Mi hijo es un crack. Tiene doce años y en la última entrada me ha dejado un mensaje, reprochándome que hable tanto de política y tan poco del Deportivo de la Coruña. No sé cómo se ha enterado de que yo había abierto un blog, porque mi sección del ordenador está protegida con una clave. Pero lo más sorprendente es que, pinchando en su nombre, he llegado a un blog que él mismo ha abierto sin encomendarse ni a dios ni al diablo. Con fotos y encuadres que yo no soy capaz de conseguir aquí. Seguro que lo hizo en un rato del día 24 de febrero, sin darle más importancia (de hecho no hay más posts desde ese día, y es posible que nunca más haya vuelto a revisarlo), cuando a mí me pareció una proeza encontrar la manera de construir este blog.
Su blog trata sobre una de sus pasiones, el Deportivo de la Coruña. Tiene la desgracia de haber heredado la extraña afición de su padre por un equipo de una ciudad muy alejada de donde vivimos, por lo que sólo podemos verlo en la televisión o cuando viene a jugar a Málaga o a Almería.
La naturalidad de los chicos con estos medios es llamativa. No han podido heredarla, todavía no está adherido a los genes, porque mi generación tuvo que aprender sudorosamente a sacar alguna utilidad a estas máquinas inverosímiles, una vez que ya creíamos "haber cumplido" al haber aprendido mecanografía y al sacarnos el carnet de conducir. Recuerdo su primera y espontánea consulta en Google. Yo les estaba explicando a mis hijos, hace pocos años, cómo eran los volcanes, les pregunté si querían ver uno y entré en Google, escribí "volcanes" y aparecieron unos cuantos que le maravillaron. Cuando ya terminó la "sesión" (él se había quedado en el medio, más que en el contenido), dijo: "déjame un momento, papá". Y veo que, mirando letra a letra en el teclado (apenas hacía un año o dos que había aprendido a escribir a lápiz) escribió en la casilla de búsqueda: "¿cómo es la cara verdadera de Jesús?" Acababa de terminar la Semana Santa, y estaba desconcertadillo, porque los Cristos tenían caras demasiado diferentes.
Google contestó con una fotografía de la Sábana Santa, y él se quedó mirándola un rato, con la convicción de que esa era la verdadera. Lo más natural del mundo es que si el ordenador nos contesta al preguntarle por volcanes, también nos diga quién fue Jesús.
Aunque lo tiene prohibido, estoy seguro de que mi hijo ya se ha abierto (por probarse...) una cuenta en twenti, o en facebook. Se habrá bajado juegos y canciones en su iPod, pese la prohibición tajante y la limitación horaria de conexión en casa. Afortunadamente le gusta más el balón real que el virtual, pero vive, seguro, con mucha más naturalidad que yo, en las nubes de internet.
El día que tocaba aprenderse los países de Europa y los ríos de España, cuando su vista tropezaba con el libro y los mapas del colegio, él me pidió que pusiéramos en Google la expresión "mapas interactivos". Lo aprendió todo en un plis-plas: a la segunda, tuvo uno o dos errores de entre treinta preguntas.
Yo seguiré vigilante para que el Monstruo no se los coma, pero ya sé, y no me importa demasiado, que lo que no se deja pasar por la puerta entrará por la ventana.
Por cierto, el blog de mi hijo es www.deporcoruablogspot.com
Es tremendo, yo creo que nunca sabremos todo lo nuestro que hay en sus genes. Siempre son capaces de sorprendernos porque nos superan en todo.
Me quedo con el último párrafo, es genial:
"Yo seguiré vigilante para que el Monstruo no se los coma, pero ya sé, y no me importa demasiado, que lo que no se deja pasar por la puerta entrará por la ventana".
Qué cierto.
Es la vida, tenemos que estar vigilantes pero poco más podemos hacer, tienen que andar por su cuenta, tropezarse, confundirse, aprender, sufrir y gozar. El mundo que les está tocando vivir incluye google y redes sociales, pero si prefieren dar patadas a un balón de verdad, todo va bien.
bss