El auto del Tribunal Supremo de inadmisión del recurso formulado por el Ayuntamiento de Tordesillas contra el decreto de las Cortes de Castilla y León que prohíbe celebrar el Toro de la Vega al modo tradicional (con "alanceamiento") ha sido notificado a la Corporación el lunes 18 de marzo. El alcalde ha convocado para el martes 19 a su equipo, a algunos asesores, y a los líderes de dos reputadas asociaciones cuyos fines asociativos incluyen "el estudio, promoción, difusión y protección de la tradicional fiesta popular del Toro de la Vega". Todos han acudido con aire serio y cierta excitación por la gravedad de la situación.
El alcalde abre la reunión con una declaración de intenciones:
- Respeto las decisiones de los tribunales, pero no seré yo el Alcalde que pase a la historia por haber rendido una tradición que aglutina al pueblo de Tordesillas. La historia nos ampara: venimos celebrando nuestra fiesta desde hace siglos, y estoy seguro de que Tordesillas, todos a una, va a apoyarnos si decidimos inmolarnos con ellos. Habrá fiesta del Toro de la Vega, y espero vuestro apoyo incondicional
- Pero Alcalde, ¿es consciente de lo que eso supone? -se atrevió a decir Fernández, el concejal de economía.
- No es momento de andarse con cautelas, Fernández. El pueblo se juega mucho en prestigio, tradición, identidad, e incluso ingresos, y usted lo sabe mejor que nadie. Sin nuestra ancestral fiesta, nuestra hostelería no se sostiene y Tordesillas se queda en un pueblo más con un par de iglesias como las hay en tantos lugares de España. Esto es un ser o no ser, y un pueblo entero vale más que el empeño de unos iluminados en que los toros mueran indignamente en un matadero, en vez de luchando noblemente. No vamos a resignarnos. No es momento de pusilánimes: quien no esté de acuerdo, ahí tiene la puerta. Nadie va a obligarle a seguir aquí.
Nadie se movió. Quizás alguno simplemente se removió en su asiento.
- Os diré cómo lo vamos a hacer -siguió el Alcalde-. Tenemos tres problemas: el toro, el espacio y la policía. Hay que comprar un toro sin gastar dinero público, porque eso son palabras mayores, se llama malversación, y no creo que ninguno de nosotros quiera ir a la cárcel y pagar multas de miles de euros. Luego hay que habilitar un espacio donde puedan esconderse las lanzas, e impedir el paso de la policía durante el tiempo necesario para que los lanceros ejerzan su derecho a seguir la tradición de sus padres. En cuanto al toro, Jorge García y Jorge Gómez organizarán a través de sus asociaciones un crowfunding popular (¿se dice así, Fernández?) con el que se recabarán fondos para comprarlo. Atención, es importante que en esto el Ayuntamiento no se implique. Nosotros diremos "habrá toro", pero que nadie meta la mano, que ahí nos la jugamos. El toro se comprará en julio, y ya encontraremos entre todos la manera de guardarlo de incógnito en cualquier caserío de la zona sin levantar sospechas. Incluso estamos pensando en que se compren dos toros, y guardarlos en corrales diferentes, por si acaso hubiera incidencias. En septiembre, delimitaremos un espacio en la zona de la vega, se harán planos y croquis que distribuiremos entre la gente, y la víspera de la fiesta organizaremos un Lechazo con actividades de todo tipo, y bien regado con vino. Lo podemos llamar "Verbena de la Vega". El lechazo y el vino corren de cargo del Ayuntamiento, porque nada impide que organicemos y patrocinemos una fiesta popular. Los Jorges se encargan de que no falte nadie esa noche. ¡Todo el mundo a la vega! Padres, madres, niños, abuelas, todo el mundo allí desde las cinco de la tarde de la víspera. Otros se encargarán de, sin levantar sospechas, ir escondiendo las lanzas entre los matorrales o en casas de la zona. Y desde primera hora de la mañana, los voluntarios de seguridad darán instrucciones al pueblo para rodear, brazo con brazo, en columnas de a cinco, las zonas de acceso a la zona. Pero ojo, esto tenemos que tenerlo todos muy claro, porque es muy importante: ¡nada de violencia! Nos apretamos fuerte, pero nada más. Si no hay algaradas, no habrá ningún problema: cuando toda España vea que el pueblo entero, salvo los cuatro raros del PACMA, está democráticamente con su Alcalde, su Corporación, y su Toro de la Vega, no se atreverán a impedir la fiesta, y como mucho ya nos vendrán con una multa o con una acusación de desobediencia, según dice el abogado, que ya veremos, porque oiga, nosotros nos habremos limitado a seguir los acuerdos municipales que siempre han sido casi unánimes a favor de la fiesta.
