Dice un amigo que hoy, día 21 de marzo, es cuando realmente comienza el año. Yo no estoy muy seguro. Yo creo que el año debe comenzar en algún día indefinido de finales de octubre o primeros de noviembre, cuando se apaga definitivamente el último rescoldo del verano. Yo creo que es en el invierno cuando, cumplida por el otoño su tarea de hacer tabla rasa, se incuba todo con frío, lluvia y paciencia, y que en primavera y verano lo que hacemos es buscar la manera de reproducirnos y luego sentarnos debajo de una parra para esperar el nuevo ciclo.
También podría ser que en realidad cada año contuviera dos años, que comienzan y terminan en los días en que la noche y el día firman las tablas, y no en los rotundos y llamativos solsticios de abrumadora victoria de uno o una sobre otra u otro. Si fuera así, hoy podríamos felicitarnos el año nuevo del día, y a mitad de septiembre desearnos un buen año nuevo de la noche. Incluso podríamos pensar en cuatro años dentro de uno: dos de ellos serían años crecientes (los que buscan ya el próximo solsticio) y dos menguantes (los que se alejan de él, hasta el próximo equinoccio).
Mi hijo mayor odia la primavera, pero creo que es porque es alérgico (al polen y a los exámenes). Yo lo siento por él, y también por mi amigo Manolo Madrid, que con fatalidad proclama estos días que ahora viene el "mal tiempo", porque odia el calor. A mí, que me gusta eso de las flores silvestres en el campo, la promesa de la absoluta plenitud de junio, y la acechanza del verano en el que los ríos llegan a su estanque, lo único que se me ocurre decir es que me alegro mucho de que las leyes de la Física hayan determinado el movimiento de traslación de la Tierra.
Feliz año, o mitad de año, o cuarto de año nuevo.
Cojo un día el coche y viajo de Málaga, donde resido, a Jerez de la Frontera, en el mes de Abril. Llego a la ciudad un poco ya cansado y voy directo a aparcar a la Plaza del Salvador, en el centro. Es un aparcamiento subterráneo. Estaciono, cruzo el garaje buscando la salida y pensando en la tarea que me espera. Veo la indicación “Salida” y subo la escalera de dos tramos que va a dar a la calle. Asomo ya la cabeza a la Plaza y de pronto “boooommmmm” ; un fortísimo, rotundo y maravilloso olor a azahar que viene de los naranjos que pueblan el lugar.. Me quedo quieto, asombrado, feliz, sonriente , respiro hondo y, sintiendo un inmediato deseo solidario de compartir mi felicidad con la Humanidad y de sacralizar el momento, me viene de repente a la cabeza la idea de coger el móvil y hacer una foto o un video del maravilloso olor o explicarlo en una breve grabación, pero me digo tate tío, te has vuelo loco, el olor no puede grabarse ni fotografiarse Me quedo unos minutos más euforizado y finalmente me voy a mis cosas.
Soy de Córdoba y en Abril, cuando andas por sus calles, las aceras te devuelven tu sombra , el eco de tus pasos y tu agitada respiración del azahar. Me casé en Jerez de la Frontera con la mujer más guapa que había en la Ciudad, he veraneado en Sanlúcar de Barrameda muchos meses de Agosto íntegros y sé perfectamente cómo el viento de poniente es un viento benéfico que cura la uva de la manzanilla y que te concilia con tus mejores deseos sensuales. Pura gloria. Posiblemente sea la cultura en la sangre de la que hablaba García Lorca.
Mi año, por tanto, va del 1 de Abril al 32 o 33 de Agosto.