros modelos que copiar.
Y al escribiere desde Camerún no me gustaría que olvidáramos que a pesar de las dificultades los europeos -incluidos los españoles- seguimos siendo los privilegiados de la humanidad en e, siglo XXI.
Nicolas
Fundamental esa mirada "larga" y desde el sur que propones, Nicolás, que abre perspectivas. Me gusta y comparto eso de que no debemos empeñarnos en salir de la crisis por la misma puerta por la que entramos.
Creo que en lo fundamental sí estamos de acuerdo. Mi preocupación tiene que ver precisamente con el tipo de sociedad para después de la crisis. Porque la reforma laboral es un modelo no para salir de la crisis (todos reconocen que no creará empleo), sino para cuando se salga de ella. No es una medida provisional y de urgencia, sino un nuevo marco. Y sigue al pie de la letra la lógica de que el principal imperativo es facilitar el beneficio empresarial (así se invierte, así se moviliza, así se genera empleo…). Mi pregunta siempre es la misma: ¿con qué límites? ¿Qué les asegura el sistema da a quienes no puedan ser emprendedores, o a quienes opten por no serlo? Mientras esto no esté claro, mientras no haya un nuevo "pacto social", entiendo que es legítimo que quienes tenían ciertas posiciones ganadas (efectivamente no eran los trabajadores no cualificados) las defiendan, porque es la única certidumbre que tienen. Es verdad que el modelo social "europeo" garantizaba bienestar a los penúltimos o antepenúltimos, pero no a los "últimos", que siempre se han quedado fuera. Pero me resisto a que la solución sea diluir esa protección de los antepenúltimos.
En Occidente somos los privilegiados, claro que sí. Pero lo injusto no está en la protección social típica del modelo social que ahora está en peligro. Si se desdibujan nuestros derechos sociales, no será en beneficio de la igualdad universal. La riqueza está cada vez más internacionalizada. Lo que no está es socializada. Por eso es una pena esa globalización que quiere hacer inviables paraísos sociales, en vez de exportarlos.
Pero qué importante es que lo que se diga aquí se pueda entender en Camerún. Es verdad que de eso nos olvidamos con frecuencia.
Gracias.