Un día más que mi padre.

He vivido ya un día más que todos los que vivió mi padre. Hice cálculos y, salvo desajustes debidos a los bisiestos, cumplí ayer la edad con la que murió mi padre hace cuarenta años y medio. Empiezo a ser mayor que él. Todo lo que recuerdo de él, todo lo que dijo, todo lo que escribió, lo hizo siendo "menor" que yo. Esto es complicado de asumir, porque en el recuerdo más antiguo que alcanzo, él me cogía en brazos, me subía a hombros y me daba un pequeño badajo de campanilla para que yo golpease una gran bandeja de bronce que estaba en la pared para oír el gong, y a mí casi me daba vértigo mirar al suelo de tan alto que estaba, y me agarraba fuerte a su cuello para no caerme. Y esa imagen de "enano subido a lomos de un gigante" la sigo teniendo cuando pienso en mi padre.

Quizás es que los padres nunca tienen edad. No la tienen cuando eres niño, porque el niño cree que su padre vino al mundo al mismo tiempo que él, sólo que ya como padre. No la tienen cuando han muerto, porque de algún modo sigue pasando el tiempo por ellos aunque ellos no lo sepan. Están siempre arriba, porque te han precedido, porque son el eslabón anterior de la cadena. Nunca puedes ser mayor que ellos, porque tienen más antigüedad. Puedes alcanzar su edad, igual que una vez en la adolescencia te mediste con él y comprobaste que superabas su estatura, pero si quieres de verdad golpear la bandeja de cobre, siempre será sobre sus hombros.

 

1 Respuesta

  1. Fue el funeral más multitudinario, solemne y entrañable que recuerdo; a todos se nos puso el corazón en la garganta cuando sacasteis el féretro a hombros cubierto con la bandera de España, mientras sonaba el himno nacional en aquella plaza abarrotada de gente. Tu padre, Miguel, como san Juan de la Cruz desde su8 querida Úbeda, “iba de vuelo”……

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