Uno de los asistentes tomó nota y se encargó de coordinar las operaciones, que resumió en un Power Point para que todo quedase clarito: era importante coordinarse.
En los meses siguientes, el Alcalde y los líderes de otros grupos municipales, en sus intervenciones públicas, insistían en que en septiembre de 2019 Tordesillas celebraría su Toro de la Vega con toda normalidad. En FITUR se repartieron folletos con reclamos. Y en alguna rueda de prensa, cuando algún periodista preguntó si habría alanceamiento del toro contra la expresa prohibición del Decreto, el Alcalde decía que en esos detalles no entraba, que no es el Alcalde quien tiene que decir cómo la gente tiene que comportarse, y que todo el mundo sabe lo que tiene que hacer. "Habrá Toro de la Vega si la gente quiere que haya Toro de la Vega, eso es todo lo que puedo decirle".
Por su parte, las asociaciones en defensa del Toro de la Vega convocaron una manifestación popular de protesta contra la prohibición, y en ella repartieron lazos negros reivindicativos de la Fiesta. La fachada del Ayuntamiento apareció ese día cubierta con un inmenso lazo negro, y un cartel que rezaba: "Tordesillas no se rinde". En la manifestación resultaron destrozadas dos papeleras.
El PACMA, a mediados de agosto, presentó denuncia en el Juzgado de Guardia, exponiendo indicios de que desde el Ayuntamiento se estaba auspiciando la celebración ilegal de la Fiesta del Toro de la Vega en su modo tradicional, y solicitaba medidas cautelares para asegurar el cumplimiento de la Ley. La juez dictó un auto en el que daba órdenes al Ayuntamiento para que dispusieran los medios que resultasen necesarios a fin de, sin alterar la normal convivencia ciudadana, impedir el alanceamiento de ningún toro, y ofició a la Guardia Civil para que, en coordinación con la Policía Municipal de Tordesillas, desplegasen un operativo de seguridad, ordenándoles la incautación de todo material relacionado con la celebración de la fiesta del Toro de la Vega. El Alcalde no contestó el requerimiento judicial, y consta que el Inspector Jefe de la Policía Municipal se reunió en varias ocasiones con el comandante de la Guardia Civil encargado del operativo, informándole de que la plantilla de la Policía Municipal era de 37 unidades, de las cuales 21 tenían encomendadas para ese día funciones que no podían desatenderse, como ordenación del tráfico urbano, vigilancia de edificios públicos, atención al público y oficina de denuncias, por lo que ofrecía 16 agentes que se encargarían de cumplir las órdenes judiciales.
Llegaron las fiestas de septiembre, y la "Verbena de la Vega", que contó con autorización gubernativa, resultó un éxito de público y crítica. En torno a las ocho de la mañana, la muchedumbre se dispuso conforme al plan previsto, cubriendo con columnas de cinco personas el perímetro del espacio que se había acotado para la celebración de la Verbena "y demás festejos", y no cesaron en sus cánticos y vítores a favor del Toro de la Vega, de Tordesillas, de la democracia, y contra los mataderos. A las diez, un toro de Mihura salió enfurecido de un corral en el que había permanecido oculto durante meses, y se vio a decenas de jóvenes provistos de lanzas para acometerlo. Los 16 agentes de la Policía Municipal hicieron sonar su silbato y conminaron a la gente a disolverse pacíficamente, lo que no lograron. A continuación, tres unidades de la Guardia Civil acudieron al lugar con material antidisturbios, intentaron entrar en el espacio, pero se toparon con la resistencia de gentes que se apretaban en los lugares por los que la Guardia Civil quería acceder. El jefe del operativo hizo una llamada telefónica y, tras colgar, dijo a sus subordinados: "adelante". El revuelo fue importante: hubo porrazos, empujones, tirones de pelo, patadas, también gritos e insultos, algún joven, acaso enardecido con el alcohol de la Verbena, retaba a las fuerzas actuantes increpándoles e incluso empujándoles. Finalmente, los agentes lograron una vía de acceso, incautaron nueve lanzas, lazos negros, carteles propagandísticos, y el cadáver de un toro. Resultaron treinta y ocho ciudadanos y cuatro agentes lesionados de diversa consideración.
