Alguien tendría ya que ir pensando en pasado mañana, puesto que el hoy y el mañana ya parecen, por desgracia, escritos. Hoy serán recortes, mañana más empobrecimiento, aunque quizás con el euro a salvo y en disposición de competir en el capitalismo salvaje internacional. Pero algún día llegará en que el problema no pueda seguir siendo de dónde se recorta, sino cómo queremos vivir. Alguien debe ir ya pensando cómo recomponer una política para recuperar la parte de bienestar social que sólo por un fracaso del sistema vamos a perder. ¿O damos por hecho que es irreversible?
Demasiados economistas dicen que la ideología de los recortes se reviste de razones de "necesidad" cuando en realidad sólo recorre caminos de "oportunidad". Krugman (¿vale menos su criterio que el de los asesores de Merkel?) habla hoy de una "amnesia interesada" de los fundamentos de la economía política: en definitiva, que se están tomando deliberadamente decisiones equivocadas porque se buscan objetivos distintos de los que se dicen perseguir: un recorte "estructural", y no coyuntural, de los niveles de bienestar, para incrementar los márgenes de beneficio. Porque no olvidemos que en el fondo de las decisiones económicas hay una relación de costes-beneficios, de manera que cada "coste" que se reduce (salarios, prestaciones a la Seguridad Social, impuestos) perjudica a unos y favorece a otros (quienes obtienen el beneficio). Antes eso se hacía a lo bruto, ahora se hace desde Bruselas con el inestimable apoyo de las Agencias de calificación y de la amenaza china como magnífica excusa.
Hay que pagar deudas, y no cabe más remedio que echar cuentas. De acuerdo. Pero, ¿alguien nos da alguna esperanza de que es un apretón temporal, y que está ya trabajando con convicción por hacer posible luego una recuperación de derechos? ¿Se está ya pensando en estrategias para que el adelgazamiento no degenere en anorexia? ¿Está la socialdemocracia europea haciendo sus deberes, o sigue arrastrada por los acontecimientos?
Cuidado. Si no se trabaja desde ahora mismo, ocurrirá que acabaremos encantados de que en vez de cinco millones de parados haya sólo tres, pero el resto trabajando con trabajos basura, sin ninguna resistencia frente al balance de cuentas, con una sanidad y una educación públicas de brazos caídos, aceptando que algunos se queden del círculo que delimita el área de la dignidad. Me temo que la estrategia consiste en dar la vuelta a los objetivos: si hace una década lo que se pretendía era corregir las desigualdades Norte-Sur a nivel internacional, ahora parece pretende que no haya paraísos estatales en los que la igualdad sea un imperativo político. Darwinismo social para todos: nada de ayudar a los cojos, que eso empeora la especie...
(Quien lea más de una vez por mes este blog dirá que estoy siempre con lo mismo; sólo podría contestar que es verdad, y que lo hago a propósito).
Recortes, siempre se habla de recortes. Pero me gustaría que se hable de recortar por arriba y desde arriba. Y que quienes viven en el lujo se amolden a las clases medias.
Por una vez, aunque sea tan solo por una vez, yo sonreiría.
Y así cada vez que se hablase de recortes.
Saludos preocupados