Ya han conseguido que nos lo creamos: que durante un tiempo vivimos "por encima de nuestras posibilidades". Yo también lo creo, si hablamos de nivel de consumo: zapatos nuevos al primer desconchón, lavadora nueva a cada atranque, televisión con pantalla igual o mayor que la del vecino, coche de más cilindrada cada dos años, vino de reserva con gaseosa, móvil y iPod a todos los niños de más de ocho años, cestas de la compra llenas de la nada bien empaquetada... Desde hace tiempo nos lo dijeron: el nivel de consumo de los habitantes del primer mundo es insostenible y no universalizable. Estaba por encima de "nuestras" posibilidades: de las posibilidades de la humanidad. Si toda la humanidad quisiera vivir así, reventaríamos el planeta.
Lo malo es que se refieren a otra cosa. Lo que nos están diciendo es que España ha tenido una sanidad, una Universidad, unos derechos laborales, unas pensiones y un gasto social por encima de sus posibilidades. Para "ellos" (¿quiénes son ellos?) lo del consumo estaba bien, y ojalá se repita. Pero lo que no puede repetirse es una jornada laboral de tan "pocas" horas (trabajad, malditos), esos puentes, ese ir al médico una y otra vez, esas bajas por lumbago, esas becas, esos programas sociales en barrios donde se han acostumbrado a poner la mano, ese lujo de sólo veintidós alumnos por profesor, ese gastar tanto dinero en parques naturales improductivos, esas bibliotecas públicas tan lustrosas.
Pero eso sí que no estaba por encima de nuestras posibilidades. En términos de felicidad aquello era mucho mejor que lo que nos prometen para el futuro: o reventar trabajando, o quedarse fuera. Aquél bienestar sería sostenible precisamente si se universalizara: si en China, si en Sudáfrica, si en Taiwan también sus ciudadanos disfrutasen de los mismos derechos y las mismas prestaciones, aquí no habría que recortar ningún derecho y ninguna prestación, porque equiparados los costes, no habría que achatarse para competir en las mismas condiciones. Si nuestro modelo social no es sostenible no es por resultar caro, sino porque si el vecino explota a sus ciudadanos y trabajadores y no paga aranceles al vender aquí, yo tengo también que explotar para vender en la tienda de al lado por el mismo precio.
Lo que hay que recortar el derroche y el lujo. Lo que hay que pinchar es la burbuja del consumo, que pide más y más. Y lo que quieren es que quien pueda siga consumiendo hasta el infinito y recortar en inversiones de igualdad y de dignidad.
La globalización ha sido un inmenso error. Los derechos con fronteras no pueden competir con el capital sin fronteras. La única solución habría de volver a ser el restablecimiento de aranceles. No para proteger los productos de marca nacional: si Canadá respeta los mismos derechos que nosotros, sus productos deberían entrar sin trabas. Me refiero a unos aranceles que compensen el ahorro de costes que supone la explotación, para que aquí pudiera seguir fabricándose sin explotar. Aunque eso suponga que las televisiones enormes vuelvan a ser un poco más caras, que los zapatos se lleven al zapatero cuando se gasta la suela y que el coche que uno puede comprarse tenga un poquito menos de aceleración.
Renunciar al nivel desenfrenado de consumo para defender un alto nivel de protección de derechos, ese debería ser el programa, y para eso hacen falta aranceles que encarezcan la explotación y abaraten la protección de un bienestar modesto y saludable.
Creo que simplificamos el debate sobre la globalización con esta descalificación general. Veamos.
Javier Solana, posiblemente una de las personas con mejor visión global de lo que pasa en el mundo no se cansa de resaltar como la globalización ha sacado de la miseria a centenas de millones de personas. Lo que ha pasado en Asia en la ultima década o lo que empieza a suceder en algunas partes de África lo corrobora. Simplemente por eso la globalización no puede considerarse un error.
Sobre el tema de respeto de los derechos básicos, mucho se ganaría si las empresas occidentales: las petroleras, las constructoras, las informáticas, las de material deportivo, etc los respetaran cuando desarrollan sus actividades en estos paises donde es tan fácil saltarse el control institucional. Y con el derecho internacional en la mano, una mayor vigilancia de lo que empresas chinas, de Singapur (pero también americanas) están haciendo en África sobre el acopio de tierras, por ejemplo.
La vuelta a los aranceles "selectivos" no es la solución. Y ademas es irrealizable salvo que giráramos las manecillas del reloj hacia atrás.
En mi opinion, deberíamos ir hacia el refuerzo de un sistema internacional mas justo, eficaz y honesto. El tribunal penal internacional, la organización mundial del comercio (por utilizar dos ejemplos ligados a esta entrada) son buenos pasos adelante. La limitación del uso del veto en el consejo de seguridad de la ONU -la situación en Siria es un ejemplo flagrante- es algo de eso que podría hacerse.
Me quedo con tu referencia a la igualdad y la dignidad como bases de cualquier gestión publica, nacional e internacional.
Un abrazo
Nicolas
Bien dicho.
Acabo de descubrir tu blog y me gusta mucho.
Muchas gracias, Luciano
Sinceramente les deseo que puedan comprender cual es el nuevo camino que tienen q tomar para sanear tanto "malentendido" me refiero no solo económicamente-resultados obviamente, sino al rumbo como sentido de los actos que los llevaron a este punto.
Por supuesto q lo digo con experiencia de causa, habiéndolo vivido mas q nada de una docena de años atrás en Argentina, y antes también…
un saludo afectuoso desde Buenos Aires!