Dos días después, la Corporación en pleno y los Sres. Jorge García y Jorge Gómez, fueron detenidos y conducidos a declarar. El Juez les leyó los cargos del escrito de querella: al Alcalde y a los concejales se les imputaba un delito de sedición, por alzamiento tumultuario, con penas que oscilaban entre 10 y 15 años, por su condición de autoridades. Jorge García y Jorge Gómez, sólo a penas de entre ocho a diez años, al no tener la condición de autoridad. El Fiscal pidió prisión provisional, que fue concedida por el Juez, quien tampoco autorizó a Alcalde y concejales a acudir a los plenos municipales, por riesgo de altercados con motivo de su traslado a la casa consistorial.
En redes sociales se abrieron interesantes discusiones. Unas, de tipo jurídico, sobre si el delito cometido es la muerte del toro, la desobediencia a la autoridad, o la sedición. Otras, sobre qué ha de prevalecer, si la ley elaborada por los políticos, o la larga tradición histórica, si la voluntad de un pueblo o la ley. Algunos han promovido como solución la celebración de un referéndum pactado, si bien esa propuesta tropieza con la cuestión de si ese referéndum debería celebrarse en Tordesillas, en Castilla y León, o en toda España.
En el Ayuntamiento pende aún un lazo negro, pero ese es ya otro relato.
(PD: frente a las fáciles analogías con realidades aparentemente similares, no dejen de pensar en un hecho diferencial: en este caso, la declaración de nulidad y la supresión de todo efecto jurídico de la convocatoria municipal de la Fiesta del Toro de la Vega no era suficiente para salvarle la vida al toro).
¡Mon Dieu!
Que streaming analógico en la más pura clave orteguiana de El Cossio…!!!
Toda una exhibición del género literario de la justicia–ficción de la toropatria lanceada por un alcalde que es el alcalde que quiere que sean los vecinos el alcalde pero que ahora un Mihura enfurecido de corral lo convierte en reo del Llanera de turno.
Pero el relato está cojo, sólo se centra en el escenario local y nada dice de los supremos personajes alguaciles de la gran patria torera; los Rajoys, Zoidos, Nietos, Cobos, etc, etc.
Tampoco aclara si el alcalde y los Jorges superarán la prueba del agua cuando el tribunal finalmente los lance al rio para comprobar si flotan o se hunden conforme al rito ancestral del Santo Tribunal de Burgos.
Sin duda el relato muestra un Mihura cabreado, y el relato atribuye el cabreo, con acierto, al corralito patrio, pero nada cuenta de la justicia del corral, aunque señala al pueblo de Tordesillas como un pueblo lancero, prototipo del votante de Vox; feligrés de costumbres ancestrales embravecido por el efecto mariposa que desde Andalucía se trasmite a Castilla y León en jaleo de cantos y vítores al Toro de la Vega…
¿Pero quién quería salvar al toro en el relato?… ¿los cuatro raros del PACMA?…
¡Mon Dieu!… ¿Quiénes son estos?… ¿están entre las rarezas el Gobierno y Parlamento de Castilla y León?
Y ¿Quiénes mataron al toro? … ¿el pueblo lancero de Tordesillas… o él sólo se murió?
¡Mon Dieu!… Con esta fantasía kantiana, sobra toda realidad, como con la sentencia de la Manada de Pamplona…
Me encanta el género literario de la justicia–ficción por cuanto al barajar “realidades” aparentemente similares no solo asienta que “realidades” hay más de una, y que estas pueden ser similares o diversas, aflorando los andamios irracionales de los más íntimos secretos de las convicciones a las 10 de la mañana… y a las 12 también.
Y ahora que en la piel de toro nacional emergen las plurirealidades como chinches de la intelectualidad premoderna hay relatos que captan bien el espíritu del momento.
¡Mulgere hircum!