José Bono ha puesto el listón muy bajo. Quien quiera ser secretario general del PSOE, dice, ha de estar dispuesto a gritar "viva España". Me recuerda a mi hermano, que me obligó una madrugada, para abrirme la puerta de casa (olvidé las llaves y llegaba muy tarde), a gritar en medio de la calle "¡Ala Madrid!" (yo soy del Dépor). Tuve que hacerlo, no hubo negociación posible.
Supongo que, una vez pasada del prueba del ¡viva España! (tiene que retumbar fuerte en el Palacio de Congresos), al candidato a secretario general se le pedirán otras cosas por otros congresistas quizás más exigentes. Se le preguntará, supongo, por las razones por las que quiere ser secretario general. Se le preguntará qué entiende por socialismo en este tiempo y en Europa. Y cómo cree que debe organizarse un partido político en este tiempo: sus procesos de decisión, su implantación ciudadana, su ósmosis con la realidad, sus mecanismos de control de corruptelas. Se le preguntará cómo piensa competir con el PP como partido de gobierno, y cómo al mismo tiempo quiere servir de punta a reivindicaciones que provienen no ya de los indignados, sino también de los perplejos, ésos que hoy no ven importantes diferencias entre PP y PSOE como para preferir a uno sobre otro. Se le pedirá que diga cómo tiene pensado abrir el partido para que sirva como cauce de participación política a nuevos ciudadanos a quienes no les dé igual la cosa pública. Supongo que se le preguntará desde qué contenidos pretende renovar el pacto con el mundo del trabajo: qué derechos son rígidamente resistentes a la "flexibilidad" del mercado de trabajo, cómo reconstruir un nuevo pacto social que añada algo a la mera ley del beneficio y a la reducción de costes laborales para competir con los chinos. Imagino que se le pedirá que explique si cree que hacen falta reformas fiscales para que el Estado pueda financiarse con justicia sin ahogar la actividad económica. Y que se estudiarán sus nuevas propuestas sobre las políticas de redistribución de la renta y de solidaridad entre regiones. Incluso es imaginable que no se olviden de preguntarle cuál cree el candidato a secretario general que puede ser la función del Estado para eliminar el sufrimiento que depende de la política, y cuál sería su código ético en caso de llegar a tener responsabilidades de gobierno. O cómo puede organizarse con eficacia y sin simplificaciones infantiloides una lucha contra la delincuencia. Qué hacer con la presión de los inmigrantes, cómo asegurar el pluralismo frente al poder de los medios, cómo defender la autonomía de la política frente a los poderes no democráticos.
Puede, incluso, que alguien llegue a preguntarle qué significa "viva España", y entonces ya la habremos liado.
by Ernesto L. Mena
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