El 21 de febrero de este año el filósofo del Derecho Luigi Ferrajoli (no el más, pero sí un muy imprescindible pensador de las últimas décadas sobre el poder y el Derecho) presentó en Roma un proyecto para "pensar" una constitución de la Tierra como herramienta para llegar con la razón, con la voluntad y con la política allí donde las constituciones nacionales y los mercados no pueden llegar: a los puntos ciegos de los que, sin embargo, empieza a depender todo. Unas semanas después estalló la crisis del coronavirus: toda una corroboración de sus premisas.
La primera palabra es inevitable: "utopía". La segunda, también: "urgente". Se trata de una utopía urgente. Como con todas las utopías, es obligatorio pensar en su improbabilidad: quienes podrían, no quieren, porque dejarían de poder tanto. Como todas las urgencias, hay que pensar en su posibilidad: en este caso puede verse ayudada por la sensación de irrealidad que nos produce ahora lo que hasta ahora siempre hemos considerado el suelo firme de la realidad. Nada más eficaz que toparse con la realidad inesperada para que caigan los velos. Es probable que no lleguemos nunca a una constitución democrática cosmopolita centrada (sólo) en las urgencias globales; pero es, desde luego, seguro, que no la habrá si no salimos del "estrecho espacio de la circunscripción electoral", del "breve tiempo de unas elecciones", y de los fragmentos de realidad que manejamos sin perspectiva. Sobre todo, es casi seguro que si, obedientemente pesimistas, nos atenemos al estrecho margen de lo que aparece como "realizable", el resultado sea una definitiva pérdida de tiempo para salvar la realidad.
He traducido el manifiesto redactado por Ferrajoli para facilitar su lectura. Para esa carpeta que todos deberíamos tener con la etiqueta del "pensamiento largo", el más urgente de todos. Es un texto más. Una iniciativa más. No cambia nada por sí misma. Pero quiere dar que pensar.
Hace años me inquietaba mucho que me llamasen ingenuo. Hoy ya no. Hoy sé que, por lo general -hay excepciones-, lo ingenuo es el reproche de ingenuidad y la renuncia a toda audacia; y que la mayor y más terrible ingenuidad que cabe imaginar es la de quienes, como dijo ayer el papa Francisco en un escenario conmovedor, aspiran a estar sanos en un mundo enfermo. La ingenuidad del sálvese quien pueda.
SOMOS PRESA DE LOBOS ARTIFICIALES. POR QUÉ UNA CONSTITUCIÓN DE LA TIERRA
Luigi Ferrajoli, 21 febrero 2020. [Traducción no autorizada]
Derechos universales. Por primera vez la humanidad entera está unida a la fuerza por un interés general mucho más vital que en el pasado: el interés en la supervivencia de la humanidad y en la habitabilidad del planeta.
Hay problemas globales que no forman parte de la agenda política de los gobiernos nacionales, pese a que de su solución depende la supervivencia de la humanidad: el rescate del planeta del calentamiento climático, los peligros de los conflictos nucleares, el crecimiento de las desigualdades y la muerte cada año de millones de personas por falta de alimentación básica y medicamentos, el drama de centenares de miles de migrantes que escapan de un problema no resuelto.
Estos problemas no son ni pueden ser afrontados por las políticas nacionales, inertes e impotentes por estar ancladas en el espacio estrecho de la circunscripción electoral y en el tiempo breve de las elecciones y los sondeos. Y sin embargo es cierto que 7.700 millones de personas, 196 Estados soberanos, diez de los cuales están dotados de armamento nuclear, un capitalismo voraz y depredador y un sistema industrial ecológicamente insostenible, no pueden sobrevivir a largo plazo.
ES DE ESTA simple y elemental conciencia de la que ha nacido la idea de dar vida a un movimiento dirigido a promover una Constitución de la Tierra. No se trata de una hipótesis utópica. Se trata, al contrario, de la respuesta racional al mismo dilema que se planteó hace cuatro siglos Thomas Hobbes: o la inseguridad general determinada por la libertad salvaje de los más fuertes, o el pacto de convivencia pacífica, de no agresión y de mutua solidaridad, sobre la base de la prohibición de la guerra y de la igualdad de todos los seres humanos en los derechos vitales. Sólo que el dilema moderno es mucho más dramático que el que concibió Hobbes. La actual sociedad salvaje de los poderes globales es una sociedad poblada no ya por lobos naturales, sino por lobos artificiales -los Estados y los mercados-, sustraída en lo esencial al control de sus creadores y dotados de una fuerza de destrucción incomparablemente mayor que cualquier armamento del pasado. Pero no es sólo esto.
