Ahora toca pensar si es bueno que el Alcalde sea elegido en votación directa y que el gobierno de, al menos, los Ayuntamientos, se encomiende a la "lista más votada".
Yo propongo comenzar el debate en serio con estas tres preguntas:
1) ¿No favorecería el consenso (necesario en este tipo de reformas) el postergar la entrada en vigor de la reforma a las elecciones municipales de 2019? Así quedaría disipado el temor de que se trate de una reforma elaborada por urgencias coyunturales de una actual mayoría política. Así se neutralizaría el principal argumento de la oposición para no entablar conversaciones e implicarse en la reforma. Así, muy probablemente, podría construirse un nuevo modelo de municipalismo democrático sin sospechas de parche, a largo plazo. Que buena falta hace.
2) Elección directa de alcalde: sin duda tiene ventajas. Pero, ¿por qué no, igualmente, elección directa de concejales? No es nada extraño ni estrambótico: se llama "listas abiertas". Serían, por tanto, concejales los 12, 19, 25 (el número de concejales según población) más votados (en única vuelta) de entre todos los candidatos. Cada elector podría votar a un número de concejales inferior al número de "escaños", para asegurar la representatividad de las minorías significativas.
3) "Lista más votada" (o alcalde más votado): se dice pretender con ello que ostente el poder municipal la "lista" o el "alcalde" más votado por la población, para evitar que pactos postelectorales otorguen el poder a quien no ha sido preferido por la población. Si ese es el objetivo (y no aprovechar la división de la izquierda o fomentar el bipartidismo), entonces, ¿por qué no la lista o el alcalde más votado en segunda vuelta? Un sistema de segunda vuelta permite a cualquiera presentar su opción electoral autónoma, sin pactos preelectorales forzados, permite al elector votar al menos inicialmente sin el condicionamiento del "voto útil", y asegura que será Alcalde o gobernará quien quiera, finalmente, más del cincuenta por ciento de los votantes.
Mis tres preguntas muestran, por sí mismas, mis preferencias. Me gustaría que estuviéramos pensando a largo plazo, y para ello se podría pactar que el nuevo modelo no se aplicará hasta después de las inmediatas elecciones (salvo que el consenso fuese tal, que todas o casi todas las fuerzas consintieran en su aplicación inmediata una vez determinado el modelo); me gustaría una elección directa de concejales por el sistema de listas abiertas, porque permite a cada elector evitar el trance de votar a personajes a los que no quiere por el hecho de ir en su lista preferida, y porque estimula una lucha dentro de cada partido entre unos y otros, reduciendo enormemente el poder y la inercia del aparato; y me gustaría una elección directa de alcalde con segunda vuelta entre los dos más votados, estableciendo previsiones claras que favorezcan la gobernabilidad del municipio para el caso de que el Alcalde elegido se encuentre con una mayoría de concejales hostil.
Muy bueno! totalmente de acuerdo.
Lo usaré, citándote, por estas tierras del norte.
Por cierto, estuve por la playa de motril en verano, te invito a ir unos días… y seguro que escribes algo sobre educación y costumbres… Madre mía!