Tomemos un mapa de España. Uno cualquiera: de carreteras, político o natural, da lo mismo. En todos ellos hay, hacia el centro, a la derecha, una especie de vacío llano, sin relieve, sin apenas ríos (pese a que allí se empieza a nutrir el Guadiana), con puntos urbanos modestos que saben a queso y a Sancho Panza. Si miramos por esa zona y nos fijamos bien podemos encontrar un punto que se llama Santa María del Campo de Rus, un poco más arriba de San Clemente. Y si enfocamos el zoom y lo vamos acercando, ese punto se convierte en un pequeño universo vivo que de pronto se ha poblado de amigos.
En Santa María del Campo Rus (un pueblín de casas bajas) hay una posada: la Posada Real de Santa María. Sus paredes son rojizas, lo que ya es síntoma de buena acogida. Entramos en la Posada y dentro de ella encontramos un grupo de personas. De pie está Julián, a quien apenas le oyes hablar ya te está entrando apetito, porque tiene voz de buena cocina: Julián y Mercedes son un matrimonio que ha sabido hacer de su vida una posada para los demás. A su lado hay una alegre reunión de amigos. En la mesa hay vino, jamón, ochíos con morcilla. Hablan de una romería, de una procesión, de un programa de radio, de la mejor paella del mundo, de Andrés de Vandelvira, del Quijote y de Jorge Manrique. Toma la palabra Paz, Paz Risueño, una mujer que parece pura energía limpia y renovable, una catalizadora y propulsora de todo lo bueno que encuentra a su alrededor, una voz de timbre fuerte y bien entonada con resabios valencianos bajo el deje manchego, una mujer que vive con raíces dispersas porque en cualquier lugar donde haya un amigo encuentra su lugar. Habla de un abuelo de Úbeda, y de unos libros que conozco. Habla también de mí. Son quince, veinte amigos de los que voy sabiendo poco a poco quiénes son, cómo se llaman, a qué se dedican. Carlos (cosecha del 59) es abogado y apasionado de la historia, tan capaz de manejarse en el baremo de accidentes de tráfico como de convencerme de que Vandelvira era luterano. A su lado está la elegante Tere. Charete (un inquieto mechón rubio que cae en largo como una cascada de sentido común) es la concejal que lidera (es evidente que con ímpetu) la oposición en la ciudad de San Clemente, y junto a ella, Juan Fran, un magnífico fotógrafo, inunda de modernidad La Mancha con su acento de Lyon. Carmen es librera y música, y no puede esconder esa mirada limpia de quienes no se dan la importancia que tienen. Rus es locutora de la radio Onda San Clemente, y allí también están el director de la radio y su mujer. Hay un matrimonio de Siles, y una mujer cuyo nombre no recuerdo, que lee un mensaje de móvil de alguien que no ha podido venir. Ahora estamos todos charlando sobre literatura. Y yo les digo que mientras escribía las novelas que están allí expuestas en una especie de bodegón no podía imaginar que una de las más grandes recompensas sería justamente que un punto anodino del mapa, de pronto, se convirtiera en un lugar en el mundo en el que estoy comiendo el mejor arroz posible, rodeado de gente dinámica y acogedora.
El viernes por la noche llegué con curiosidad a ese punto perdido del mapa. Hoy, sábado, mientras volvía a Granada, pensaba que en cualquier parte del mundo pueden encontrarse los ingredientes para conformar un cenáculo capaz de mejorar el mundo, y tenía la sensación de haber pasado un día con viejos amigos a los que había tardado demasiado en conocer. Decididamente, escribir merece la pena, porque a veces sirve para encontrar alguien al otro lado.
Yo fui ese que no pudo asistir por un imprevisto de última hora. Y bien que me pesó. La mujer desconocida, seguro que era mi hermana Milagros. A pesar de todo se sigo en tu blog y oí la entrevista sobre las Mujeres del Quijote. Alegre y extrovertido, esa es la imagen que me queda de Miguel Pasquau, muy alejada de lo que suponía en un magistrado pero me alegra saber que una vez estaba equivocado. Saludos cordiales.
Gracias Luis Manuel. Por aquel mensaje de móvil y por este comentario de ahora. La rueda seguirá dando vueltas y habrá ocasión de encontrarse. Saludos.