A diferencia de todos los desastres pasados -las guerras mundiales, los horrores del totalitarismo- la catástrofe ecológica y nuclear son en gran medida irreversibles, y tal vez no seamos capaces de formular nuevos "nunca más". Por primera vez en la historia existe el riesgo de que tomemos conciencia de la necesidad de un nuevo pacto cuando ya sea demasiado tarde."
ESE PACTO de convivencia pacífica, no lo olvidamos, ya fue estipulado por la humanidad al día siguiente de la segunda guerra mundial y de la liberación del nazi-fascismo, cuando, junto a las Constituciones rígidas de los Estados liberados, se formuló aquel embrión de Constitución mundial que es la Carta de la ONU y las Declaraciones y Convenciones de los derechos humanos. Pero esa Carta requería normas de desarrollo que no han llegado: el desarrollo del capítulo VII de la Carta de la ONU y en consecuencia el monopolio supranacional de la fuerza y la disolución de los ejércitos nacionales, la creación y sobre todo financiación de instituciones globales de garantía de los derechos a la salud, a la educación y a la subsistencia; la institución de un patrimonio planetario dirigido a sustraer al mercado bienes comunes como el agua potable, el aire, los mares, las grandes masas forestales y de hielo. Nada de esto se ha hecho. Los derechos proclamados han permanecido en la Carta como promesas no cumplidas.
LA CONSTITUCIÓN de la Tierra que queremos promover pretende, por ello, asumir, integrar y desarrollar el constitucionalismo moderno bajo dos aspectos. En primer lugar, alargándolo en tres direcciones: como constitucionalismo global y no sólo estatal, en garantía de los bienes comunes y no sólo de los derechos fundamentales, y frente no sólo a los poderes del Estado, sino también del mercado. En segundo lugar previendo, además de las tradicionales instituciones legislativas, judiciales y de gobierno, las instituciones de garantía de los derechos y de los bienes fundamentales, y su financiación mediante una fiscalidad global.
UN CONSTITUCIONALISMO de la Tierra es, en suma, posible. En su apoyo, además del realismo y la razón, hay algo que es nuevo. Por primera vez en la historia la humanidad entera se la juega en un interés público y general mucho más amplio y vital que todos los intereses públicos del pasado: el interés de todos en la supervivencia de la humanidad y en la habitabilidad del planeta. Naturalmente, los potentes intereses que hay enfrente no consienten ningún optimismo. Pero es preciso distinguir entre improbabilidad política e imposibilidad teórica, si no queremos esconder la responsabilidad de la política y legitimar la actual deriva con la tesis de que no existen alternativas a la realidad tal cual es.
Estamos convencidos de que, en realidad, es precisamente ésta la verdadera utopía: la idea de que la realidad pueda mantenerse a largo plazo tal cual es, y que indefinidamente podamos basar nuestras democracias y nuestros altos niveles de vida sobre el hambre y la miseria del resto del mundo, en la fuerza de las armas y la devastación del planeta, sin toparnos con un futuro de destrucción.
DE AHÍ LA NECESIDAD de introducir en el debate público el tema, hasta ahora postergado, de un proceso constituyente de la democracia cosmopolita. Para ello hemos concebido el proyecto de una “Constituente Terra”, cuyo papel no es el de enseñar, sino el de pedir una reflexión colectiva y un esfuerzo teórico de imaginación en orden a las técnicas y a las instituciones de garantía idóneas para afrontar los retos y las catástrofes globales. Y para ello difundiremos nuestra llamada también fuera de nuestro país e intentaremos involucrar en esta reflexión colectiva a juristas, economistas y teóricos de la política de todo el mundo.
SI NUESTRO proyecto sólo consiguiera introducir en el orden del día la reflexión teórica y política sobre estas técnicas y sobre estas instituciones supranacionales de garantía, habría ya alcanzado uno de sus objetivos esenciales.
Utopía? Urgente?. Hace unas semanas la directora mundial del clima se bajo de su puesto político y afirmo que ya podía ser tarde y sin remedio los daños.
Por supuesto fue ignorada! La realidad? Los océanos y la tierra ahora soportan un equivalente a 100 bombas atómicas detonadas sobre sus aguas y tierras. Con mutaciones de todo tipo.El equilibrio se ha roto y tiene responsables claros que todos conocemos.. El pez grande se come al chico como falsa ley y eso ha pasado siempre! Pues no es así! Hay unos culpables claros identificables y directos: LOS NO HUMANOS biológicamente NO IGUALES pocos .. pero que predan sobre mayorías simples e iguales usureros ,asesinos etc todos se agrupan para no respetar la igualdad legal.
Todos se colocan así mismos con derechos por encima de igualdad humana.Ningún humano entre ellos. Nuestras vidas para sus deseos.Pues bien es hora de decidir ultima oportunidad o la igualdad legal o epidemias continuas y caos la tierra se niega ya a mantener ningun dios sobre ella.
¡Buen día!…
Afirmaba George Steiner en la entrevista póstuma de N. Odine (1) que el pasado constituye el horizonte del futuro.
Se trata de una profunda reflexión que bien puede reflejar la situación en que vivimos, pues salvando las distancias, el enclaustramiento actual me remite a la epidemia de 1348 con la que Giovanni Boccaccio ambientó años después sus cuentos compilados en «Il Decameron, cognominato Prencipe Galeotto».
La diferencia es que ahora los cuentos se cuentan por millones, y cada uno desde su casa, on line, aunque, eso si; todos encerrados.
No se si podré reducir la hojarasca, aunque lo intento, pero parece ser que mi follaje es de hoja caduca, según los botánicos del reino vegetal. (no es chiste)
Para empezar el ombliguismo eurocentrista en una utopía «terrícola» que irradia al planeta desde Roma y hace eco en Granada es, como se dice en derecho, «clamoroso» toda vez que el proyecto pensativo «Perché una Costituzione della Terra», no se presenta en la biblioteca Vallicelliana de Roma «semanas antes de que estallara la pandemia del coronavirus», pues por el almanaque el 21 de febrero 2020 es una fecha muy posterior al 1 de diciembre de 2019 en que se identificó el virus por primera vez en Wuhan con el nombre COVID–19.
Hecha esa precisión relojera, la segunda es más lírica pues una «utopía urgente» aquejada de un poder que no quiere dejar de poder, aunque impulsada por la oportunidad de una desesperación complementada por un velo que se levanta tanto como cae al enterarse de la realidad frenada por una fragmentación carente de perspectiva…apenas deja señal eléctrica que facilite la sinapsis neuronal en un «pensamiento largo»
Con independencia de mi ignorancia intrínseca, la ingenuidad no es solo la inocencia dulce del ignorante vista desde el sapiente, puesto que también puede verse como una patología del experto simplemente cambiando el eje de coordenadas donde se sitúe el observador (Einstein).
Veamos, pues:
Ciertamente la entrevista que le hace Braulio García a L. Ferrajoli (2) y que traduce el exmagistrado Andrés Ibañez, es técnicamente mala pues es obvio que se ha hecho por correo electrónico respondiendo a preguntas tasadas, y hasta el titular es de oportunidad resaltando la «soberanía insensata» cuando el manifiesto de Ferrajoli pretende crear un nuevo movimiento político, versión «enésima» de la democracia cristiana italiana, con vocación ahora «urbi et orbi»
Curiosamente Ferrajoli desarrolla en su constitucionalismo planetario el pensamiento rapsodizante de la máxima autoridad judicial de Andalucía que en junio de 2019 seduce a una ilustre audiencia provinciana con un discurso de justicia sobre «Justicia global para un mundo globalizado» (3). Discurso colmatado de expresiones distópicas que claman públicamente por el supremacismo filocolonial del Derecho continental, la juridificación plena de la existencia humana y la justicia global de férula occidental. Pero esto es otro tema que señala los derroteros del mundo judicial en su vocación «urgente y necesaria» de soberanismo universal.
Retornando al artículo de Braulio García, éste señala en El País el desajuste entre la realidad del mundo y su forma jurídica y política de gobierno. Y desde este balcón–pulpitero se señala a Ferrajoli ahora como el «muy imprescindible pensador de las últimas décadas»; título ampliamente discutible tanto objetiva como subjetivamente.
El oportunismo Romano de la empresa política de Ferrajolli se muestra claramente el pasado 17 de marzo en su artículo «Il virus mette la globalizzazione con i piedi per terra» (4) publicado en el denominado «quotidiano comunista il manifesto» (si; comunista… pero en Italia todo es posible). (no es chiste, aunque lo parezca).
Allí dice claramente Ferrajolli lo siguiente: «Lamentablemente, de esta pandemia planetaria se desprende una confirmación dramática de la necesidad y la urgencia de lograr un constitucionalismo planetario: el propuesto y promovido por la escuela “Tierra Constituyente” que inauguramos en Roma el pasado 21 de febrero.»
Mucho podría criticar del discurso político de Ferrajolli en línea tan distópica como con el de Lorenzo del Río, pero hay algo que me fascina sobre manera del jibarismo jurídico de esta idea de la «Costituente Terra», y es la siguiente pregunta
¿Cómo demonios puede Ferrajolli y sus acólitos concebir a partir de una pandemia vírica «un proyecto para imaginar las herramientas político-jurídicas para afrentar los problemas de nuestro tiempo en la escala adecuada»?
Yo sólo encuentro una única respuesta: IGNORANCIA MEGAPLANETARIA… o dicho en román paladino; NO TIENE NI PUTA IDEA DE MICROBIOLOGÍA VÍRICA…
Tan ignorante es de la materia que ni siquiera se imagina que las dos estrategias epidemiológicas que se siguen (aislamiento versus no aislamiento), tienen sólidos apoyos científicos ambas dos y que la imposición de un único criterio, inexistente, carece de apoyo científico. No tenemos certeza ninguna, y esa ignorancia no la resuelve ninguna constitución terrícola supremacista.
¡¡¡Mulgere Hircum!!!
Patrañas de ignorantes.
(1).- https://elpais.com/cultura/2020/02/04/actualidad/1580845337_200341.html
(2).- https://elpais.com/ideas/2020-03-27/luigi-ferrajoli-filosofo-los-paises-de-la-ue-van-cada-uno-por-su-lado-defendiendo-una-soberania-insensata.html
(3).- http://rajylgr.es/discursos-ingreso/
(4).- https://ilmanifesto.it/il-virus-mette-la-globalizzazione-con-i-piedi-per-terra/
Demasiada sinapsis, Aramis
¡Ayyyy Miguel!…
Nunca aprobaré tus exámenes con tanta volatilidad en las materias…De la hoja caduca me pasas ahora a la neuroquímica y siempre suspendo ya sea por defecto como por exceso… Eres un frustrador de libertadores… un inquisidor de la mobilidad social ad hominem… (chiste)…
Yo solo quiero entrar al sanedrin de los ilustres Chancilleres de la chancillería del reloj y la vitrina…(chiste)
Algún día lo lograré… ya lo dijo nuestro insigne Camilo José Cela Trulock… La constancia, no el mérito…
Ayyyy… qué dolor…. hago lo que puedo, ¡señoría!
¡Eppur si muove!
Creo más en una información correcta (pros y contras) global de las poblaciones de cada países, en relación a su situación, y relación con los demás países para que se decida las políticas de cada país. Dicho de otra manera; une conocimiento global para una decisión local. De forma democrática claro pasando por propuestas de las poblaciones.
Eric, entiendo el argumento, pero no se trata de un “gobierno mundial”, en absoluto. Se trata de institucionalizar la toma de decisiones políticas respecto de asuntos que sólo pueden ser globales. Hay asuntos que no pueden quedar a la resultante de múltiples decisiones nacionales
Cuando llegan las épocas estas de las pandemias, los virus alocados, los confinamientos, las vacunas, los análisis de sangre y de orina, los test cabalísticos, las reflexiones trascendentales sobre la vida y la muerte que nos acechan y el testamento ológrafo, siempre me acuerdo de la sangre y de su consideración como portadora de virtudes personales que tenían los nobles y poderosos del medievo, que justificaba la existencia de sus privilegios. Esa consideración elitista se la cargó el humanismo renacentista, aunque hoy pudiera entenderse vigente en una cochambrosa izquierda política que se considera la portadora exclusiva de los valores morales, frente a una supuesta derecha autoritaria y recortatriz de derechos. Tiene guasa esto del confinamiento.
Estoy de acuerdo con la “Constitución de la Tierra “, aunque desde mi encierro sigo dudando que esta pandemia nos haga finalmente mejores, y que nacional y mundialmente fuéramos gobernados por el mérito y la virtud, como querían los renacentistas.
Pero hablando de sangre me acuerdo también de la”cultura en la sangre” de Federico García Lorca, del duende en los gitanos, los flamencos y los toreros, y de aquella cantaora de la época de Joselito El Gallo, La Columpio, que cantaba este maravilloso y euforizante poema:
“Cuando me subo al columpio,
la sangre me precipita,
y si me empujan con fuerza,
me entra la muerte chiquita.”
Ahhhh, por dios, si no fuera por lo que es, no sería lo que es. Voy por una copita de manzanilla. Salud para todos.
Estimado Sr. Anónimo, como técnico columpiero, especialidad de la mecánica cuántica post inercial, tengo el placer de comunicarle que por mucho que usted se columpie su sangre es tan inmune a la termodinámica como a la mecánica de fluidos por cuanto ella ni precipita, ni decanta.
Pero, por si acaso, le empujaren con un torsor de fuerza desmedida, o medida, que para el caso es lo mismo, le garantizo que usted nunca sufriría de muerte chica, ni siquiera en el hipotético caso de llevar inyectado en vena cinco quilos de viagra para que su sangre precipitare, con decoro, del coro al caño, en este año.
Así que puede usted columpiarse a gusto, siempre mejor con fino El Eléctrico, de Aguilar de la Frontera, que no con manzanilla de Sanlúcar de Barrameda…
¡¡¡¡La peste ha vuelto!!!…
Y la naturaleza, que no piensa, vuelve a retar al primate que cree saber
¡Eppur si muove!